OK, es una foto, un ángulo, un instante, algo que siempre aprovechas los fotógrafos.
Durante la foto familiar en la que los mandatarios del G7 posan junto a sus parejas, un momento, solo un instante, ha causado toda clase de comentarios y memes en las redes sociales.
Por el ángulo de la foto, parece que Melania Trump, primera dama de EEUU y Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, estuvieran pasándola muy bien, mientras a Donald Trump se le ve con la cabeza gacha.
Trudeau, por otra parte, siempre ha gozado de una relación especial —al menos visualmente— con la familia Trump, aunque no con el mandatario. En ocasiones anteriores ha sido con Ivanka, la hija preferida, y ahora fue con la esposa. Esta dicotomía, en que verbalmente Trump y Trudeau intercambian comentarios ásperos, casi (o sin casi) insultos y los contactos visuales con el lado femenino del clan Trump han servido una y otra vez para alimentar las redes sociales.
Solo que en la última reunión del G-7 no apareció Ivanka (¿o es que no apareció en las fotos?) y Melania se robó el show.
Y lo hizo desde abajo.
Con unos tacones de 120 milímetros y montada en unos Louboutin plateados —más que elegantes chillones— Melania Trump desafió la misma presidencia de Estados Unidos de la que forma parte esencial. A su manera. Porque eso de desembarcar en Francia con unos zancos de un diseñador del país anfitrión es, si no una bofetada, una más bien una tirada de puerta en la cara a la América profunda. Si Trump había proclamado que los vinos californianos eran mejor que los franceses, qué quedaba para la moda. Pues que al final de la reunión los vinos seguirán entrando en tierra americana sin un arancel adicional y los diseñadores galos podrán seguir torturando indemnes a actrices, millonarias, modelos y ejecutivas que puedan y quieran permitirlo.
Por supuesto, todo esto es frívolo y más de película de Fellini que de análisis político.
Es que las cumbres como esta —¿o todas las cumbres?— son aburridas y solo se salvan a la hora de los postres. Ello no justifica. No obstante, facilita la futilidad.
Melania, por otra parte, se ha impuesto sobre los fieles trumpistas que la admiten en zancos y admiran —con razón— su capacidad para el sacrificio. No toda mujer es capaz de soportar el tormento que supone este calzado y ella lo hace no solo con estoicismo sino con habilidad y gracia.
Pero a un precio. Según elExpress, el vestuario que llevó durante un día en la cumbre cuesta unas £22.000. Para empezar, un vestido similar en la red tiene un precio de £320. Los zapatos del diseñador Christian Louboutin cuestan £445. El bolso blanco, de la marca francesa Hermes Birkin, unas £19.693 (en modaoperandi.com). El vestido alrededor de £1.941.
Por supuesto que es tonto —más bien idiota— resaltar los lujos que puede darse la esposa de un millonario, político populista o no. Si bien no está del todo mal recordar que eso de comprar América primero no va con ella. Bravo por Melania. Así que uno puede ir al supermercado y adquirir cualquier botella de vino francés barato sin complejo de renegar del trumpismo.
Cuando la cosa se complica un poco es en el supuesto conocimiento que tiene la primera dama estadounidense de Kim Jong-un, el líder —o mejor dictador— norcoreano.
Durante la conferencia de prensa en la cumbre del G-7, Trump expresó:
“También digo que, por cierto, con respecto a Corea del Norte, Kim Jong-un, a quien conocí extremadamente bien. La primera dama había conocido a Kim Jong-un, y creo que estaría de acuerdo conmigo: es un hombre con un país que tiene un potencial tremendo”, dijo Trump.
A nadie escapó la mirada burlona de Melania.
La realidad es que ella nunca ha estado en una habitación con Kim y aparentemente tampoco habló con él.
La Casa Blanca se apresuró a formular una aclaración. La secretaria de prensa, Stephanie Grisham, emitió un comunicado poco después de señalar que la primera dama nunca se había encontrado con Kim.
“El presidente Trump confía en su esposa sobre muchos temas, incluidos los elementos detallados de su fuerte relación con el mandatario [Chairman Kimes la denominación oficial que usan Trump y la Casa Blanca] Kim, y aunque la primera dama no lo conoció, el presidente siente que ella también lo conoce”, dijo Grisham.
Así que todo se limita a lo que Trump “siente” o a lo que “siente que siente su esposa” respecto a Kim y a él y Kim. Entramos así en el mundo de la fantasía.
Una fantasía que, además, puede tener su lado oscuro, más bien confuso,
Como señala el Washington Post, Melania no asistió ni a la primera, a la segunda ni a la tercera de las reuniones de Trump con Kim, pero Ivanka Trump lo acompañó en la última. Existe entonces la posibilidad de que las haya confundido.
En esta vía marxista en la que cada vez más se adentra la presidencia de Trump, solo resta un atisbo de esperanza: al menos Melania no parece dispuesta a jugar el papel de Margaret Dumont.
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