Fue la presidencia de Donald Trump lo que
me llevó a ver —tras años de una renuencia a punto de convertirse en renuncia—
la ceremonia de los Oscars. Pero resultó tras aburrida como las anteriores con
un agravante: los repetidos premios a La
La Land demuestran que, como el magnate, Hollywood apuesta al pasado.
Lo mejor de la noche fue la confusión de
sobres y el premio anunciado que no fue. Algo así como una versión de The Trouble with Harry convertida en The Trouble with Beatty. Y con Shirley
MacLaine —parentesco doble— contemplando desde la platea.
Ahora sí Trump podrá afirmar que los liberales lanzan “fake news”, y podrá citar como fuente la ceremonia. Ah, y no será una fuente anónima.
Ahora sí Trump podrá afirmar que los liberales lanzan “fake news”, y podrá citar como fuente la ceremonia. Ah, y no será una fuente anónima.