El termino de la Guerra Fría no fue el
fin de la historia, y mucho menos de la novela de espionaje. Es más, el thriller vuelve a diario, sin necesidad
de talento y de narración audaz, a través de las pantallas llenas de noticias,
que por lo general se limitan a repetir el cotidiano capítulo de intriga, en
que se ha convertido la política, en Washington y el mundo. Pero un momento,
¿no siempre lo fue?
Sí, solo que en otra época había algo más
de imaginación, al menos en ocasiones; un esfuerzo adicional por mostrar el
talento. Ahora todo resulta tan burdo, tan soez, que recuerda cualquier
argumento de una mala novela. Un pésimo relato con Donald Trump como el
personaje enviado a sacarle a uno lo peor que tiene: que solo resulta atractivo
cuando insulta.
Este último capítulo, de un Trump que a
diario se inventa nuevas reglas, sobre las cuales fundamentar su presidencia, para
desbaratarlas por la noche, a la espera de un nuevo día de la creación, y el
escándalo de espionaje e interferencia de Rusia en el proceso electoral
estadounidense, que lo persigue pero no acaba de agarrarlo, rompe todo los
patrones de la racionalidad —y lo que es
peor, de la civilidad— para caer en el absurdo y la locura.
Solo que es un absurdo tonto y una locura
idiota. Y también que tanto absurdo y locura no se originan solo en una fuente
—ya sea Trump o sus detractores—, sino que brota por todas partes.
Por lo que el leer o mirar toda esa
intriga produce un sentimiento de repulsión en que las preferencias políticas,
las ideologías y los valores ciudadanos desaparecen ante el asco que causa la
trama. Y donde llega un momento en que se esfuma el culpable y solo queda el cinismo.
Mal momento para cualquier nación y cualquier individuo.
De lo que se trata ya no es siguiera si
Trump está tan inmaculado como declara, sobre lo que no se le acusa sino apenas
insinúa; si hay instituciones gubernamentales que actúan con independencia de
los fines partidistas o si el calendario que acompaña a la aparición de los
hechos sigue una rutina o un objetivo más torcido aún que lo que expone. Porque
hoy todo está mezclado en una historia que no se sabe si está contada por un
idiota o por un villano, o por ambos a la vez, que es lo más probable.
Por lo que llegamos al momento en que no importan los buenos y malos, sino solo se aspira a una mejor trama: “to know a hawk from a hand saw”.
Por lo que llegamos al momento en que no importan los buenos y malos, sino solo se aspira a una mejor trama: “to know a hawk from a hand saw”.