En su primer acto publico en el exterior,
el jueves en Varsovia, el presidente Donald Trump se refirió al “choque de
civilizaciones”. Ni siquiera George W. Bush, y mucho menos Barack Obama, recurrieron
durante sus respectivos mandatos a un concepto tan arcaico y erróneo.
En su versión moderna, el choque de
civilizaciones es una teoría acerca de las relaciones internacionales formulada
por Samuel Huntington, y se basa en las divisiones culturales y de valores,
pero fundamentalmente religiosas. En este sentido, se crea un mantra donde se
busca la preponderancia de la civilización occidental, y que de forma implícita
o explícita limita cualquier conflicto a un discurso que se concreta en un
pensamiento binario, que en su forma más burda se limita a “civilización contra
barbarie”.
“La cuestión fundamental de nuestro
tiempo es si Occidente tiene la voluntad de sobrevivir”, dijo Trump en
Varsovia.
“¿Tenemos la confianza en nuestros
valores para defenderlos a cualquier costo? ¿Tenemos el deseo y el coraje de preservar
nuestra civilización ante aquellos que la subvertirían y la destruirían?”,
clamó el presidente estadounidense.
Lo importante para Huntington es que este
choque de civilizaciones lleva a la guerra: los conflictos entre civilizaciones
son inevitables. Su teoría fue promulgada como una respuesta a los
planteamientos de Francis Fukuyama, que sostenía que el mundo se aproximaba al
fin de la historia (en el sentido hegeliano)
y la democracia occidental se impondría en todas partes de forma
pacífica. (Veinticinco años después de publicar sus argumentos, Fukuyama
escribió en The Wall Street Journal
que se había apresurado demasiado, pero que consideraba que la esencia de su
tesis continuaba siendo correcta.)
Uno de los problemas con el planteamiento
de Huntington es que no toma en cuenta o relega a su segundo plano otros
factores importantes, como la desigualdad social y económica, las crisis
energéticas o la lucha por los recursos naturales. Pero para Trump, el
enfocarse en cuestiones religiosas o
culturales, como principal fuente de conflictos, es ideal para elaborar un
discurso al agrado de su base de sus partidarios. Al mismo tiempo, le permite
recurrir a la vieja creencia estadounidense, de considerar al “mal” como algo
ajeno, fuera de sus fronteras.
Trump puede adecuar sus palabras al lugar
donde se encuentre, al estilo de un dealer
de autos, y hablar en Polonia más fuerte en contra de Rusia o abandonar su
retórica contra el islam en Arabia Saudita, pero el planteamiento de choque de
civilizaciones resume la esencia de su enfoque sobre el terrorismo. Es el
concepto que está detrás de prohibir la entrada a los ciudadanos de países
donde predomina la fe musulmana o su rechazo a celebrar una cena de fin de
Ramadán en la Casa Blanca, poniendo fin a una tradición observada durante años
por sus predecesores y que se inició en 1805.
Abrazar dicha tesis es también la
“justificación” para poner a un lado las violaciones de los derechos humanos y
buscar alianzas con autócratas y asesinos como Vladimir Putin y Rodrigo
Duterte.
Durante la época de Bush, este país
estuvo gobernado por quienes dirigían sus acciones repitiendo equivocaciones
tácticas y cálculos inapropiados sobre la base de adaptar los datos existentes
a su manera de pensar. Políticos y funcionarios que se comportaban como
prisioneros de un concepto ideológico tan desafortunado y falso como el que
llevó a los jerarcas soviéticos a pensar que el comunismo terminaría
conquistando el mundo, pero ni siquiera entonces se adoptó el criterio de
choque de civilizaciones. Ahora es peor aun.
Un país que se apoye sólo en la
eficiencia de sus fuerzas armadas no puede fundar un nuevo orden. Ni siquiera
un desorden estable. El terrorismo debe ser enfrentado con una estrategia más
“policial”, menos “bélica”, y no como una lucha religiosa. Porque entonces
volvemos a la época de las cruzadas.
Esta es mi columna en El Nuevo Herald, que aparecerá en la edición del lunes 10 de julio de 2017.
Esta es mi columna en El Nuevo Herald, que aparecerá en la edición del lunes 10 de julio de 2017.