Le gusta acudir al Festival de Cannes,
hacerse fotos con famosos, presentarse como una empresaria hecha a sí misma que
a los 6 años vendía huevos para comprarse dulces y que a los 24 abrió su primer
negocio: un bar de copas en Luanda. Atribuye su fortuna a su talento.
Esta historia de Cenicienta es solo una
sarta de mentiras salvo en un hecho: la ensoñación con un origen humilde
transformado en cuento de hadas con final principesco. A Isabel Dos Santos
(Bakú, exrepública soviética de Azerbaiyán, 1973), la primogénita de José
Eduardo Dos Santos, presidente del país entre 1979 y 2017, los angoleños la
llamaban “la princesa”, escribe Trinidad Deiros en un artículo publicado en Vanity Fair.
Angola, una nación rica en recursos y
habitantes pobres debe en gran medida la consolidación de su independencia —y
la posterior consecuencia del prolongado mandato de Don Santos— a los soldados
cubanos, quienes combatieron por un supuesto ideal internacionalista, del más
puro marxismo-leninismo, y terminaron en una contribución determinante al
establecimiento de un régimen de capitalismo de Estado caracterizado por un
capitalismo depredador y voraz.
El 70% de la población angolana vive con
menos de dos dólares al día. y la fortuna de Isabel Dos Santos, según la
revista Forbes, asciende a 3.000
millones de euros, lo que la ha convertido en la mujer más rica de África: bancos,
telecomunicaciones, cementeras, diamantes, fondos de inversión y supermercados.
La hija de Dos Santos controla el 25% de
las acciones de Unitel, la principal compañía telefónica del país y el 42% del
banco BIC. También posee el 6% de la firma de gas y petróleo lusa Galp Energia
y casi el 20% de acciones del banco BPI, la cuarta entidad bancaria de
Portugal, además de otras importantes inversiones internacionales. En Portugal,
a Dos Santos le han sacado otro mote: la “DDT”, siglas en portugués de la
“Dueña de Todo Esto”.
Ello gracias a un padre generoso con lo
ajeno, que le concedía a su hija acciones de sociedades creadas por decreto, o
bien atribuía licencias para trabajar en el país a empresas extranjeras en las
que luego Isabel dos Santos figuraba como accionista en Angola. En junio de
2016 la nombró presidenta del consejo de administración de la empresa estatal
de petróleo angoleño, Sonangol, lo que equivalió a nombrarla propietaria de la
gallina de los huevos de oro, como afirma Deiros.
Las exportaciones de petróleo son el
origen de casi la mitad del PIB del país y el sector del que se esfuman más de
esos fondos que faltan de manera tan acuciante al angoleño de a pie. Según el
Fondo Monetario Internacional, entre 2007 y 2010, $32.000 millones de los
ingresos petrolíferos nacionales simplemente desaparecieron.
Un cambio ha ocurrido en el país, y
aunque ello no significa la menor pérdida para la fortuna acumulada por “la
heredera”, sí al menos plantea la posibilidad de un cese, al menos parcial, en
la rapiña de fondos. Pero para esta mujer multimillonaria, el dinero acumulado
—será mejor decir robado— está de momento a salvo: su patrimonio construido
sobre las ruinas de Angola está ya a buen recaudo, al menos en parte, en
inversiones fuera del país
En febrero de 2017, tras 38 años como
jefe de Estado, José Eduardo dos Santos anunció que no se presentaría a la
reelección. Para noviembre de 2017, su sucesor, el nuevo presidente, João
Lourenço, destituyó a Isabel dos Santos de la presidencia de Sonangol, al
tiempo que le arrebataba a uno de sus hermanos de padre —el expresidente tiene
al menos ocho hijos— la gestión del segundo canal de la televisión pública de
Angola.
Aunque Dos Santos mantiene buena parte de
su poder. Sigue siendo el número uno del partido al que también pertenece
Lourenço, el MPLA, el antiguo movimiento de liberación en torno al que se ha
articulado la depredación de recursos del país.
Lourenço ha prometido luchar contra los
aspectos más oprobiosos del funcionamiento político previo y al menos, en lo
que se refiere al nepotismo, ha destituido a estos dos hijos del anterior
mandatar de dos puestos clave de la gestión estatal.
El último “regalo” de Dos Santos a su
hija ocurrió en agosto de 2017, según el diario El Mundo. Se trata del mayor proyecto de obra pública que aprobó su
régimen en Angola, después de que el país entrara en recesión con la caída en
picado del precio del petróleo, que representa el 97% de las exportaciones
nacionales.
Cuando esté listo, en unos cinco años,
creará un lago de 16 kilómetros en medio del río Kwanza, resguardado por una
muralla de 100 metros de altura y 520 metros de largo.
La primera piedra de la presa de Caculo
Cabaça la puso el pasado 4 de agosto del pasado año el entonces presidente en
uno de sus últimos actos oficiales.
Antes de dejar uno de los gobiernos más
prolongados en África, el dirigente quería una despedida por todo lo alto. La
presa cuya construcción acaba de comenzar costará $4.500, el equivalente al 5%
del PIB de Angola y la misma cantidad que se dedica anualmente a educación.
El proyecto fue adjudicado en 2015 a un
consorcio liderado por CGGC, una de las mayores constructoras de China.
Una filtración obtenida por el semanario
alemán Der Spiegel y compartido con
la red EIC, de la que forma parte El
Mundo, revela que los chinos no ganaron el contrato por sí mismos. La
constructora tiene una socia oculta que posee más del 40% del consorcio: Isabel
dos Santos. Gracias a esto, una parte sustancial de los beneficios obtenidos
con la construcción de la presa quedará en familia.
Decenas de correos intercambiados durante
meses entre abogados y gestores de Isabel dos Santos, socios de CGGC y el ministro
angoleño de Energía y Aguas muestran cómo el contrato multimillonario fue
pergeñado entre bastidores antes de que José Eduardo dos Santos firmara un
decreto presidencial el 11 de junio de 2015 con el que aprobaba el contrato
público.
En la correspondencia a la que ha tenido
acceso EIC se incluyen mensajes de la hija del entonces presidente, que tenía
la última palabra en el negocio, al tiempo que sus abogados le aseguraban que
su nombre no aparecería en ningún documento.
La financiación se hará a través de un
préstamo del banco estatal chino ICBC que CGGC se comprometió a conseguir para
el Gobierno angoleño con unas condiciones muy claras: si Luanda no contrataba
al consorcio chino, no habría préstamo. Tal y como admitía uno de los abogados
involucrados, la adjudicación del contrato al grupo era
"obligatoria".
Isabel dos Santos es muy celosa de la
intimidad de sus negocios, cuya información pública es muy limitada.
Después de que, en 2013, el periodista y
activista Rafael Marques de Morais publicara un artículo sobre ella en Forbes, la empresaria compró los
derechos de impresión de la revista americana en Portugal y Angola.
La implicación de Isabel dos Santos en el
proyecto de Calculo Cabaça fue revelada por Marques de Morais. Los documentos
obtenidos por EIC no sólo corroboran y subrayan su papel en la adquisición del
contrato público, sino que permiten ver cómo la presa multimillonaria fue el
último gran regalo del presidente a su hija, esa que hoy disfruta de un enorme
patrimonio gracias en gran parte a los sacrificios y la sangre de aquellos
soldados cubanos que supuestamente fueron a ayudar a una nación africana que
luchaba por librarse de la explotacion y la injusticia y dejar atrás un largo
pasado colonial.