Para comenzar, una aclaración (aunque pequeña). No creo que, en estos momentos, lo mejor para Gran Bretaña sea un triunfo electoral de Jeremy Corbyn. También creo que sería bueno que Corbyn nunca llegara a Downing Street. En igual medida —en este caso— quisiera equivocarme. Pero desde el primer minuto he considerado una desgracia el gobierno de Boris Johnson, un mal que trasciende fronteras y llega a Estados Unidos. Y el triunfo electoral del Brexit, además de una mala noticia, fue el peor de los augurios: el presagio de que una victoria de Donald Trump era posible.
Así que hoy estoy feliz.
Feliz porque pese al muy incierto futuro político británico, ha quedado claro —quizá por última vez— que la payasada y el autoritarismo, esa mezcla conocida por las imágenes y acciones de Benito Mussolini, no son una condena irremediable, que pueden azotar en cualquier momento y en cualquier lugar. Que la grandilocuencia, la aparente popularidad y la osadía de una figura colorida como Johnson se extrañan cuando existe un Parlamento fuerte y que funciona, integrado por legisladores que se dedican a cumplir su deber con la ciudadanía y la nación, más allá de su fidelidad partidista.
Lástima que no se pueda decir lo mismo al hablar de Washington. Vergüenza debería sentir Mitch McConnell, hoy y todos los días.
E Parlamento británico no solo ha impedido que Johnson y la Reina lo echaran a un lado, sino desbaratado una torpe maniobra de adelanto de elecciones, que en estos momento no sería más que una tergiversación electoral. Sin existir un conocimiento pleno por parte de la ciudadanía de las consecuencias económicas y políticas de un Brexit sin acuerdo, la intención de actual primer ministro —como recurso de último instante— no resulta de predicción difícil: presentarse como el abandera de la voluntad popular.
No se sabe cuál será el resultado final de todo este embrollo. Hay sin embargo un hecho esperanzador: la democracia británica ha logrado parar la jaca al caudillo. Y eso es motivo de alegría, esperanza y espera, hasta el día que ocurra lo mismo en Estados Unidos.
Ver también:
No hay comentarios:
Publicar un comentario