Estás loco. No, el loco eres tú. Bajo
acusaciones mutuas de locura, el presidente estadounidense Donald Trump y el
gobernante norcoreano Kim Jong-un esgrimen un argumento que, en última
instancia, podría estar actuando en favor del contrario en ambas partes. Para
complicar aún más el asunto, el mandatario venezolano Nicolás Maduro ha entrado
en esa danza de recriminaciones, donde la psiquiatría no es más que la política
por otros medios. Pero, ¿alguno de ellos o todos están realmente locos o
simplemente utilizando una vieja táctica, no exenta de grandes riesgos?
Algunos expertos sospechan que Trump se
vale de la “Teoría del loco" (Madman
theory) contra Corea del Norte como un instrumento persuasivo. De ser así,
la acusación de “mentalmente desquiciado”, que le lanzó el mandatario de ese
país, quizá fue un logro para él.
La idea básicamente consiste en mostrarse
frente a los enemigos como alguien demasiado impredecible o dispuesto a ir al
combate, para disuadirlos de actuar contra los intereses propios, informa la
BBC.
Las conjeturas de que Trump podría actuar
de ese modo en política exterior surgieron desde antes que asumiera la
presidencia en enero.
Él mismo reivindicó la carta de la
imprevisibilidad a lo largo de su campaña electoral.
“Tenemos que ser impredecibles”,
respondió el año pasado cuando el diario The
Washington Post le preguntó cómo actuaría ante el expansionismo chino.
“Somos totalmente predecibles. Y lo
predecible es malo”.
Las sospechas de que Trump está empleando
la “Teoría del loco” crecieron desde el mes pasado, cuando sorpresivamente
advirtió que respondería con “fuego y furia” si Corea del Norte amenazaba a
Estados Unidos.
Continuaron cobrando fuerza la pasada semana,
cuando sacudió a sus homólogos de todo el mundo reunidos en la Asamblea General
de las Naciones Unidos al amenazar con “destruir totalmente” a Corea del Norte.
Y el sábado se incrementaron las
tensiones luego de que bombarderos B-1B y aviones de caza estadounidenses
volaron cerca de la costa este de Corea del Norte como una demostración de
fuerza, según comunicó el Pentágono.
Entonces, ¿realmente busca Trump que
Pyongyang lo vea como un demente? ¿Y cuál sería el riesgo de hacer eso frente a
un régimen tan cerrado que posee armas nucleares?
El primer presidente estadounidense al que
se le atribuyó el uso de la “Teoría del loco” fue Richard Nixon (1969-1974),
supuestamente para intimidar a la Unión Soviética y a Corea del Norte.
H. R. Haldeman, quien fue jefe de gabinete
de Nixon, escribió que este le habló de esa teoría cuando le dijo que quería
que los norvietnamitas pensaran que “podría hacer cualquier cosa” para parar la
guerra de Vietnam y que recordaran que tenía en sus manos “el botón nuclear”.
Trump se ha encargado de recalcar que
controla el mismo botón, y lo hizo al día siguiente de su comentario del mes
pasado sobre “fuego y furia”, palabras que desde su propio Gobierno
describieron como espontáneas.
Mientras su secretario de Estado, Rex
Tillerson, tranquilizaba a aliados negando que hubiera una amenaza inminente de
Corea del Norte, Trump usó su cuenta de Twitter para decir que su primera orden
como presidente fue “renovar y modernizar” el arsenal nuclear de EEUU.
“Esperemos que nunca tengamos que usar
ese poder, pero nunca habrá un tiempo en que no seamos la nación más poderosa
del mundo”, agregó de inmediato el 9 de agosto.
Diversos analistas estadounidenses han
planteado abiertamente desde entonces la posibilidad de que Trump esté haciendo
algo similar a Nixon, en este caso para amedrentar a Corea del Norte.
“Podría ser que piensa que la teoría del
loco es la teoría correcta aquí”, dijo David Brooks, columnista del diario The New York Times, en el programa PBS Newshour. “Creo que puede ser muy
eficaz, siempre y cuando no estés realmente loco”.
Sin embargo, por tratarse de una
estrategia que debería seguirse sin anunciarla expresamente, siempre habrá
dudas sobre la “Teoría del loco”.
Es probable que Trump no se ande con
vueltas y quiera advertir de veras al mundo sobre el riesgo de una guerra
devastadora con Corea del Norte si EEUU “se ve obligado a defenderse o a
defender a sus aliados”, como dijo en la ONU.
Sin embargo, otros analistas se
interrogan si el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, se comporta de forma
tan impredecible como parece.
Joan Hoff, una historiadora que ha
publicado libros sobre Nixon y política exterior de EEUU, sostuvo que ni
siquiera hay una confirmación de que el expresidente haya empleado la “Teoría
del loco” como dijo Haldeman.
“Siempre se usa sobre Nixon, pero Nixon
sabía demasiado sobre política exterior como para suscribir un enfoque tan
simplista”, dijo Hoff a BBC Mundo.
No obstante, opinó que “probablemente es
cierto cuando se aplica a Trump, porque no sabe nada sobre política exterior”.
Ante la duda, han surgido varias
advertencias de que la propia imprevisibilidad puede ser peligrosa.
“Puede haber (…) algún mérito en la
Teoría del loco hasta que te encuentras en una crisis”, dijo David Petraeus,
general retirado de EEUU, en una discusión que tuvo lugar en la Universidad de
Nueva York hace algunos días.
“No quieres que el otro lado piense que
puedes ser lo suficientemente irracional como para conducir un primer ataque o
hacer algo, ya sabes, lo que se llama ‘impensable’”, advirtió.
También muchos creen que el líder norcoreano
Kim Jong-un utiliza la “Teoría del loco” para hacerse respetar en su región y
por EEUU.
El propio Trump lo definió el viernes vía
Twitter como “un loco al que no le importa morir de hambre o matar a su pueblo”.
Sin embargo, otros lo ven de forma
diferente.
“Kim Jong-un no es un loco, es muy
calculador… Lanzan comunicados que son muy rimbombantes y militaristas, pero él
no ha tirado misiles hacia Guam, Estados Unidos o sobre Corea del Sur”, dijo
Howard Stoffer, un experto en seguridad nacional que trabajó durante 25 años en
el servicio exterior estadounidense.
A su juicio, hablar duro y mostrarse
impredecible cuando se tiene un cargo de tanta responsabilidad es contrario a
los intereses globales.
“Es lógica de calle, eso funciona cuando
eres un chico en el barrio y hay pandillas. No funciona en la diplomacia
internacional”, dijo Stoffer a BBC Mundo.
“El mundo funciona si tiene estabilidad y todos son previsibles”.
Para los cubanos, el mejor ejemplo que
conocen de un uso eficiente de la “Teoría del loco” está representado por el
fallecido gobernante Fidel Castro.
Todo el historial de Castro se define,
desde sus inicios políticos, por una conducta volátil, de apariencia impredecible,
volcánica y sin medir riesgos.
El calificativo de “loco” siempre fue
recurrente no solo entre los enemigos de Castro. También sus aliados, con supuesta
o real admiración, se referían a dicho atributo, aunque por supuesto en un tono
admirativo.
En realidad Castro actuó siempre de una
manera calculadora —calificativo que en igual sentido puede valorarse de forma
positiva o negativa— y con una completa evaluación de los riesgos que asumía.
Sus “locuras” por lo general estuvieron relacionadas con planes económicos,
cuyos fracasos terminaban afectando la vida de los cubanos, pero no colocando
su poder en riesgo.
El elemento irracional, en la conducta de
un político, y en especial de los dictadores, ha jugado un papel determinante
en la historia. Pero vale la pena parafrasear aquello de que, aunque todos los
dictadores “locos” han resultado similarmente perjudiciales para sus pueblos,
algunos han sido menos iguales que otros: Hitler y Stalin, para citar el caso
más recurrente. En estos casos, quizá lo peor no se limite al loco, sino a las
ocasiones en que en el loco y el idiota coinciden en el mismo déspota.