lunes, 17 de agosto de 2020

Vivaldi y Carlos VI

En septiembre de 1728, Vivaldi mantuvo un encuentro con Carlos VI en Trieste.  De la reunión hay el testimonio de dos cartas de un abate veneciano a una dama francesa. 
“El emperador ha dedicado mucho tiempo a discutir de música con Vivaldi. Se dice que él ha hablado [con el compositor] más en dos semanas que lo que ha hecho en dos años con sus propios ministros”, escribió el religioso.
Como su abuelo Fernando II y su padre, Leopoldo I, Carlos VI no solo era capaz de componer —principalmente música religiosa— sino de dirigir una ópera de Fux. Eso, por supuesto, no le impidió estar empeñado en guerras constantes, como era común en la época.
Por su parte, Vivaldi buscaba una posición como compositor y ejecutante en Viena, y no recibió ninguna de las dos, por lo que no hay que confiar mucho en la comprensión y los gustos de los monarcas.
Dejando a un lado la segura benignidad de los cortesanos —incluidos los músicos de la corte— hacia las habilidades musicales del monarca, queda siempre su interés musical.
Imaginemos por un momento un encuentro similar en la actualidad. Pensar en una reunión de este tipo con Trump es demasiado cruel. Busquémoslo en España, en Francia, en Gran Bretaña, en Holanda. Busquemos más, sin esperanza.
Uno, a veces, no puede —¿o no quiere?— evitar ser reaccionario.

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