El liderazgo republicano de la Cámara de
Representantes pospuso el voto que tenía previsto para hoy jueves sobre el
nuevo plan de salud para derogar y sustituir la ley de servicios de salud del
expresidente Barack Obama, ante la falta de apoyo en su propia bancada,
confirmaron a Efe fuentes del Congreso.
Las fuentes no precisaron cuándo se
celebrará la votación, después de que el presidente, Donald Trump, mantuviera
el jueves una reunión de última hora para intentar convencer al grupo ultraconservador
Freedom Caucus de votar a favor del texto, pero fue infructuoso.
En estos dos últimos días hemos visto,
convertido en una especie de carrera de galgos, el intento de aprobación en la
Cámara de Representantes de un proyecto de ley de enorme importancia para la
ciudadanía. Lo que debería de ser un plan para mejorar los servicios médicos a
los estadounidense transformado en una farsa donde se desconoce —incluso para
los propios legisladores— la naturaleza de lo que se someterá votación y donde lo
que impera es salvar el ego del mandatario y, en segundo términos, también el
del presidente de la Cámara, Paúl Ryan.
A través de lo poco que se ha filtrado a
la prensa hemos conocido a medias que, por tal de lograr dicho objetivo, la
Casa Blanca ha cedido a desvirtuar por completo la ley.
Resulta asombroso este proceso en que el
poder ejecutivo se ha mostrado dispuesto a hacer tirones una propuesta a cambio
de un voto. Al final, cabe especular que los que los legisladores votarán en
algún momento será simplemente un caparazón de ley, donde supuestamente se
pretende abaratar los costos a cambio de suprimir servicios. En última
instancia, da la impresión que el proyecto ha quedado limitado a un plan donde
el norteamericano solo será capaz de adquirir una aspirina.
El proceso es similar a la oferta de un
vendedor de automóviles usados, que ofrece un vehículo en mal estado y con un
financiamiento exorbitante, mientras enfatiza que a cambio le promete a quien
lo adquiera un cupón de descuento para
cinco galones de gasolina.
Ryan, tenía prevista una rueda de prensa
por la tarde para hablar del voto, pero eso también fue postergado al constatar
que no tenían los apoyos suficientes para llegar a los 216 votos necesarios
para lograr la aprobación de la ley.
Fuentes de la Casa Blanca aseguraron a
varios medios que el voto será en la mañana del viernes. Sin embargo, el
liderazgo republicano, encargado de establecer los horarios de votación, no se
ha pronunciado al respecto, por lo que se desconoce cuándo se producirá exactamente
la esperada votación.
“Hoy vamos a continuar debatiendo, porque
no tenemos los suficientes síes. Estamos considerando la situación, ha habido
progresos, pero necesitamos que (para la Casa Blanca) esto no sea solo cumplir
una promesa de campaña, sino que realmente baje los costes de los seguros para
todos los estadounidenses”, dijo Mark Meadows, presidente del Freedom Caucus.
Esa disminución en los costos de los
seguros se intenta mediante una supresión de servicios, lo que no deja de ser
—para decirlo en un lenguaje claro— poco más que una estafa.
Con los demócratas unidos en el objetivo
de impedir la derogación de Obamacare, si al menos 22 republicanos votan en
contra del proyecto de ley que apoya Trump, el Presidente sufriría su primera
gran derrota legislativa, y hoy jueves la cifra de detractores superaba la
veintena, según los cálculos de medios y fuentes legislativas.
El problema de las negociaciones dentro
del propio Partido Republicano radica en que las exigencias de los
ultraconservadores de incluir algunos elementos alejan aún más el apoyo de los
más moderados al texto.
El problema para Trump es que su supuesta “capacidad negociadora“ ha quedado al descubierto, y reducida a promesas y amenazas.
El problema para Trump es que su supuesta “capacidad negociadora“ ha quedado al descubierto, y reducida a promesas y amenazas.