lunes, 24 de enero de 2022
La huida
sábado, 22 de enero de 2022
La socialista Maya Fernández, nieta de Allende criada en Cuba, asumirá el Ministerio de Defensa de Chile
lunes, 17 de enero de 2022
Sin los Castro
Durante décadas Castro marcó el destino de demasiadas vidas, lo que significa que algo tan definitorio como la muerte no podía ser pasado por alto. Pero en realidad se asiste a una sensación de vacío e impotencia.
Hasta hace un poco más de dos décadas, en Miami la idea de que Castro muriera en la cama era difícil de asimilar. Luego fue imponiéndose poco a poco.
En la época final de su vida, más allá de los estragos de la enfermedad, el vejamen que constituye envejecer y las imágenes que presentaron un deterioro físico, siempre estuvo presente el hecho de que, pese a todo, Castro impuso las reglas del juego, hasta en su tozudez ante la muerte.
Para quienes vivían en la Isla, acostumbrarse a su ausencia cotidiana fue un fenómeno natural y de fecha, en concordancia con la generación a la que pertenecía, y de las siguientes que tuvieron que admitirlo.
Para muchos Castro ocupó una vida. Vivieron y fallecieron sin conocer otro gobernante. Esa carga emocional no ha sido fácil de incorporar. Los gritos y sollozos, las muestras de pena y alegría, los actos de homenaje y rechazo pudieron apenas canalizar el enorme significado del hecho.
En el exilio, tras la reacción original, han terminado por imponerse dos sentimientos, al parecer opuestos pero en el fondo complementarios. El primero tiene que ver con cerrar un capítulo. El segundo con el fin de una ilusión.
“No Castro, no problem” fue en una época una pegatina favorita en los automóviles de los exiliados. Castro, sin embargo, vivió lo suficiente para demostrar que su desaparición física no sería el fin del agobio: su salida no ha sido sinónimo de un salto atrás en el tiempo, una vuelta a la Cuba de los años 50.
Ahora, tras la salida oficial de su hermano menor de la presidencia en la Isla y el supremo mando del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, pocas son las ilusiones de un cambio real. Los problemas persisten tras los Castro.
Se pensó que con la muerte de Fidel Castro se agotaban las justificaciones para no hacerlo distinto. Durante décadas en Cuba se aprendió a dominar el arte de la paciencia: un futuro mejor, un cambio gradual de las condiciones de vida, un viaje providencial al extranjero. También durante décadas ha imperado una actitud de no arriesgarse, de creer en el azar, de resignarse a la pasividad. Nada de esto ha cambiado tras la desaparición física de Fidel Castro. Posiblemente nada cambiará tampoco en igual sentido tras la desaparición física de Raúl Castro. Si para muchos cubanos el abandono del país significó el lograr un destino sin su presencia, hay toda otra gama emocional —definida por la geografía y la historia— que encierra sentimientos que van más allá de la partida. Algunos han tratado de doblar la página y seguir adelante, a otros no les ha resultado tan fácil. Si habían logrado desterrar de su vida a la figura del “Comandante en Jefe”, el día que este falleció, de forma consciente o no, tuvieron que plantearse la alternativa de olvidar o no el hecho lo más rápido posible. No lograrlo sería otra frustración. Intentarlo al menos una mayor esperanza. Para otros, más desafortunados, Fidel Castro permanecerá muerto demasiado tiempo.
Otra cuestión, también emocional, pero sobre todo de índole política y con consecuencias ordinarias, es lo que ocurrirá en Cuba en un futuro más o menos cercano, tras el fallecimiento de su hermano menor.
Esa especie de muerte en palacio colocó a la aritmética de la vida en un primer plano, y alimentó las ilusiones en Miami por un breve momento de gritería callejera. Pero la muerte de Fidel Castro no ha significado la ruptura del concepto feudal del tiempo que ha imperado en la Isla durante décadas. Aún no ha concluido la eternidad del momento consagrada el 1º de enero de 1959. Lo que ha imperado es simplemente otro juego de abalorios: desfiles a un cementerio de elefantes que se niega a la definición de huesos. Solo en la fidelista Miami encontró cabida para tanta esperanza. En este sentido, los dos hechos más significativos del mes de noviembre de 2016 para Miami —la elección de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y el fallecimiento de Castro— por algunos meses lograron revivir en dicha ciudad la ilusión de darle marcha atrás al almanaque. Pero la realidad ha terminado por imponerse, tanto en lo que respecta a Cuba como a EEUU, un completo retroceso es imposible.
Parafraseando a Sartre: con Castro muerto, algunos exiliados se han sentido obligados a crearlo de nuevo: lo necesitan imperecedero, eterno, permanente en sus vidas. Si antes lo requerían vivo, para creer que estaba muerto, luego —paradoja una y mil veces repetida— se aferraron a que su desaparición física abría la posibilidad de arrancar las páginas de un calendario ya inexistente. En la isla, más allá de una presencia constante en los medios supuestamente informativos, el reclamo constante a un Castro siempre vivo o imperando en cada uno no ha sido más que acto de esquina, retreta pueblerina celebración de patio escolar.
En Cuba aún se conjugan varios dominios, que con frecuencia se confunden y se mantuvieron unidos en las figuras de Fidel y Raúl Castro: el militar, el político, el ideológico y el administrativo. Tras la salida de ambos hermanos del manejo cotidiano de los asuntos de Estado —uno por enfermedad y muerte y otro por cesación oficial pero no oficiosa— se ha dividido esta estructura de mando, pero ello no implica fractura o desgarro sino dispersión y deuda.
El cambio inmediato fundamental tras la salida biológica de ambos hermanos Castro será la continuación de este proceso ya iniciado. Entender ese camino evita confusiones sobre el traspaso de mando. En Cuba no se ha producido ni una herencia de la autoridad, al estilo Corea del Norte, ni tampoco una transferencia generacional que omite los orígenes. Lo fundamental es comprender que desde años se ha establecido un nuevo modelo que subordina ideología, política y administración al poder empresarial, solo que en términos cubanos.
De esta forma, los militares continuarán en el centro de la ecuación, ya transformados en el principal poder económico, una vez que Raúl Castro desaparezca.
La enseñanza perdida
domingo, 16 de enero de 2022
Tensión y ruido entre Moscú y Washington por Ucrania
jueves, 13 de enero de 2022
Gingrich sobre Trump y las próximas elecciones
Alyssa Milano: los legisladores deberían usar trajes con las etiquetas de sus patrocinadores, como los pilotos de NASCAR
Aumentan los casos de terrorismo nacional en EEUU
Matthew G. Olsen, jefe de la división de seguridad nacional del Departamento de Justicia, anunció la creación de la unidad en sus comentarios de apertura ante el Comité Judicial del Senado, y señaló que la cantidad de investigaciones del FBI sobre presuntos extremistas violentos nacionales, acusados de planear o cometer delitos en nombre de objetivos políticos internos, se ha más que duplicado desde la primavera de 2020.
Olsen dijo que el Departamento de Justicia anteriormente tenía abogados antiterroristas que trabajaban en casos nacionales e internacionales y que la nueva unidad “aumentará nuestro enfoque existente”.
Su testimonio se produjo solo unos días después del aniversario de los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, un evento que, según algunos legisladores, demostró que el FBI subestimó la amenaza que representaban los extremistas nacionales y los miembros de grupos de extrema derecha propensos a la violencia.
El ataque al Capitolio ha provocado nuevos debates políticos y de procedimiento sobre las fallas del FBI, y otras agencias dedicadas al cumplimiento de la ley, para prevenir el ataque, y sobre cómo el gobierno combate el terrorismo interno.
El Departamento de Justicia y el FBI han enfrentado críticas en los últimos años por no centrarse tan intensamente en el terrorismo nacional o interno como en las amenazas de inspiración internacional, aunque los funcionarios han insistido en que se toman ambos asuntos en serio.
El año pasado, la Casa Blanca publicó una estrategia nacional para abordar el problema, solicitando, entre otras cosas, nuevos recursos para el Departamento de Justicia y el FBI, destinados a la contratación de analistas, investigadores y fiscales.
Históricamente, las investigaciones de terrorismo nacional enfrentan más obstáculos procesales y legales que los casos que involucran a sospechosos inspirados por grupos con sede fuera de Estados Unidos, como el Estado Islámico o al-Qaeda. El cargo de apoyo material a un grupo terrorista extranjero, por ejemplo, no tiene equivalente legal para alguien deseoso de cometer actos de violencia en nombre de objetivos políticos internos.
Como resultado, los investigadores de terrorismo interno o nacional con frecuencia se conforman con presentar cargos por posesión de armas o drogas, y con frecuencia estos se presentan ante un tribunal estatal, no federal, lo que puede enmascarar el alcance general de las amenazas extremistas.
Los demócratas presionaron a Olsen para que explicara por qué los fiscales no buscaron sentencias más duras en los casos del 6 de enero, mediante encausamientos por terrorismo. Olsen no respondió la pregunta directamente, diciendo que cada caso tenía que ser evaluado en sus hechos particulares. Señaló los comentarios recientes del fiscal general Merrick Garland, quien sugirió que tales encausamientos por terrorismo podrían producirse a medida que los fiscales obtengan condenas en casos más graves.
Dónde precisamente trazar líneas sobre quién es o no un terrorista nacional o interno también es un tema de debate. En la audiencia, Jill Sanborn, directora de la rama de seguridad nacional del FBI, dijo que el año pasado hubo cuatro ataques realizados por extremistas violentos nacionales, que resultaron en 13 muertes. Sanborn no identificó ni describió los incidentes.
La ley federal define el terrorismo nacional como actos criminales dentro de Estados Unidos, que son peligrosos para la vida humana y que parecen tener la intención de “intimidar o coaccionar a una población civil. . . influir en la política de un gobierno mediante la intimidación o la coerción; o . . . afectar la conducta de un gobierno mediante la destrucción masiva, el asesinato o el secuestro”.
Después del ataque del 6 de enero, los demócratas dijeron que, durante la administración Trump, el Departamento de Justicia y el FBI no persiguieron con prontitud y profundidad los casos de terrorismo interno.
De 2016 a 2019, la cantidad de sospechosos de terrorismo doméstico arrestados por año cayó de 229 a 107, antes de saltar a 180 en 2020. Desde 2020, la cantidad de investigaciones abiertas ha crecido rápidamente. El director del FBI, Christopher A. Wray, dijo anteriormente que para manejar la carga de casos, triplicó con creces la cantidad de agentes y analistas que trabajan en casos de terrorismo nacional.
lunes, 10 de enero de 2022
Hitchcock y lo perverso
domingo, 9 de enero de 2022
DeSantis y las pruebas
El gobernador Ron DeSantis defendió el viernes la decisión de su administración de permitir que caduquen hasta un millón de kits de prueba rápida de covid-19, algo que ocurrió en medio de crecientes críticas de los demócratas por su manejo del aumento de Ómicron, informa Politico.
El director de la División de Manejo de Emergencias de Florida, Kevin Guthrie, admitió durante una conferencia de prensa el jueves que las pruebas expiraron y DeSantis trató de explicar el viernes por qué el estado no las distribuyó.
DeSantis argumentó que la reserva se debió a la falta de demanda a fines de 2021 y culpó a la administración del presidente Joe Biden por no otorgar extensiones para mantener la elegibilidad de las pruebas, algo que hizo en septiembre durante tres meses.
Dijo que a medida que los casos provocados por la variante Delta disminuyeron en Florida durante la segunda mitad de 2021, las personas no se hicieron las pruebas durante “meses y meses”.
“[La División de Manejo de Emergencias] ha estado preguntando sobre eso durante muchas, muchas semanas anticipándose a eso”, dijo DeSantis el viernes. “Básicamente, la forma en que [el gobierno federal] hace esto es que siempre quieren tener suficientes pruebas si las personas las necesitan, las envían … el resultado de eso es que teníamos una reserva, pero nadie realmente la utilizó durante muchos, muchos meses”."
En los días previos a la admisión del jueves, DeSantis había centrado su mensaje en eliminar lo que él considera como la “mentalidad de las pruebas”, argumentando esencialmente en contra de la práctica de que todas las personas deberían hacerse las pruebas, independientemente de si muestran síntomas relacionados con el covid, mientras al mismo tiempo ha criticado al gobierno federal por no proporcionar pruebas.
La comisionada de agricultura Nikki Fried, una demócrata que busca desafiar a DeSantis en las elecciones a gobernador de este año, había estado criticando a la administración estatal por las pruebas almacenadas y dijo que el problema deja en claro que DeSantis “no está en condiciones de brindar el mejor servicio [a los electores]”. Fried calificó el problema como un “encubrimiento” después de que la administración DeSantis la semana pasada inicialmente desestimó sus afirmaciones y dijo que la demócrata electa en todo el estado debería “limitarse a lo suyo”.
Ha habido informes de largas filas de prueba en las áreas más pobladas del estado como Tampa, Orlando y Miami, que Fried ha destacado.
“Hice un llamado a la atención de la ciudadanía, hace más de una semana, de que la administración DeSantis contaba con un acumulado de casi un millón de pruebas, mientras que los floridanos de todo nuestro estado hacían filas de 4 a 5 horas”, dijo Fried durante una conferencia de prensa el martes de esta semana.
La guía para Florida dada a conocer por DeSantis, de no hacerse la prueba si es asintomático, incluso si ha estado en contacto cercano con alguien que tiene el virus, está en desacuerdo con las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, que recomiendan que aquellos sin síntomas se pongan en cuarentena por cinco días si dan positivo porque aún pueden propagar el virus.
jueves, 6 de enero de 2022
El fin de la Navidad como amenaza a la democracia
martes, 4 de enero de 2022
El ataque del 6 de enero sigue dividiendo a republicanos y demócratas
domingo, 2 de enero de 2022
Tratado cognitivo
[1] C-Span, “President Obama at Rice University”, 27 de noviembre de 2018.
[2] Michael J. Sandel. La tiranía del mérito. p. 138.
[3] Sandel. Ibidem. p. 144.
[4] Frank Newport y Andrew Dugan. “College-Educated Republicans Most Skeptical of Global Warming”, Gallup 26 de marzo de 2015. Las citas de Obama y la encuesta de Gallup, en su versión en español, han sido tomadas del libro de Sandel.
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