Desde hace un par de días este ciclón, del que no acabo de aprender su nombre pero que reconozco cada vez que veo en la pantalla, me hace sentir extraño. No es la primera vez que ocurre. La sensación se agudiza cada año que pasa. Aquí en Miami —ocurrió después de Andrew, hace ya tanto—, cada vez que se aproxima un huracán se desata otro en gasolineras y supermercados. Como los pronósticos son cada vez más tempranos, una semana antes se vuelve imposible echar gasolina, comprar una botella de agua, siquiera una lata de salchichas. Para los que no nos ocupamos de hacer facturas semanales, presupuestar los gastos hogareños o planificar el menú se vuelve una pesadilla. Por otra parte están los vecinos. Con ellos se repite esa mezcla de envidia y desprecio. Ahora mismo, hoy viernes por la noche, llevo horas escuchando taladros que con barrenas, espigas y puntas de destornillador vulneran las paredes —imagino que para colocar planchas o tablas protectoras— y me hacen recordar la consulta de cualquier dentista. Me pregunto las razones para tal furia —¿no se supone que terminaron su semana laboral, que es “viernes social”, la noche ideal para salir con la novia, los amigos; en fin, la esposa—; cualquier pretexto mejor para perder el tiempo que dedicar tantas horas al taladreo, el martillar, desatar la furia desmedida contra un huracán que no los amenaza directamente, que nos afectará con sus vientos más fuertes contra los cuales es inútiles protegernos, que si acaso inundará nuestras calles, avenidas, estaciones de bombeo, transformadores eléctricos, servicios de comunicaciones, cajas de control de semáforos, tragantes y otros equipos que no están debidamente protegidos desde hace años por avaricia corporativa, ineficiencia burocráticas y porque los políticos locales se sienten invulnerables y más allá de esos problemas. Porque siempre las soluciones que se buscan es que uno compre una planta eléctrica propia, almacene gasolina —eso sí, con los bidones adecuados— o emprenda unas vacaciones temporales en otro estado. Claro que en gran medida la culpa es de la televisión —pero eso ya lo he escrito varias veces y no lo voy a repetir ahora, porque esa vocación de quedar como un idiota como que molesta un poco—, la cual logra en estos casos traspasar barreras ideológicas, diferencias de idiomas y preferencias políticas: no importa si uno mire a la izquierda o la derecha, le trompe-l'œilse concentra en la tormenta que está a días de distancia, a un espacio de decenas de horas, kilómetros o millas de tiempo por venir. Ayudan siempre los reporteros empapados bajo la lluvia inclemente, los múltiples mapas, los indispensables gráficos. Luego vienen los políticos, porque no hay certeza mejor en el laberinto de la política estadounidense que la necesidad de prestar atención a los ciclones —no hacerlo fue peor para George W. Bush que desperdiciar tantas vidas en Irak—. Y de pronto se encuentra que ese político al que uno le negó el voto en la pasada elección, de verdad lo hace bien frente al mal tiempo ahora; y se anota en la libreta para la próxima, aunque luego se olvide. Pero lo mejor y lo peor es ese sentimiento de que uno se siente soberano de la verdad, que mira con desprecio a otros en la fila para comprar agua y que acude renegando al estacionamiento del supermercado al que acude en la búsqueda de comida enlatada. Que luego se vanagloria por el tiempo perdido y las maldiciones —porque sabía que era inútil adquirir más baterías— y por un par de días se vanagloria por tener razón. Porque al final para uno lo más importante durante la espera del ciclón es eso, el minuto de desprecio en que no se acerca y pasa de largo. Aunque lo más importante no. Lo segundo en importancia. Porque lo primero es disfrutar de la duda, la impaciencia, la certeza de que uno está en lo cierto y los demás son imbéciles… ¿y si no?
viernes, 30 de agosto de 2019
jueves, 29 de agosto de 2019
¿Una isla sin peces?
Los habitantes del poblado pesquero cubano de Cojimar, que inspiró la novela El viejo y el mar de Ernest Hemingway, dicen que tienen problemas para capturar peces, informa la agencia Reuters.
La cantidad de peces de Cuba ha caído drásticamente en las últimas décadas debido a la pesca excesiva y factores ambientales, dicen científicos, lo que llevó el país a aprobar el mes pasado una ley que impone nuevas normas a la industria pesquera, señala Sarah Marsh en un reportaje de Reuters.
“Atrapamos menos, cerca de la mitad de lo que solíamos”, dijo Carlos Durán, un hombre de 63 años de piel curtida que ha pescado por más de cuatro décadas. “Algunas personas salieron 10 veces sin atrapar nada”, agregó de acuerdo a la información.
Cuba estima que la población de 54 especies que pesca comercialmente, como meros y pargos, ha caído un 44% en los últimos cinco años y las capturas se han desplomado un 70% en ese período.
La baja ha sido un golpe para la industria pesquera de Cuba, que ya había sufrido el desmantelamiento de su flota estatal de larga distancia porque no pudo mantenerla luego del colapso de su antiguo benefactor, la Unión Soviética.
El crecimiento de las granjas de cultivo piscícola no ha logrado compensar la escasez, agravada por la disminución de las importaciones del país. Gran parte de los alimentos de origen marino que Cuba produce, como langostas y camarones, se exportan.
Si bien el país permite desde hace una década que pescadores privados vendan su producción —aunque exclusivamente al Estado—, la burocracia es un grave obstáculo para su productividad.
Los cubanos consumen un cuarto de los alimentos marinos que comían a fines de la década de 1980, según datos oficiales, y solo una fracción del promedio global de consumo de pescado per cápita, lo que los ha llevado a bromear con que son una isla sin peces.
La nueva política pesquera apunta a recuperar al menos las existencias locales al frenar la pesca ilegal e implementar la gestión científica de la cría de peces utilizando cuotas y división en zonas para la captura.
Esas prácticas son cada más aceptadas a nivel global, pero Cuba es pionera en el Caribe, según Daniel Whittle, director senior del Environmental Defense Fund, una organización sin fines de lucro que ha estado asesorando a las autoridades cubanas sobre conservación y pesca sustentable.
Whittle dijo que las prácticas también deberían volver a la industria más resistentes a los nuevos desafíos, como el cambio climático y la protección de su rica biodiversidad marina, que incluye algunos de los arrecifes de coral más prístinos del mundo. Si bien las prácticas podrían afectar la oferta de peces en el corto plazo, deberían aumentarla a la larga.
Asalto a la democracia británica
La Reina le dio el sí a Boris Johnson. La acción de Isabel II es un nuevo clavo al ataúd de la vetusta monarquía británica. Más que un nuevo escándalo (¡son tantos!), una afrenta al electorado del país —hablar de súbditos puede ser real, pero también arcaico.
Si hubiera ocurrido en Latinoamérica, los titulares en todo el mundo hablarían de golpe de Estado. No importa que no lo hayan hecho. Ya los británicos se encargaron de ello. Los manifestantes en las afueras del Parlamento han lanzado el grito: “Stop the Coup!” (¡Alto al Golpe de Estado!). Donald Trump debe estar gozoso y esperando lo que ocurra quizá con una solapada esperanza: repetir lo mismo en algún momento: si logra la reelección y pierde el Congreso, o antes si lo cree necesario.
Vergüenza y repudio que en la nación donde Oliver Cromwell, quien en su momento también disolvió el Parlamento para establecer uno propio, plegado a sus deseos para convertirse en Lord Protector —y años más tarde pagó con un oxímoron por sus acciones: ejecución póstuma— en una mascarada de reinado sin la corona que se negó a aceptar pero con el poder que ejerció hasta su muerte ( Winston Churchill, que no estaba en ascuas con el autoritarismo, lo catalogó de “dictador militar”).
La decisión de Johnson —si se lleva a cabo—, de cerrar las sesiones parlamentarias dentro de dos semanas y mantener al Parlamento en suspenso hasta el 14 de octubre, apenas dos semanas antes de la fecha límite para el Brexit, es un intento burdo de censura que busca impedir o bloquear cualquier esfuerzo legislativo tendiente a bloquear o impedir cualquier esfuerzo legislativo que detenga la puesta en vigor de un Brexit duro y sin acuerdo con la Unión Europea. Con el Parlamento suspendido, además, los legisladores no podrían, por ejemplo, llevar a cabo una moción de confianza al gobierno.
Cierto que la suspensión del Parlamento es diferente a su disolución (como hizo Cromwell), y que ha ocurrido en dos ocasiones con anterioridad, pero en esos dos casos los cierres duraron cuatro y 13 días hábiles. Pero la medida propuesta por Johnson — conocida como “prorrogación”— implica que el Parlamento estará cerrado durante 23 días hábiles. Lo que se busca es evitar por cualquier medio que muchos de los miembros del Parlamento británico, que se oponen a un Brexit sin un pacto con sus socios europeos, logren extender el plazo nuevamente para su ejecución o cancelar el Brexit por completo. Además de que tal receso impediría que los legisladores tomen el control de la agenda parlamentaria, que está a cargo del gobierno, o ganen votos para una moción de censura.
Queda además otra alternativa. Sería imposible llevar a la Reina a los tribunales, pero una opción sería solicitar una revisión judicial de la decisión del gobierno de solicitar la prórroga.
Varias figuras de alto perfil, incluido el ex primer ministro John Major, amenazaron con ir a los tribunales para detener ese plan, informa la BBC.
Por su parte, la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, dijo que los parlamentarios deben unirse para detener el plan la próxima semana. De lo contrario, este miércoles "pasará a la historia como un día oscuro para la democracia del Reino Unido".
Más allá del Brexit, si Johnson se sale con la suya, estará estableciendo un precedente peligroso en una de las democracias más antiguas del mundo. El depositar toda la confianza de la nación en un caudillo —no importa si es un caudillo inglés—, un político populista que se presenta como un “salvador”, un “elegido” para ejercer su voluntad sin ataduras y que se considera el representante supremo de una nación. Lo contrario de una democracia y el principio de una dictadura.
El crimen paga
A pesar de fundamentarse en “una historia real”, en Can You Ever Forgive Me?, el libro de memorias de la autora y falsificadora literaria Lee Israel, llevado al cine por la realizadora estadunidense Marielle Heller, todo —la trama, las actuaciones; hasta el decorado y la reproducción de una época tan cercana con teléfonos y computadoras de entonces— gira en torno al acomodo dentro del mundo de las publicaciones.
Ello con el apropiado paisaje neoyorquino de un West Manhattan ahora transformado, como telón de fondo neoyorquino, más que la crítica que aparenta hacia dicho trasiego.
Por ello en la película la ironía y el cinismo terminan cediendo el turno a situaciones comunes, males conocidos, desenlaces esperados y soluciones gastadas, para convertirse en un filme que roza la banalidad y admite la impunidad como parte de la fama.
No importa que ocurriera así en la realidad (bueno, en la versión de Israel). Es que al inicio uno espera otra cosa. Casi puede afirmarse que Can You Ever Forgive Me? traiciona.
Si el mérito mayor de la protagonista fue falsificar vidas más que cartas, al final hace una mala falsificación de la suya.
Su aparente redención no es más que una muestra de esa debilidad se que esconde bajo el desplante y una sinceridad que llega a la grosería. Solo que el disfraz no es lo que resulta pálido sino la persona.
Aunque la película prefiere no hacerlo más explícito, no por ambigüedad artística sino por facilismo ante la taquilla o el talento.
Lo único que se salva es la actuación de Richard E. Grant, un formidable actor en papeles secundarios que se convierten en primarios. Desde Henry & June, Grant ha agregado valor el poder disfrutar a más de una película, o incluso salvado la ocasión. Ese homosexual deslenguado, frágil y duro al mismo tiempo recordar a más de un conocido.
También Melissa McCarthy como Israel es una grata sorpresa. por su capacidad para un rol dramático tras la costumbre de verla en papeles cómicos, tanto en cine como en televisión.
En Can You Ever Forgive Me?hay no solo frustración y desengaño, sino verdadera tragedia. No solo por tocar casi tangencialmente el tema de la epidemia de sida sino por mostrar los entretelones del comercio literario y editorial, así como la frivolidad y la estafa tras la fama que rodean al deslumbramiento por el escritor de éxito. Celebridad de la que se nutren aprovechados —y hasta estafadores—, por lo general de apariencia amable y cultura real o impostada.
La búsqueda del chisme, el detalle mordaz, en las cartas falsificadas de creadores como Noël Coward, Edna Ferber y Dorothy Parker se convierte en el anzuelo perfecto para vender a incautos e ignorantes, o mediadores que tienen acceso directo a estos.
Esto ocurre no solo es el caso de documentos fabricados, porque el delito mayor que cometió Israel, y por el cual cumplió una pena mínima —prisión domiciliario y libertad condicionada— fue la apropiación de originales de los archivos para venderlos, y sus sustitución por copias hechas por ella para encubrir sus robos.
Junto a la conocida falsificación artística, hay otra industria —a veces menor, otras no tanto— de cartas, autógrafos, fotos y dedicatorias que permiten sobrevivir a algunos y enriquecerse a otros, gracias al poder adquisitivo de una elite despiadada en el pago de salarios, beneficios y recompensas, pero generosa cuando ven la posibilidad de agregar un objeto más para la ostentación que para el conocimiento.
Sin embargo, en esta película este tema —presente pero no lacerante— ocupa un segundo lugar gracias a las características de los personajes. Can You Ever Forgive Me?es sobre todo una película de actores. Este es su mérito más destacado, pero también su mayor limitación.
miércoles, 28 de agosto de 2019
La vieja y nueva lucha entre neoliberalismo y mercantilismo
Si la caída del Muro de Berlín marcó el fin de buena parte del mundo comunista, la crisis financiera de 2007-2008 también significó el fin de una era, esa en que estudiosos y charlatanes se mezclaron con la intención de convertir al mercado en un nuevo dios al que había que obedecer y respetar sin interferir nunca en sus designios.
Mientras que el comunismo duró varias décadas, el neoliberalismo disfrutó de una vida mucho más breve y feliz. Bastó que las cosas comenzaran a marchar mal para que los banqueros, y quienes los representan en Washington, se sintieran obligados a llamar a la caballería al rescate.
A la hora de las ganancias, hay que respetar al capital privado. Pero al llegar el momento de las pérdidas, ahí está el Estado —benefactor de los ricos y corporativo en esencia— para cargar las cuentas sobre las espaldas de los contribuyentes.
Desde el punto de vista histórico, el liberalismo surgió como una superación del Estado mercantilista, con una economía de libre mercado, basada en la división del trabajo, carente de influencias teleológicas e impulsada por el egoísmo individual, que terminaría encausando al egoísmo hacia el bienestar privado que a su vez es encauzado hacia el bienestar social. El hombre estaba obligado a servir a los otros, a fin de servirse a sí mismo.
Algunos años antes de la caída del comunismo, pero sobre todo tras la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista, el neoliberalismo se convirtió en la teoría capaz de lograr el desarrollo, y en última instancia el bienestar de todos, mediante la desigualdad. La paradoja del enunciado descansaba en el fracaso del comunismo, un publicitado proyecto de justicia social que no solo se había convertido en un sistema totalitario, en la práctica política, sino fracasado en sus objetivos económicos.
Pero además de deber su popularidad, en buena medida, a un fracaso ajeno y no a un mérito propio, el neoliberalismo olvidaba que el egoísmo se expresaba mejor en la avaricia individual que en el bienestar social, al que parecía destinado según los primeros teóricos de su antecesor, el liberalismo económico. La ganancia sin límites se perseguía a diario, sin considerarse un vicio y elogiándose como una virtud: sin pudor ni decencia.
Desde sus inicios, el liberalismo económico llevaba en última instancia al Estado corporativo. Esa mala semilla que tiene en su interior la sociedad propugnada por los neoliberales.
Cuando estos últimos hablan de disminuir el papel de un Estado paternal, regulador y mercantilista, tras sus palabras está el afán de desmontar cualquier mecanismo de protección y ayuda a la población, para imponer con absoluta libertad sus proyectos de beneficio personal.
Al negarse a intervenir desde un principio en el alza del petróleo a comienzos de este siglo, el entonces presidente George W Bush no hizo más que defender sus intereses familiares y los de su círculo de poder. Es cierto que una crisis bancaria de grandes proporciones afectó a todos los sectores sociales y económicos, pero lo fue también que los precios elevados de la gasolina perjudicaron especialmente a quienes, en la pirámide económica, estaban por debajo de los ricos; desde la clase media hasta los indocumentados.
El debate sobre el papel del Estado en los procesos económicos tuvo dos vertientes durante la segunda mitad del siglo pasado. En la primera y de mayores consecuencias políticas fue un enfrentamiento entre capitalismo y socialismo. Pero también se desarrolló, y de forma destacada dentro del mismo sistema capitalista.
Ambas están, por otra parte, íntimamente relacionadas.
La intervención del Estado, para prevenir y solucionar las crisis económicas fue la solución propugnada por John F. Keynes para precisamente salvar al capitalismo y evitar un estallido social que llevara a una revolución socialista.
Se puso en práctica con éxito en este país durante muchos años. Luego le llegó el turno a Milton Friedman, y sus principios fueron desarrollados con mayor o menor eficacia en Europa y Estados Unidos por los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, así como en Latinoamérica por el equipo económico imperante durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.
Parecía que los neoliberales de Bush eran los herederos perfectos de tal teoría, que lo deja todo en manos del mercado. Sin embargo, volvió a cumplirse el principio de que los extremos que se tocan: su administración adquirió un cariz mercantilista, donde un presidente inepto utilizó al Gobierno para distribuir prebendas e intentar salir al rescate de sus compinches en dificultades.
Con más o menos rescoldos, el gobierno de Barack Obama acudió al rescate de la banca y la industria automovilística. Solo que tras la salvación vino la penitencia, y su administración impuso restricciones —muchas de las cuales han sido derogadas ahora— que impidieran a banqueros y empresarios actuar como simples buscadores de riqueza en territorio salvaje, arrancando cabezas enemigas, engañando e intercambiando basura por oro.
Hoy, con la Casa Blanca convertida en un nuevo Versailles, el mercantilismo se ha convertido en la piedra angular de una administración republicana que rechaza algunos de los principios básicos del republicanismo hasta ahora conocido, como el libre comercio; mientras, los legisladores de dicho partido —acólitos sometidos por Trump— aplauden resignados.
Por otra parte, si bien es cierto que en una economía de mercado libre la creación de mercancías está determinada por los precios y el consumo, en la actualidad estos mecanismos ya no son regidos por la simple ley de la oferta y la demanda, sino también por la propaganda, las técnicas de mercadeo, los monopolios y un mercado global donde no solo se venden mercancías sino también se compra mano de obra a bajo precio. Oponerse a tales prácticas forma parte de la retórica de campaña electoral permanente de Donald Trump, con su proteccionismo nacionalista. En la práctica, los vaivenes no solo en las declaraciones sino en la práctica política del actual mandatario, sirven a un juego de tronos y d bonos que beneficia a unos pocos. A través del tiempo y los gobiernos, la avaricia de estos no solo se ha mantenido sino también aumentado.
martes, 27 de agosto de 2019
Melania se roba el show
OK, es una foto, un ángulo, un instante, algo que siempre aprovechas los fotógrafos.
Durante la foto familiar en la que los mandatarios del G7 posan junto a sus parejas, un momento, solo un instante, ha causado toda clase de comentarios y memes en las redes sociales.
Por el ángulo de la foto, parece que Melania Trump, primera dama de EEUU y Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, estuvieran pasándola muy bien, mientras a Donald Trump se le ve con la cabeza gacha.
Trudeau, por otra parte, siempre ha gozado de una relación especial —al menos visualmente— con la familia Trump, aunque no con el mandatario. En ocasiones anteriores ha sido con Ivanka, la hija preferida, y ahora fue con la esposa. Esta dicotomía, en que verbalmente Trump y Trudeau intercambian comentarios ásperos, casi (o sin casi) insultos y los contactos visuales con el lado femenino del clan Trump han servido una y otra vez para alimentar las redes sociales.
Solo que en la última reunión del G-7 no apareció Ivanka (¿o es que no apareció en las fotos?) y Melania se robó el show.
Y lo hizo desde abajo.
Con unos tacones de 120 milímetros y montada en unos Louboutin plateados —más que elegantes chillones— Melania Trump desafió la misma presidencia de Estados Unidos de la que forma parte esencial. A su manera. Porque eso de desembarcar en Francia con unos zancos de un diseñador del país anfitrión es, si no una bofetada, una más bien una tirada de puerta en la cara a la América profunda. Si Trump había proclamado que los vinos californianos eran mejor que los franceses, qué quedaba para la moda. Pues que al final de la reunión los vinos seguirán entrando en tierra americana sin un arancel adicional y los diseñadores galos podrán seguir torturando indemnes a actrices, millonarias, modelos y ejecutivas que puedan y quieran permitirlo.
Por supuesto, todo esto es frívolo y más de película de Fellini que de análisis político.
Es que las cumbres como esta —¿o todas las cumbres?— son aburridas y solo se salvan a la hora de los postres. Ello no justifica. No obstante, facilita la futilidad.
Melania, por otra parte, se ha impuesto sobre los fieles trumpistas que la admiten en zancos y admiran —con razón— su capacidad para el sacrificio. No toda mujer es capaz de soportar el tormento que supone este calzado y ella lo hace no solo con estoicismo sino con habilidad y gracia.
Pero a un precio. Según elExpress, el vestuario que llevó durante un día en la cumbre cuesta unas £22.000. Para empezar, un vestido similar en la red tiene un precio de £320. Los zapatos del diseñador Christian Louboutin cuestan £445. El bolso blanco, de la marca francesa Hermes Birkin, unas £19.693 (en modaoperandi.com). El vestido alrededor de £1.941.
Por supuesto que es tonto —más bien idiota— resaltar los lujos que puede darse la esposa de un millonario, político populista o no. Si bien no está del todo mal recordar que eso de comprar América primero no va con ella. Bravo por Melania. Así que uno puede ir al supermercado y adquirir cualquier botella de vino francés barato sin complejo de renegar del trumpismo.
Cuando la cosa se complica un poco es en el supuesto conocimiento que tiene la primera dama estadounidense de Kim Jong-un, el líder —o mejor dictador— norcoreano.
Durante la conferencia de prensa en la cumbre del G-7, Trump expresó:
“También digo que, por cierto, con respecto a Corea del Norte, Kim Jong-un, a quien conocí extremadamente bien. La primera dama había conocido a Kim Jong-un, y creo que estaría de acuerdo conmigo: es un hombre con un país que tiene un potencial tremendo”, dijo Trump.
A nadie escapó la mirada burlona de Melania.
La realidad es que ella nunca ha estado en una habitación con Kim y aparentemente tampoco habló con él.
La Casa Blanca se apresuró a formular una aclaración. La secretaria de prensa, Stephanie Grisham, emitió un comunicado poco después de señalar que la primera dama nunca se había encontrado con Kim.
“El presidente Trump confía en su esposa sobre muchos temas, incluidos los elementos detallados de su fuerte relación con el mandatario [Chairman Kimes la denominación oficial que usan Trump y la Casa Blanca] Kim, y aunque la primera dama no lo conoció, el presidente siente que ella también lo conoce”, dijo Grisham.
Así que todo se limita a lo que Trump “siente” o a lo que “siente que siente su esposa” respecto a Kim y a él y Kim. Entramos así en el mundo de la fantasía.
Una fantasía que, además, puede tener su lado oscuro, más bien confuso,
Como señala el Washington Post, Melania no asistió ni a la primera, a la segunda ni a la tercera de las reuniones de Trump con Kim, pero Ivanka Trump lo acompañó en la última. Existe entonces la posibilidad de que las haya confundido.
En esta vía marxista en la que cada vez más se adentra la presidencia de Trump, solo resta un atisbo de esperanza: al menos Melania no parece dispuesta a jugar el papel de Margaret Dumont.
lunes, 26 de agosto de 2019
Isabel Toledo (1960-2019)
La diseñadora de moda cubanoamericana Isabel Toledo, cuyas creaciones fueron usadas por actrices de cine y la exprimera dama Michelle Obama, falleció hoy lunes 26 de agosto en Nueva York. Tenía 59 años edad.
La creadora padecía de un cáncer de seno, según su esposo, el artista Rubén Toledo, de acuerdo a The New York Times.
María Isabel Izquierdo nació en Camajuany, Cuba. Junto a sus padres y dos hermanas llegó a Estados Unidos en 1968. La familia se estableció en New Jersey, donde ella conoció a Toledo, también de procedencia cubana. Ella tenía 14 años y el 13 y ambos compartieron la misma clase de español en la escuela. Se casaron en 1984.
Isabel Toledo realizó estudios de pintura, cerámica y diseño de modas en el Fashion Institute of Technology y luego en la Parsons School of Design, de Nueva York, la que abandonó en 1979, antes de graduarse, para realizar un internado con Diana Vreeland en el Costume Institute del Metropolitan Museum of Art.
En 1984 Toledo presentó su primera colección en Danceteria, gracias al artista Joey Arias, un buen amigo que dirigió el evento. Aunque se convirtió en parte oficial de la Semana de la Moda de Nueva York en 1985 y Barneys en Nueva York, Colette en París, Joyce en Hong Kong e Ikram en Chicago pronto vendieron sus modelos, nunca perdió su afinidad por la ropa de apariencia áspera y sin terminar (raw edge).
Toledo fue directora creativa de la firma Anne Klein entre 2006 y 2007. Su colección para Lane Bryant fue creada en una época donde el mundo de la moda ignoraba las tallas grandes.
El 18 de junio de 2008, Michelle Obama asistió a una recaudación de fondos entre figuras de la moda usando un vestido negro realizado por Toledo.
Toledo no diseñó el vestido específicamente para Michelle Obama, ni se lo vendió directamente a ella.
Obama compró el vestido en Ikram en Chicago.
“Fue un honor para mi”, dijo Toledo al enterarse.
Isabel fue la diseñadora del vestido que lució Michelle Obama durante la toma de posesión presidencial en 2009.
Sin una preferencia especial por ser el centro de atención o en los logotipos, Isabel Toledo era una rareza en el mundo de la moda moderna. Dedicada a la moda como un oficio y una expresión de sí misma e insertada en la escena artística del centro de Nueva York, representó un regreso a la época anterior a que el diseñador se convirtiera en el director creativo, comenta Vanessa Friedman en The New YorkTimes. En más de una entrevista destacó que su verdadera formación fue resultado de trabajar como costurera siendo una adolescente. En una entrevista con CNN, dijo que había comenzado a coser a los ocho años.
Trabajó en un pintorescoloften el centro de Manhattan con su esposo, y el matrimonio se sumergió en los mundos del arte, la danza y el teatro por la pura alegría de la colaboración estética. Los Toledo intercambiaron con Andy Warhol,
Toledo fue reconocida con los premios Couture Council Award y el Cooper Hewitt National Design Award, que le otorgó el Smithsonian Museum junto con su esposo. Además, fue nominada a un premio Tony por su trabajo en el musical de Broadway After Midnight.
Isabel Toledo fue una presencia en Cuaderno de Cubadesde la noticia de la asistencia de Michelle Obama a una recaudación de fondos entre figuras de la moda usando un vestido negro realizado por Toledo el 18 de junio de 2008. Creo que por un tiempo Cuadernofue el único que habló de la diseñadora. Al parecer el rechazo a los demócratas en esta ciudad afectaba hasta las noticias de moda.
Ver también:
Sótades
Que tras contar un chiste no se ría nadie no es lo peor que uno puede esperar. Sótades de Maronea escribió unos versos humorísticos sobre ciertos aspectos de la vida sexual de Ptolomeo II y acabó encerrado en una caja de plomo y tirado al mar.
Sótades (en griego Σωτάδης) fue un poeta del siglo III a.C. de la Antigua Grecia. Nacido en Maronea, ya sea en Creta o Tracia. Fue el mayor representante del grupo de escritores de los Kinaidoi (plural de kínaidos[κίναιδος, de κινέω“causar” y αιδώς “vergüenza”], el miembro pasivo de una relación homosexual). Eran versos satíricos y subversivos escritos en lo que se llamaría después métrica sotádica, caracterizada por la posibilidad de leerse la misma oración de fin a comienzo, lo que hoy se denomina palíndromo.
Sótades fue el autor de algunos de los primeros palíndromos, por lo general obscenos y difamatorios. Hoy es considerado por muchos como el inventor del recurso. Vivió en Alejandría durante el reinado de Ptolomeo II (285-246 a. C.), a quien atacó con uno de sus poemas (“Estás metiéndolo donde no debes”), sobre su casamiento con su propia hermana, Arsínoe, por lo cual fue encarcelado y finalmente ejecutado.
Uno de los palíndromos más famosos de la antigüedad,Niyon anomhma mh monan oyin, se le atribuye a san Gregorio Nacianceno (330-390). Puede ser traducido como “Lave sus pecados y no solo su cara” o “Lavo mis pecados, no solo mi rostro”. Aparece inscripto en la fuente del patio de la catedral de la Iglesia Ortodoxa Griega Hagia Sophia de Constantinopla (Estambul), que en la actualidad es un museo. Era común que los griegos colocaran esta frase en sus fuentes.
En el griego moderno, el palíndromo se llama karkínos, que es el nombre del cangrejo. Para los ingleses, este tipo de palabra o frase (palindrome) fue inventada por Ben Jonson en 1629.
El palíndromo responde a un uso lúdico del lenguaje y es por su esencia ingenio y artificio. En ocasiones, pocas, alcanza la categoría literaria.
Gabriel Zaid le dedica un amplio texto enLetras Libres. Allí aparecen 35 palíndromos cortos en español. Entre los autores de los mismos se encuentran: Jorge Luis Borges (“Sapos, oíd: El rey ayer le dio sopas”); Julio Cortázar (“Salta Lenin el atlas”); Juan José Arreola (“Etna da luz azul a Dante”); Augusto Monterroso (“Onís es asesino”); y Guillermo Cabrera Infante (“Nada, yo soy Adán”).
El Descubrimiento más allá del encuentro erótico
Este dibujo de Jan van der Straet (c 1575) se ha convertido en un emblema del Descubrimiento. La mujer reclinada, desnuda, en un exuberante paisaje del Nuevo Mundo, saluda al hombre europeo que se encuentra delante de ella, blindado y con un bastón con crucifijo en la mano derecha y un astrolabio en la otra. Oculta discretamente debajo de la túnica del hombre hay una espada.
La representación nos presenta el Descubrimiento como un encuentro erótico entre un europeo completamente vestido y una india americana desnuda. Una imagen que establecida en la imaginación cultural occidental durante bastante tiempo.
En la lámina de Van der Straet, las manos del europeo están llenas, las de la india vacía. Esta extiende su mano derecha hacia el hombre en un gesto ambiguamente suspendido entre el saludo y la invitación. Difícil discernir con absoluta certeza si ella se está levantando para abrazarlo o está en el proceso de reclinarse e invitarlo a unirse a ella en la hamaca.
En cualquier caso, la escena sugiere mucho más que un simple encuentro erótico: es el preludio de un intercambio en América, desnuda y recostada, solo tiene para ofrecer su cuerpo mientras Europa, el hombre erguido y con armadura, aporta su conocimiento y la fe.
La alegoría en el encuentro erótico de Van der Straet trasciende lo sexual. Hay valores culturales que privilegian la postura del hombre europeo en contraste con la de la mujer india, que es demasiado receptiva, abierta y vacía a pesar de su apariencia deseable, que se ve reforzada por el entorno de jardín pastoral.
Sin embargo, el paisaje idílico lo es solo a primera vista. En un segundo plano, estratégicamente situado entre las dos figuras, justo encima del brazo de la mujer que hace señas, hay una escena caníbal: tres indios, desnudos como la mujer, están asando una pierna humana. La seducción entonces adquiere un carácter perturbador: los valores culturales de género trastocados evidencian una necesaria advertencia: la alegoría de Van der Straet no solo inventa sino que traduce los signos de un discurso justificativo de la colonización y conquista.
Irán dice que no negociará el desarrollo de misiles
Irán quiere exportar un mínimo de 700.000 barriles por día (bpd) de petróleo e idealmente hasta 1,5 millones de bpd si Occidente quiere negociar con Teherán para salvar un acuerdo nuclear de 2015, dijeron el domingo a Reuters dos responsables y un diplomático iraníes.
“Como gesto de buena voluntad y un paso para crear espacio en las negociaciones, hemos respondido a la propuesta francesa”, dijo un alto cargo iraní que habló bajo condición de anonimato.
“Queremos exportar 700.000 bpd de petróleo y que nos paguen en efectivo (...) y eso solo en principio. Debería llegar a 1,5 millones de bpd”, agregó.
Otro funcionario dijo que “el programa de misiles balísticos de Irán no será negociado. Lo hemos subrayado clara y abiertamente”.
Los responsables no dieron detalles sobre la referencia a una propuesta de Francia. Funcionarios franceses no estaban inmediatamente disponibles para comentar.
Un diplomático iraní dijo que Irán también había descartado cualquier negociación de su “derecho a enriquecer uranio, su ciclo de combustible nuclear de industria nacional (...) y a cambio estaremos totalmente comprometidos con el pacto nuclear de 2015”.
Fuentes del sector dijeron a Reuters que las exportaciones de petróleo iraní llegaron a caer en julio hasta 100.000 bpd debido a las sanciones impuestas sobre el país por Estados Unidos desde que el presidente Donald Trump abandonó el pacto de 2015 el año pasado.
domingo, 25 de agosto de 2019
Un G7 fracturado en tiempo de crisis
Los líderes del G7 acordaron este domingo medidas contra los incendios en la Amazonía, en una cumbre en Francia en la que buscarán también pactar un plan para reactivar la economía mundial, con la guerra comercial chino-estadounidense como telón de fondo, informa la AFP.
Los mandatarios de este club de potencias industrializadas, reunidos desde el sábado en el exclusivo balneario de Biarritz, en el suroeste de Francia, entraron de lleno en los debates el domingo, en medio de una nutrida agenda diplomática y grandes fracturas internas que podrían socavar el encuentro.
Los dirigentes, que han llamado a actuar contra los incendios que asolan desde hace algunas semanas el llamado “pulmón del planeta”, tildados de “crisis internacional” y de “ecocidio”, anunciaron medidas para luchar contra el fuego, que han arrasado miles de hectáreas en Brasil, Bolivia y Paraguay.
“La Amazonía es nuestro bien común”, manifestó el presidente francés, Emmanuel Macron, anfitrión de la cumbre, quien llamó a una “movilización de todas las potencias” para sofocar las llamas que devoran la Amazonía, considerada vital para el futuro del planeta.
La preocupación por los fuegos que consumen una parte de la selva tropical más extensa del mundo acaparó parte de la atención en la primera jornada de la cumbre del G7 y fue uno de los “puntos de convergencia” encontrados por Macron y su par estadounidense, Donald Trump, en un almuerzo.
La inscripción en la agenda del cónclave de esta crisis, sin participación de los países de la región, provocó la furia del presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien denunció una “mentalidad colonialista fuera de lugar en el siglo XXI”.
El mandatario sudamericano afirmó además que “otros países” que le ofrecieron ayuda “se pusieron a disposición para llevar la posición brasileña ante el G7”, sin especificar cuáles.
Este domingo las miradas se centraron también en el primer ministro británico, Boris Johnson, que hizo su debut internacional desde que asumió las riendas de Reino Unido en plena crisis del Brexit.
Johnson pidió el sábado al presidente Donald Trump, con quien mantiene una buena sintonía política, que elimine las “considerables barreras” para las empresas británicas que quieren exportar al mercado estadounidense.
“Hay enormes oportunidades para las empresas británicas [...] pero va a ser necesario que nuestros amigos estadounidenses cooperen”, apuntó.
Tras el encuentro, Donald Trump y Boris Johnson se reunieron con los otros líderes del G7: el francés Emmanuel Macron, la alemana Angela Merkel, el japonés Shinzo Abe, el italiano Giuseppe Conte y el canadiense Justin Trudeau, con quienes hablaron del estado de la economía mundial.
En las últimas semanas, han aparecido señales preocupantes en grandes economías como Alemania, China y Estados Unidos, que hacen temer una desaceleración económica a nivel global.
Europeos y japoneses han responsabilizado de la situación a la guerra comercial que mantienen los dos principales bloques económicos del mundo, Estados Unidos y China, que el viernes endurecieron sus posiciones y se impusieron mutuamente nuevos aranceles.
“Las tensiones comerciales son malas para todo”, advirtió Macron, quien resumió con estas palabras la preocupación general en el foro.
En un intento por convencer a Trump de no imponer nuevas tasas a los vinos franceses en respuesta a la decisión de París de gravar a los gigantes digitales como Facebook o Amazon, Macron invitó el sábado a Trump a un almuerzo de trabajo que inicialmente no estaba previsto en la agenda.
Con este almuerzo, el jefe de Estado francés “creó las condiciones para un buen grado de convergencia dentro del grupo (del G7) y obtuvo clarificaciones de Donald Trump” sobre las principales cuestiones en la agenda de esta cumbre, “incluyendo acuerdos y desacuerdos”, señaló el Elíseo.
“Están pasando cosas buenas para nuestros dos países. ¡Gran fin de semana con otros dirigentes del mundo!”, tuiteó por su parte Trump.
Amazonía
Los líderes del G7 acordaron ayudar a los países afectados por los incendios en la Amazonía “lo más rápido posible”.
“Estamos todos de acuerdo para ayudar lo más rápido posible a los países afectados por estos incendios”, dijo Macron.
“Nuestros equipos están tomando contacto con todos los países de la Amazonía para que podamos concretar nuestros compromisos con medios técnicos y financieros”, añadió el mandatario francés, quién llamó a “movilizaciones de todas las potencias” ante esta “emergencia internacional”.
Macron rechazó las críticas de Brasil sobre una intromisión en asuntos soberanos de otras naciones, y recordó que Francia es “uno de los nueve países amazónicos” ya que la Guayana, territorio francés, está localizado en el noreste de Sudamérica.
El presidente chileno, Sebastián Piñera, el único mandatario sudamericano presente en la cumbre a invitación de Francia, abordó la emergencia de los incendios en la Amazonía con la canciller alemana, Angela Merkel.
“Estamos estudiando una ayuda, sobre todo logística”, indicó Merkel a la prensa. “La ayuda de los Estados europeos será coordinada en Bruselas”, apuntó la canciller.
Irán
La cumbre estuvo también marcada por una visita relámpago del ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif, que aterrizó en Biarritz el domingo por la tarde.
La presencia de Zarif no había sido anunciada, pero fue orquestada por Macron, quien desde hace semanas intenta mediar para calmar la espiral de tensiones entre Irán y Estados Unidos.
El jefe de la diplomacia estadounidense no se reunió con el presidente estadounidense Donald Trump, indicaron fuentes diplomáticas, pero la presencia de los dos hombres en Biarritz despertó esperanzas de una desescalada.
Las autoridades francesas afirmaron que Trump estaba al tanto de su visita. “Trabajamos con total transparencia con los estadounidenses”, indicó el Elíseo.
Robert Malley, jefe del grupo de reflexión International Crisis Group, dijo que esto era una señal de que Trump había dado “alguna respuesta positiva” a las propuestas de acuerdo de Macron. “Tal vez el presidente Trump le dijo al presidente Macron en privado que estaba abierto a algunas de estas ideas”, dijo a la AFP.
Las autoridades francesas tacharon a las discusiones con Zarif de “positivas” pero no trascendieron elementos sobre su contenido. Zarif se marchó de Biarritz al caer la noche.
“El camino por delante es difícil. Pero vale la pena intentarlo”, escribió en Twitter Zarif tras reunirse con Macron y funcionarios británicos y alemanes.
Macron había mantenido conversaciones con Zarif en París en vísperas de la cumbre del G7 y ha estado dirigiendo los esfuerzos para que Teherán y Washington vuelvan a la mesa de negociaciones.
La política de Trump de aplicar la “máxima presión” sobre Teherán mediante sanciones que estrangulan su economía ha sido criticada por las potencias europeas, que consideran aumenta el riesgo de conflicto en Oriente Medio.
Macron ha instado al gobierno de Estados Unidos a que ofrezca algún tipo de alivio a Irán, como el levantamiento de las sanciones sobre las ventas de petróleo a China e India, o una nueva línea de crédito para permitir las exportaciones.
A cambio, Irán volvería a cumplir con un acuerdo histórico de 2015 que limita su programa nuclear, del que Trump se retiró unilateralmente del año pasado.
China
Trump afirmó el domingo que la cumbre del G7 iba “de maravilla”, pero las fracturas entre el inquilino de la Casa Blanca y sus aliados saltaron a la luz en varios temas, incluyendo comercio.
El estadounidense excluyó cualquier desescalada en su guerra comercial con China pese a que los otros líderes del G7 le urgieron apaciguar las tensiones.
El presidente estadounidense no se arrepiente por la escalada de la guerra comercial con China, y solo “lamenta no haber subido aún más los aranceles” a los productos chinos, indicó una portavoz de la Casa Blanca.
Los siete miembros del club de democracias industrializadas acordaron también “reforzar el diálogo y la coordinación” sobre las crisis actuales con Rusia, pero estimaron que era “demasiado pronto” para pensar reintegrar a este país al foro, del que fue expulsado por la anexión de Crimea en 2014.
sábado, 24 de agosto de 2019
Max Bruch
Max Bruch no era judío. Compositor romántico alemán, en vida sufrió el menosprecio de quienes consideraban que su amigo Johannes Brahms era mejor músico. El juicio no resultó erróneo, pero la música de Bruch —sobre todo su Concierto para violín, el primero porque escribió tres— forma parte del repertorio de intérpretes y orquestas notables en la actualidad. Tampoco hay que menospreciarlo porque sus ideas musicales fueran más bien conservadores, incluso reaccionarias, ya que sus melodías y la estructura musical de sus obras han resistido el paso del tiempo.
Su Kol Nidrei, Op. 47, para violonchelo y orquesta lleva por subtítulo “Adagio de melodías hebreas para violonchelo y orquesta”, lo que llevó pensar a los nazis en el poder de que el compositor necesariamente tenía que tener ancestros judíos. Pese a que los parientes de Bruch —quien había muerto en 1920 y pertenecía a una familia protestante— negaron cualquier tipo de vínculo en este sentido, su música fue práctica excluida de los países gobernados o bajo la influencia nacional socialista en esa época.
Al parecer el Kol Nidrei de Bruch influyó en el Schelomo de 1916 del compositor suizo Ernest Bloch, que lleva por subtítulo ”Rapsodia Hebrea”. Hay algo de la función del cello, que más allá de las obras en que tiene un papel solista destaca por brindar un soporte musical a la orquesta. en lugar de enunciar la melodía principal como los violines, pero que al mismo tiempo muestra una mayor versatilidad que otros instrumentos, que lo relaciona con el carácter judío.
El Kol Nidre se canta al comienzo del Yom Kipur, la celebración hebrea del Día de la Expiación, centrada en el perdón y el arrepentimiento, la cual ha trascendido la festividad religiosa judía. También ha servido como pretexto para criticar a los judíos por “liberar” a los practicantes de las obligaciones y compromisos asumidos durante el año, olvidando su carácter religioso y su surgimiento durante años de intensa persecución y conversiones obligadas.Aparece en las cinco barras del sexto movimiento (“adagio quasi un poco andante") del Cuarteto para cuerdas de Beethoven, Op. 131. Arnold Schoenberg tiene una versión para narrador, coros y orquesta, Op. 39.
Su presencia más conocida en el cine es en El cantor del jazz de 1927 con Al Jolson y el remake de 1980 con Neil Diamond.
Entre las interpretaciones del Kol Nidre de Bruch continúa siendo la mejor la de Jacqueline du Pré, con Daniel Barenboim dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Israel.
«El elegido», los acólitos y el pintor
Frente al habitual grupo de periodistas de la Casa Blanca, el presidente Donald Trump afirma ser “el elegido” para hacer frente a China en materia comercial. Acompaña sus palabras con una mirada dirigida al cielo. De inmediato la noticia recorre el mundo.
“Soy el elegido... por eso me estoy enfrentando a China”. La afirmación del autodeclarado nuevo mesías —que utiliza un término que a menudo se usa para referirse a figuras religiosas como Jesús y Mahoma— provoca todo tipo de comentarios en la prensa.
Antes, en una serie de tuits por la mañana del mismo miércoles, Trump citó al comentarista conservador y presentador radial Wayne Allyn Root, un conocido propagador de teorías conspirativas, quien prácticamente declaró al presidente estadounidense como un nuevo “Mesías” durante su programa del martes por la noche.
Citando los tuits de Root, Trump compartió el mensaje de que él es ”el presidente más grande para los judíos en Israel”, que “el pueblo judío en Israel lo ama como el Rey de Israel” e incluso “lo aman como si fuera la segunda venida de Dios”.
“Gracias a Wayne Allyn Root por las bonitas palabras”, dijo Trump.
Por un momento, uno se pregunta por la salud mental del mandatario. Pero luego recuerda que ya con anterioridad, el secretario de Estado Mike Pompeo se había referido a Trump en iguales términos durante una visita a Israel, como el enviado por dios para salvar al pueblo judío.
En marzo de este año, en una entrevista en Jerusalén, Chris Mitchell, del Christian Broadcast Network, le preguntó a Pompeo: “¿Podría ser que el presidente Trump en este momento haya sido elevado para un momento como este, al igual que la reina Esther, para ayudar a salvar al pueblo judío de la amenaza iraní?”. Esther es la principal heroína de la festividad judía de Purim, que se celebraba por esos días.
“Como cristiano, ciertamente creo que eso es posible”, respondió Pompeo.
Asistimos entonces a la utilización con un objetivo electoral —de forma bastante grosera por cierto— de todo ciertas creencias, fantasías y nostalgias propias de un sector poblacional.
Todo ello antecede a Trump y se hace público con el movimiento Tea Party en 2009, aunque tiene sus raíces en un resentimiento que se desarrolla como contrapartida a los cambios políticos, ideológicos, culturales y demográficos que ocurren en Estados Unidos a partir de la década de 1960.
Hay una expresión gráfica de este sentimiento en las ilustraciones de Jon McNaughton, cuya obra empezó a conocerse alrededor del surgimiento del Tea Party en 2009, las cuales reflejan esos sentimientos nativistas, ultraconservadores y evangélicos: la bandera, los símbolos del poder en Washington, niños, hombres y mujeres —todos blancos— y la presencia de Jesucristo como salvador de esa “civilización blanca” en peligro y de Obama como el diablo comunista.
Más ideogramas que objetos de arte, propaganda que pintura, las ilustraciones de McNaughton están realizadas para trasmitir una ideología no solo en su contenido gráfico sino desde el título: “Una nación bajo Dios”, “El hombre olvidado“, “Separación de la Iglesia el Estado”, “Cruzando el pantano”. Son una especie de sermones visuales donde predomina el kitsch.
Nada casual que Sean Hannity adquiriera una de ellas y que las litografías abunden a la venta en internet.
Para quienes se apresten a mencionar que durante el Renacimiento italiano el arte cumplía igualmente una función de propaganda religiosa, baste señalar que la diferencia en valor artístico convierte al argumento en insulto.
Antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca, las ilustraciones de McNaughton presentaban a la sociedad estadounidense en plena decadencia, donde los hombres —siempre blancos— habían perdido sus empleos por culpa del “socialismo” del entonces presidente Barack Obama, el establishment político en Washington se había olvidado y traicionado al “hombre común”, las minorías usurpaban las posiciones claves y los valores tradicionales y los documentos fundacionales eran pisoteados por dichos usurpadores. Para McNaughton, la Constitución adquiría un carácter religioso, Cristo era anglosajón y el secularismo de las leyes y el gobierno era un fenómeno moderno donde los legisladores actuales expulsaban a Cristo del Senado: la fantasía del evangelismo estadounidense de instalar un poder religioso sin limitaciones en Washington.
Como parte de esta amalgama, aparece la necesidad de un nuevo redentor. Los políticos tradicionales han abandonado las raíces cristiana y es necesario que venga alguien de afuera a restaurar el poder y la gloria.
Ese alguien, por supuesto, es el papel asumido por Donald Trump, cuyo discurso es cada día una muestra ampliada y en palabras de las fantasías visuales de McNaughton.
La otra «corrección política»
A la corrección política de una izquierda mojigata la ha sustituido otra, de una derecha patriotera y reaccionaria. Los partidarios de Donald Trump alientan sus banderas de ira y desprecio como un clamor de irreverencia nueva, cuando en realidad no pasan de repetidores de viejos mitos y lemas.
Asistimos al choque de dos representaciones de la realidad, ambas limitadas en extremo. Para superar tal confrontación —que cada día se acerca más a un estancamiento—, es necesario ante todo un reconocimiento elemental: “el mapa no es el territorio”.
Construimos nuestro mapa, y en ocasiones nos vemos llevados a compulsar esa representación con lo social y políticamente aceptado. Somos obligados a suprimir ciertos sentimientos y creencias, porque en determinado momento no es bueno expresarlos. Sucedió durante la era de Obama y está ocurriendo igual durante los tiempos de Trump.
Que temporalmente desaparezcan las barreras vigentes con anterioridad no deja de ser un acto liberador —y ello explica tanto el gozo como el ímpetu de los partidarios de Trump—, pero no por ello la realidad deja de existir.
Lo que ocurre, tras un momento inicial de cambio y derrumbe, es la erupción de nuevos muros. Todo termina en una simple sustitución. Lo nocivo es cuando esa sustitución trata de imponerse a todos y establecerse como un absoluto. Aquí vienen al caso los ejemplos totalitarios del fascismo y el comunismo.
Llama la atención que, en el caso de los partidarios de Trump, la carencia de mejores instrumentos de análisis los lleve a la adopción de patrones propios del paradigma que critican con tan saña.
Por ejemplo, refutar un artículo de opinión por su falta de neutralidad o balance.
Es tonto pedirle a un columnista que escribe 50 palabras a favor de Trump que luego tenga que “balancearlas” con otras 50 en contra.
Las consideraciones propias, a la hora de divulgar una información o un análisis noticioso —donde sí vale formular el criterio del “balance informativo”— no rigen para el periodismo de opinión. El único denominador en todos los casos es no difundir mentiras a sabiendas.
Lo más paradójico, de Trump y sus seguidores, es exigir neutralidad y parcialidad cuando la actual administración carece de ello.
Precisamente lo que viene incubándose desde hace aproximadamente un par de décadas —y el surgimiento de un fenómeno político como la presidencia de Trump es un resultado de tal situación— es un clima social y político donde ser neutral o imparcial —incluso actuar racionalmente— ha sido cada vez más relegado.
El concepto de que el mapa no es el territorio —acuñado por el lingüista Alfred Korzybski— nos explica que al igual que una palabra no es el objeto que representa, el conocimiento que tenemos del mundo está limitado por nuestras representaciones mentales.
Trump ha apelado con éxito a rencores, estereotipos y creencias, en ciertos sectores de la población estadounidense, para imponer su agenda. Y hasta ahora la mayoría de las respuestas en su contra —tanto por parte de los demócratas como de sectores de la prensa— no avanzan más allá de acudir a mecanismos similares pero con una representación de contrarios. En ambos casos, todo se reduce a una resistencia al cambio.
La única carta de triunfo para enfrentarlo con acierto sería el surgimiento de una visión más amplia de la realidad estadounidense, que supere la dicotomía de ambas “correcciones políticas”. Pero ello está lejos aún de poder vaticinarse.
Ingrid
Para muchos, al menos para mí, Ingrid Bergman siempre fotografió mejor en blanco y negro que en color. O tendré que reconocer que hay dos Ingrid Bergman y que la versión en color resalta lo que no me gusta en la actriz —una pantalla falsa a que terminó adaptándose, actuaciones desiguales y cierta ñoñería imperdonable—, mientras en blanco y negro su belleza opaca todo lo demás. Lo cierto es que más allá del mito y de Casablanca y de Hitchcock, es ella en buena medida la que contribuye a que las seis películas dirigidas por Rossellini —en su momento fracasos de público y crítica— se puedan ver hoy no como simples muestras de buen cine: se disfruten con un agrado visual que trasciende la trama, la excelente dirección y cualquier interpretación ética o filosófica.
El mapa y el territorio
El mapa no es el territorio. El concepto fue acuñado por Alfred Korzybski, quien fue el primero en utilizarlo en neurolingüística.
El significado proviene de una historia, quizá una leyenda. Durante la Primera Guerra Mundial, Korzybski cayó junto con la tropa que dirigía en una profunda zanja que no figuraba en ninguno de los mapas al uso para el avance de las tropas.
Según Korzybski, un mapa no es el territorio que representa, del mismo modo que una palabra no es el objeto que nombra.
El conocimiento que tenemos del mundo está limitado por la estructura de nuestro sistema nervioso y la del lenguaje. Conocemos el mundo por medio de mapas mentales, y cada individuo tiene su propio mapa mental.
Korzybski —que había nacido en Varsovia en1879 y murió en Connecticut en 1950— fundamentó su idea en 1931, ante la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en Nueva Orleans. Luego apareció en su obra Science and Sanity(1933) y más tarde se convirtió en un postulado básico de la Programación Neurolingüística (PNL).
Pero no siempre Korzybski se dedicó a la ciencia. Había sido primero oficial de inteligencia del ejército zarista y en 1916, tras ser herido durante la Primera Guerra Mundial, actuó como coordinador de aprovisionamiento de artillería para el frente, desde Canadá y Estados Unidos.
Cada persona crea su propio mapa de la realidad. Por supuesto que hay muchos elementos comunes entre los miembros de una familia, una comunidad, un país o quienes comparten un idioma y una cultura. Pero en esa elaboración del mapa personal, que se extiende durante toda la vida, hay sentimientos, percepciones y aspectos que se suprimen —muchas veces de forma inconsciente—, porque se consideran que no nos representan o que no están bien representados en lo que vemos y sentidos.
También ese mapa es responsable, en gran medida, de la resistencia al cambio; de lo que difícil que puede resultar adaptarse a una nueva situación. Someterse a un cambio muchas veces se interpreta como una pérdida de control.
Si un mapa no es exactamente el territorio que representa y una palabra tampoco es el objeto a que se refiere, el concepto de objetividad tiene que considerarse con mucho cuidado y hasta cierta reserva. Hay un condicionamiento mental para ver, oír, sentar y expresar las cosas de cierta manera.
Podría pensarse que con los avances tecnológicos, “los mapas” —en un sentido general del término que trasciende la geografía— se acercan cada vez más al territorio; pero también esos mismo avances actúan en sentido contrario: como reforzamiento de prejuicios, conclusiones erróneas y visiones tergiversadas.
Junto a la globalización, ha aumentado también la “tribalización”, sobre todo en política. Y el concepto del mapa y el territorio —más allá de lo farragoso que pueda parecer la explicación— resulta básico para comprender la atracción que en la actualidad ejercen las falsas noticias y para penetrar en el mundo de la pos verdad.
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