martes, 13 de noviembre de 2018

Trump y el matrimonio evangélico: paisaje con modelo al fondo


Si uno mira con un poco de atención en la foto, hacia la pared de fondo, ligeramente por encima del hombro izquierdo de Becki Falwell, descubre otra foto: la de una portada de Playboy encuadrada en un marco dorado.
La portada de la revista nos brinda a un joven Trump junto a una trigueña sonriente. La modelo —de perfil y en una pose cliché de provocación moderada y voluptuosidad a la medida— cubre su cuerpo con el saco del esmoquin del magnate neoyorquino. Este, también sonriente, mira al fotógrafo. Las manos en los bolsillos del pantalón, la blanca camisa y la pajarita negra de rigor. La imagen, de un exhibicionismo descarado que busca ser grato, refleja una época y recuerda los filmes de James Bond. Trump, otro Bond parece querer decirnos, está orgulloso y satisfecho de su nueva adquisición.
La foto que contiene la foto también es un reflejo, solo que de otra época. Trump ha lanzado su candidatura y ya cuenta con el apoyo de la derecha cristiana. A ello lo ha ayudado Jerry Falwell Jr., y él y el político levantan sus pulgares anunciado sus triunfos que llegarán meses después: para uno la presidencia y para el otro nuevos privilegios. Atrás quedaron los tiempos en que Jerry Falwell Sr. repudiaba —más bien trataba de fulminar— a otro candidato presidencial, Jimmy Carter, por concederle una entrevista a esa misma revista cuya portada cuelga en la pared, y por decir que tras mirar algunas mujeres había pensando en que le gustaría acostarse con ellas, aunque nunca lo había hecho, y solo con la mente había engañado, por un momento, a su esposa.
Atrás también los años en Falwell Sr. buscaba una alianza con Ronald Reagan para combatir la pornografía, y por supuesto a la revista Playboy, que para él lo era y mucho.
Ahora eran otras las esperanzas, las estrategias y los beneficios, y los tres, el hijo del pastor y administrador de la universidad heredada: el magnate metido a político que había disfrutado a plenitud lo que Carter soñó y una vez se atrevió a decir, solo que él no solo lo había dicho sino alardeado de la forma más brutal de ello; y la esposa del heredero de un poder religioso desde hace años cada vez más terrenal y político.
Y al igual que en la portada de Playboy, los tres se muestran eufóricos, vaticinando confiados un presente y futuro que nadie puede arrebatarles. Y sonríen.

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