lunes, 28 de febrero de 2022
¿Está loco Putin?
Hablando en cubano, cosa que no acostumbro: ¿Está loco Putin?
Más allá de la exclamación de la calle, la pregunta encierra muchos riesgos y una certeza: pese a hechos anteriores, declaraciones y gestos del autócrata ruso, hay algo en su comportamiento actual que no deja de sorprender.
Desde el inicio de la invasión a Ucrania me he preguntado cuánto había errado en una valoración sobre Putin que escribí en enero. Por supuesto que influía o determinaba una tonta vanidad, rota si comprobaba que había errado mucho (no, creo que no, así espero); pero estaba también que mi análisis compartía y tomaba criterios de otros, que saben más que yo sobre Rusia ahora y la Unión Soviética antes; país que por supuesto ya no debo casi conocer, luego de cuarenta años sin volver a visitarlo.
Sin embargo, la cuestión de la salud mental de Putin me intriga cada vez más. Y cada vez logro menos de un atisbo de respuesta para ello.
Criado en un país donde el gobernante —¿mejor decir el “soberano”— era considerado un individuo fuera de lo común en extremo, en lo que se refería a su mente; tanto por seguidores como enemigos (en unos al considerarlo algo extraordinario, en otros al catalogarlo simplemente de loco), siempre me ha interesado la cuestión de, hasta qué punto, la “sanidad mental” del líder o gobernante determina los acontecimientos. Y he encontrado un patrón definitorio: Hitler.
Creo que más allá de Fidel Castro, y dejando a un lado las diferencias ideológicas y políticas que se puedan tener con él; Mussolini y su megalomanía llevada a caricatura italiana; Stalin y su paranoia asesina, es Hitler quien mejor define al gobernante loco y a la locura del gobernante. Y precisamente en lo que escribí en enero decía que Putin no era un nuevo Hitler. Ahora no estoy tan seguro de ello.
Tratar de analizar la salud mental de un mandatario sin escrúpulos no solo es un ejercicio muy difícil, sino también una tarea amenazada por el fracaso, incluso si se logra un resultado. Casi imposible separar al hombre de la circunstancia.
La imagen del Putin actual —el rostro que evidencia una tendencia a abofarse en una mezcla extraña de blandura y dureza, la mirada siempre siniestra, el gesto despótico— lleva a pensar en una lucha interna creciente por combatir una inferioridad cada vez más manifiesta —no solo en estatura, que podría preocuparle a un hombre como él, sino en virilidad natural y la humillación que impone el tiempo transcurrido— con un ejercicio de dominación no solo en su país sino en el mundo: el imperio como compensación por la derrota en el cuerpo que traen los años. Aunque todo esto quizá no pase de observación pueril.
Al final persiste la duda si todo ello no es más que un gesto de jugador, no de ajedrez —con lo cual han identificado muchas veces a Putin, será por lo de ruso— sino de póker. Cuando uno ve las fotografías del gobernante en su mega yate, no se siente muy convencido de que el tipo esté dispuesto a hacer desaparecer el mundo —y desaparecerse del tiro— con una guerra nuclear.
Hoy descubro con satisfacción que mi pregunta es compartida. “Some Americans (and others) are questioning Putin's mental state”, titula The Washington Post. Las opiniones son fundamentalmente de políticos. Psiquiatras y psicólogos, a veces, muestran reservas a la hora de entrar en análisis de personalidad, cuando no se cuenta con la información requerida (test, entrevistas, hoja clínica); una práctica sana que quien escribe ha violado un poco, pero que también en ocasiones se pasa por alto impúdicamente (¿hay que mencionar el caso de Trump?).
Entre los comentarios que aparecen en el texto del Washington Post hay uno que me llama la atención, un tuit del senador Marco Rubio, que dice: “Desearía poder compartir más, pero por ahora puedo decir que es bastante obvio para muchos que algo anda mal con #Putin”. Para un legislador que por su posición en el Senado tiene acceso a información altamente clasificada, la referencia resulta intrigante, aunque en el caso del senado Rubio siempre cabe la duda de si se sabe o se alardea.
Pese a su hermetismo —algunos dice que el cambio en él obedece al aislamiento por la pandemia—, Putin puede resultar al final un libro abierto, alguien guiado por instintos primarios y razones y complejos obvios: Pero ello no lo excluye de resultar muy peligroso para todos.
Los malabaristas: gobierno cubano confunde víctimas y victimarios en Ucrania
De embrollos y mentiras. El gobierno cubano coloca como agresor en Ucrania a Washington y no a Moscú, y parece pretender que son soldados estadounidenses los que está matando civiles ucranianos.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba persiste en responsabilizar al “empeño” de Estados Unidos y la OTAN, de continuar “la progresiva expansión” de la Alianza Atlántica hacia las fronteras de Rusia, de ser la causa de la invasión rusa a Ucrania, y abogó por una solución “diplomática seria, constructiva y realista de la actual crisis en Europa”.
Son conocidos los movimientos militares realizados por Estados Unidos y la OTAN en meses recientes hacia regiones adyacentes a la Federación de Rusia, precedidos de la entrega de armas modernas a Ucrania, lo que de conjunto equivale a un cerco militar progresivo", ha explicado la diplomacia cubana en un comunicado.
“El empeño estadounidense en continuar la progresiva expansión de la OTAN hacia las fronteras de la Federación de Rusia, ha conducido a un escenario, con implicaciones de alcance impredecible, que se pudo evitar”, aseguró en un comunicado la cancillería cubana.
Sin entrar en detalles, la información oficial señala que Cuba ha denunciado el “hegemonismo” de EEUU y la OTAN hacia los países pequeños, así como los “abusos de poder y las injusticias”, y ha asegurado que la invasión rusa en Ucrania “se podría haber evitado”.
Asimismo, el Ministerio de Exteriores Cubano ha expresado que Cuba es un país “defensor del Derecho Internacional y comprometido con la Carta de las Naciones Unidas”, por lo que “siempre defenderá la paz y se opondrá al uso o amenaza de la fuerza contra cualquier Estado”.
“Lamentamos profundamente las pérdidas de vidas de civiles inocentes en Ucrania. El pueblo cubano ha tenido y tiene una relación entrañable con el pueblo ucraniano”, esgrime el comunicado.
Ante estas muertes, Cuba ha asegurado que “la historia exigirá responsabilidad al Gobierno de Estados Unidos” por las consecuencias de una “doctrina militar crecientemente ofensiva” fuera de las fronteras de la OTAN.
Tras la retórica torcida e hipócrita yace un viejo recurso, utilizado décadas atrás cuando el fallecido gobernante Fidel Castro apoyó la invasión soviética a la Checoslovaquia de entonces: encubrir el servilismo más vil con una supuesta postura ética y “antiimperialista”.
La realidad es más burda y se limita al simple dinero. Si mayormente durante la época de Fidel Castro Cuba dependió de la amplia ayuda soviética, ahora ni siquiera puede librarse de las limosnas y los favores de Rusia.
Ejemplo de ello es que la Federación Rusa ha acordado aplazar el pago de la deuda que Cuba tiene con ella, lo que permitirá prolongar hasta 2027 el desembolso de $2.300 millones, producto de una anterior restructuración de deuda y de numerosos préstamos realizados por Rusia a favor de la generación de energía, metales e infraestructuras de transporte en Cuba.
Las nuevas condiciones de pago de la deuda, que fueron aprobadas por la Duma rusa, fueron redactadas originalmente por la legislatura cubana el año pasado.
Conociendo el historial de impagos por parte del gobierno cubano, no es de extrañar que en la actualidad el gobernante ruso Vladímir Putin se sienta más inclinado a comprar cipayismo, mediante el otorgamiento de un alivio económico. En última instancia, Putin sabe que cobrarle a los cubanos es muy difícil.
Así que el gobierno cubano ha expresado su apoyo al reconocimiento por parte de Putin de las regiones separatistas del Donbás en Ucrania, y Cuba ha acusado a EEUU de librar una “guerra de propaganda” contra lo que percibe como la legítima anexión de los territorios étnicamente rusos de Luhansk y Donetsk.
No es la primera vez que Rusia se muestra indulgente con el pago de la deuda. En el verano de 2014, apenas unos meses después de la anexión rusa de Crimea —que el gobierno cubano reconoció como legítima— Putin visitó La Habana para ofrecer la condonación del 90 % de la deuda cubana de la época soviética.
Hay que agregar que no solo ha sido Rusia generosa con Cuba. La isla ha buscado —y logrado— que el Club de París le otorgue nuevos plazos para el pago de las deudas con los país occidentales, aunque no condonación de los interese. El aplazamiento más reciente se produjo el pasado mes de octubre, cuando el Club de París acordó retrasar un año los pagos de la deuda cubana hasta noviembre de 2022.
En otra de las tantas repeticiones de la historia, Cuba no solo se encuentra más aislada internacionalmente que hace unos años atrás—desde el punto de vista político y económico— sino recurriendo ahora a un acercamiento con Rusia que recuerda los años de la Guerra Fría. Aunque, claro, Díaz-Canel se vende mucho, mucho más barato, que Castro en sus buenos tiempos.
domingo, 27 de febrero de 2022
Finlandia cerraría su territorio al vuelo de aviones rusos a Cuba
Finlandia podría negarse a proporcionar servicios de control de tráfico aéreo a las aerolíneas rusas que vuelan a Cuba y América del Norte a través del espacio aéreo finlandés.
Las restricciones y prohibiciones a los vuelos rusos se están sucediendo en los países europeos.
KLM, la rama holandesa de Air France (AIRF.PA), dijo el sábado que había dado instrucciones a dos vuelos en ruta a Rusia para que dieran la vuelta debido a las sanciones europeas contra el país.
Un portavoz de la compañía señaló que la razón era que, en virtud de las sanciones, las piezas de repuesto y reserva ya no pueden enviarse a Rusia, ni siquiera para el uso propio de una aerolínea.
“Eso significa que ya no podemos garantizar que los vuelos a Rusia puedan regresar de manera segura”, dijo el portavoz.
Mientras tanto, la República Checa prohibió desde el sábado a las aerolíneas rusas volar al país centroeuropeo y estudia tomar medidas adicionales contra Rusia por su invasión a Ucrania, además de las sanciones acordadas por la Unión Europea (UE).
Al mismo tiempo, la UE se prepara para cerrar su espacio aéreo a las aerolíneas rusas. A lo largo del sábado, hubo un goteo de países (Alemania, Polonia, Bulgaria, Rumania, República Checa, Lituania, Letonia, Estonia...) que anunciaron el cierre de su espacio aéreo a las aerolíneas rusas.
Fuentes comunitarias apuntan que la UE va a seguir el paso de estos países, pero faltaría el visto bueno de los ministros.
En el caso de Finlandia, los vuelos de pasajeros que parten de Moscú ingresan al espacio aéreo finlandés por encima de Lappeenranta y parten hacia el sur de Vaasa. En la práctica, solo ingresan al espacio aéreo finlandés por un corto tiempo.
Rusia podría responder a estas medida con la prohibición del uso de su propio espacio aéreo. Rusia consideró tales restricciones en 2014, cuando la UE extendió las sanciones económicas contra Rusia.
Cualquier restricción rusa sobre el uso del espacio aéreo siberiano tendría un gran impacto en las compañías que operan vuelos entre Europa y Asia. En la práctica, la mayoría de los vuelos tendrían que cancelarse.
Una restricción rusa, en este momento, no se considera probable, ya que Rusia perdería varios cientos de millones de euros en los ingresos que cobra a las aerolíneas por cruzar Siberia. La mayoría de los cargos de vuelo recaudados por Rusia se pagan directamente a la aerolínea nacional del país, Aeroflot.
Según Finntraffic, que se encarga de gestionar el espacio aéreo finlandés, diariamente se realizan alrededor de un centenar de vuelos vía Finlandia hacia Asia, a través de Rusia.
Cualquier restricción potencialmente impuesta por los rusos no se aplicaría necesariamente a todo el tráfico aéreo.
“Es posible que la prohibición de vuelos en Rusia afecte a las aerolíneas europeas, pero las aerolíneas japonesas podrían continuar con sus vuelos”, dice Raine Luojus, CEO de Fintraffic.
Luojus calcula que si se interrumpieran todos los vuelos a través del espacio aéreo finlandés, se reducirían los ingresos recaudados por Finntraffic Aviation Insurance en aproximadamente 11 millones de euros.
La fortuna de Putin
Cuando los gobiernos occidentales anunciaron el viernes su intención de congelar los activos pertenecientes al presidente Vladimir V. Putin de Rusia como castigo por invadir Ucrania, no hubo indicios de que supieran de posesiones significativas que pudieran vincularse a él.
De hecho, se sabe muy poco sobre lo que posee Putin y dónde podría estar. A pesar de años de especulaciones y rumores, el alcance de su riqueza sigue siendo extremadamente oscuro, incluso cuando miles de millones de dólares se filtraron a través de las cuentas de sus amigos cercanos y las propiedades de lujo se han vinculado a miembros de la familia, informa The New York Times.
Oficialmente, Putin gana unos $140.000 al año y es propietario de un pequeño apartamento, según sus declaraciones financieras públicas.
Pero eso no explicaría el “Palacio de Putin”, una vasta propiedad en el Mar Negro que se estima costó más de $1.000 millones, con un complejo historial financiero de la propiedad que no incluye al presidente ruso pero que ha estado vinculado a su gobierno de varias maneras.
Las revelaciones tampoco darían cuenta del “Yate de Putin”, un barco de lujo de $100 millones de dólares relacionado a él durante mucho tiempo en informes de noticias especulativos. (El yate —Graceful— fue detectado saliendo de Alemania hacia Rusia solo unas semanas antes de la invasión de Ucrania).
También está un apartamento de $4,1 millones de dólares en Mónaco, comprado a través de una empresa offshore por una mujer que, según se informa, es la amante de Putin. Y está la costosa villa en el sur de Francia vinculada a su exmujer.
El problema para Estados Unidos y sus aliados es que ninguno de estos activos puede conectarse directamente con el presidente ruso.
Hasta ahora, los gobiernos occidentales han centrado sus sanciones en las personas sospechosas de actuar como apoderados de Putin, con la esperanza de que aumente la presión sobre él. Y la mayoría de las nuevas sanciones, como las que siguieron a la anexión rusa de Crimea en 2014, siguen estando dirigidas a los oligarcas cercanos a Putin. Estos incluyen a Kirill Shamalov, su exyerno y principal accionista de una empresa petroquímica rusa; Boris Rotenberg, magnate de la construcción; y Gennady Timchenko, un inversionista que se dice que es la sexta persona más rica de Rusia.
Las sanciones harían imposible que las personas seleccionadas accedan a activos o realicen transacciones financieras en EEUU, Gran Bretaña y la Unión Europea, donde se anunciaron las sanciones la semana pasada. Esencialmente, congelarían en su lugar el dinero y la propiedad que podrían rastrearse hasta los que están en la lista, poniendo el efectivo y los valores, o incluso la venta de bienes raíces, fuera del alcance.
Pero las élites de Rusia, que han vivido bajo las sanciones occidentales durante la mayor parte de la última década, han mantenido durante mucho tiempo complejos laberintos de propiedad corporativa para evitar el escrutinio. A menudo, sus manejos solo salen a la luz públicamente con la filtración de archivos de bufetes de abogados en el extranjero o bancos secretos que atienden a aquellos que desean ocultar su riqueza.
Paul Massaro, asesor principal de la Comisión de Helsinki de EEUU, que ha asesorado a miembros del Congreso sobre las sanciones a Rusia, dijo que no siempre estaba claro para los funcionarios estadounidenses qué activos se verían afectados.
“Significa que las sanciones con las que golpeamos a estas personas serán en gran medida comunicados de prensa glorificados, porque sin saber cuáles son estos activos, no podemos congelarlos”, dijo.
Aún así, incluso si EEUU solo tiene una imagen limitada de la riqueza de Putin, las sanciones valen la pena “simplemente para congelar lo que podamos, congelar lo que sabemos y dejar que la gente sepa que estas personas no son bienvenidas en nuestro sistema”. dijo Massaro.
Pero en última instancia, dijo Nate Sibley, investigador de la Iniciativa de Cleptocracia del Instituto Hudson, Putin no necesita poseer una gran fortuna porque es un autócrata que lo “controla todo”.
“Cuando la gente dice que vale tal y tal, ¿qué significa eso?” preguntó. "¿De verdad están diciendo que va a recoger su dinero y retirarse a St. Tropez?".
sábado, 26 de febrero de 2022
DeSantis no logra eclipsar a Trump entre los reaccionarios
Conocedores dentro del Partido Republicano, activistas y miembros destacados de la elite partidista elogiaron al gobernador de Florida, Ron DeSantis, esta semana, en la Conferencia anual de la Acción Política Conservadora (CPAC) en Orlando y en todo el país. Les encanta su combatividad con la administración Biden, la resistencia a los mandatos para combatir la epidemia de coronavirus y su agresiva en los enfrentamientos de la llamada “guerra cultural”, en cuestiones como la teoría crítica de la raza y la identidad de género.
Pero admiten que si DeSantis se lanza a la contienda presidencial de 2024, como creen algunos cercanos al gobernador, Trump lo aplastará, en caso de que el expresidente se presente nuevamente.
“Me gusta Ron DeSantis, me gusta la mayoría de lo que ha hecho. Pero si el [ex] presidente Trump es el candidato, la base del partido estará con él”, dijo Solomon Yue, miembro del Comité Nacional Republicano de Oregón. “Ese es especialmente el caso porque muchos en la base sienten que le robaron las últimas elecciones, y ese será un factor determinante”.
Esa dinámica fue palpable en Orlando esta semana ,cuando una multitud de activistas conservadores nacionales se reunieron en CPAC. El camino que conducía al lugar del evento de este año incluía a un partidario de Trump gritando a través de un megáfono que las personas que no están de acuerdo con Trump deberían “mudarse a Cuba” mientras pregonaba una amplia variedad de artículos de Trump.
Pero entre la multitud había algunas personas con vestuario diseñado para hacerle la propaganda a DeSantis, incluidas las gorras “Make America Florida”, que están ganando popularidad.
“Amo a Ron DeSantis, ha sido tan bueno, ha sido tan fuerte en las políticas conservadoras”, dijo Kimanh Du, una asistente de Georgia con un pañuelo con la bandera estadounidense alrededor del cuello mientras caminaba por el evento repleto. “Él ha sido tan grande”.
Dijo que algún día le encantaría ver a DeSantis postularse para presidente, pero “todavía no”, porque quiere que Trump tenga un segundo mandato en la Casa Blanca.
Esa fue la esencia del pensamiento de muchos asistentes de CPAC: DeSantis ha construido su credibilidad entre los fieles del partido, pero aún no ha eclipsado el poder estelar de Trump.
La mayoría de las encuestas de principios de 2024 tienen a DeSantis como el favorito republicano si Trump no se postula, y en algunos casos codo con codo con el expresidente. Una encuesta de la Universidad del Norte de Florida publicada el jueves, el primer día de la CPAC, mostró que DeSantis venció a Trump 44-41 con los republicanos registrados en Florida, aunque los resultados estuvieron dentro del margen de error.
Las encuestas que tienen a DeSantis empatado o superando a Trump podrían ser un problema para el gobernador. Mientras impulsa la identificación de su nombre a nivel nacional y expande su base de recaudación de fondos, tales encuestas podrían motivar a Trump a atacar con más fuerza a DeSantis.
“Creo que esos números de las encuestas como los que vimos [de la Universidad del Norte de Florida] realmente pueden molestar a Trump”, dijo un consultor republicano veterano. “Creo que este es el tipo de cosa que podría llevar a más golpes de pecho porque sin duda es algo que anima a Ron”.
Trump ya ha criticado sutilmente a DeSantis, incluida la crítica de políticos anónimos que se negaron a decir públicamente si recibieron una vacuna de refuerzo contra el covid-19, un comentario que se produjo poco después de que DeSantis desestimó las preguntas sobre si había recibido dicho refuerzo.
“[Trump] sabe que lo aplastaría”, dijo un consultor republicano familiarizado con el pensamiento de Trump, que también habló bajo condición de anonimato. “Él ni siquiera piensa que se postulará contra él. Simplemente no entiende por qué Ron es tan desleal teniendo en cuenta que hizo a Ron y luego se apartó de su camino y lo dejó actuar de forma independiente”.
jueves, 24 de febrero de 2022
¿Ha fracasado Biden con Putin?
Al ser preguntado por la prensa sobre la situación que llevó a la invasión de Ucrania por Rusia, el presidente estadounidense Joe Biden trató una y otra vez de limpiarse de culpas en su valoración sobre la forma de actuar del mandatario ruso Vladimir Putin.
“No lo subestimé”, insistió.
Pero incluso algunos partidarios de su administración discrepan, según Politico.
Poco después de asumir el cargo, Biden y sus asesores declararon que querían una relación “estable y predecible” con Moscú. Eso significaba trabajar con Rusia cuando había intereses comunes, como detener la proliferación de armas nucleares y luchar contra el cambio climático. También significó enfrentarse a Rusia cuando los intereses divergían, como en Ucrania.
Como parte de su estrategia inicial de Rusia, la administración de Biden dio a conocer un paquete de sanciones que castigaba a Rusia por su pasada interferencia en las elecciones estadounidenses, ataques cibernéticos y otras acciones.
Biden también dijo que celebraría una cumbre con Putin, una especie de rama de olivo. Pero la administración dejó en claro, a través de documentos de estrategia y otros pronunciamientos públicos, que tratar con China era la mayor prioridad.
Además, Biden decidió limitar el número de sanciones que estaba imponiendo a Alemania y Rusia por su controvertido gasoducto de energía Nord Stream 2, una decisión que algunos partidarios de una línea más enérgica de enfrentamiento con Rusia, vieron como una señal de debilidad hacia Moscú.
Conocedores de la forma de comportarse de Putin temieron que Biden y sus asesores estuvieran siendo ingenuos. Muchos de los colaboradores cercanos a Biden habían trabajado durante el mandato de Barack Obama, cuando Biden era vicepresidente, y en ese entonces, a menudo existía una gran preocupación en Estados Unidos por las acciones de Moscú. Después de todo, fue bajo Obama que Putin utilizó por primera vez medios subrepticios para invadir y anexar partes de Ucrania en 2014. Pero Obama y algunos de sus asesores se mostraron temeros sobre la intensificación de un enfrentamiento con Rusia, resistiéndose, por ejemplo, a enviar ciertos armas letales a Ucrania.
Nada que hacer con Putin
Muchos funcionarios estadounidenses actuales y anteriores básicamente se han dado por vencidos en los últimos días cuando Putin dejó cada vez más claras sus intenciones hacia Ucrania, sugiriendo que no había nada —al menos nada realista—, que Biden o sus ayudantes pudieran haber hecho para detenerlo.
Putin, después de todo, tiene sus propios motivos para actuar contra su vecino.
El líder ruso ha creído durante mucho tiempo que Ucrania es realmente parte de Rusia, o que al menos debería estar bajo la esfera de influencia de Moscú, y cita referencias históricas dudosas para defender ese caso. Putin también ha proclamado durante mucho tiempo que la seguridad rusa está amenazada por la expansión de la alianza militar de la OTAN.
El deseo de Ucrania de unirse a la OTAN, así como la preferencia de sus ciudadanos por la democracia, solo aumentaron los temores de Putin de que el país podría ser una amenaza a largo plazo para el suyo.
Putin, quien ha gobernado Rusia con mano de hierro desde el inicio del actual siglo, también parece cada vez más aislado, especialmente en medio de la pandemia de covid-19, y es difícil saber si está recibiendo buenos consejos sobre lo que podría significar una invasión de Ucrania en el largo plazo para Rusia, dicen los analistas. Es posible que simplemente no crea las advertencias de Biden de que podría resultar un atolladero.
Al mismo tiempo, Putin ha observado —y en ocasiones ayudado— a regímenes en lugares como Siria, Venezuela e Irán, que han sobrevivido a pesar de las amenazas diplomáticas y las sanciones económicas de Occidente. Esas herramientas siempre han tenido un historial mixto en el mejor de los casos, y nunca hubo una garantía de que funcionarían en Rusia.
Putin cree en la capacidad del poder duro para cambiar el orden global, y simplemente puede ser menos susceptible a lo que Biden puede ver como llamados lógicos para pensar en su reputación global.
“Es realmente difícil contrarrestar una mentalidad revanchista e imperialista”, dijo Evelyn Farkas, una exfuncionaria del Pentágono que instó durante mucho tiempo al equipo de Biden a ser más duro con Rusia, pero considera que tuvo un buen desempeño en los últimos meses. “Putin solo escucha la contundencia, y en este punto realmente solo la fuerza militar”.
Algunos analistas han señalado posibles movimientos que podrían haber hecho que Putin se lo pensara dos veces, como enviar tropas estadounidenses a Ucrania o crear una zona de exclusión aérea sobre el país.
Esos, sin embargo, son pasos que es muy poco probable que Biden haya tomado por razones personales y políticas. Es escéptico sobre el valor de la intervención militar estadounidense en el extranjero, y hay poco apoyo público estadounidense para involucrarse en una nueva guerra europea.
Biden y sus asesores también asumieron el cargo en un momento de desorden en la política exterior de EEUU, lo que dificulta su trabajo, como les gusta señalar a algunos funcionarios actuales y anteriores.
El predecesor de Biden, Donald Trump, tuvo un enfoque contradictorio con Rusia: Trump constantemente trató de ganarse el favor del líder ruso mientras su administración —acuciada en parte por el Congreso— impuso sanciones a Rusia. Trump y sus funcionarios a menudo también desestimaron o maltrataron a los aliados de EEUU en Europa, y los funcionarios de la administración de Biden pasaron gran parte de sus primeros meses tratando de reparar los lazos con países como Alemania y Francia.
No obstante, los esfuerzos de Biden para hacer frente a Rusia, incluida la imposición de duras sanciones económicas al país, podrían perjudicarlo políticamente. Rusia es un importante productor de petróleo y gas, y es probable que apretar su economía mediante sanciones aumente los precios de la gasolina, una medida que afecta a los bolsillos de los votantes estadounidenses.
“Es un gran riesgo priorizar [Ucrania] sobre la política interna, y realmente tengo que respetarlos por eso”, dijo Alina Polyakova, presidenta del Centro para el Análisis de Políticas Europeas. “Está tomando la decisión correcta, pero probablemente le costará”.
Mientras tanto, Putin cree que el tiempo está de su lado. Planea permanecer en el poder mucho después de que Biden se vaya, y probablemente espera que el actual frente unido que EEUU y sus aliados están poniendo contra él se resquebraje con el tiempo, especialmente si Europa se ve perjudicada de forma continua por un retroceso económico debido a las sanciones contra Rusia.
Hasta la fecha, el mundo aún tiene que ver cuánto perjuicio puede causar Rusia a EEUU y sus aliados si decide tomar represalias por las sanciones, ya sea a través de cortes de energía, ataques cibernéticos u otros medios.
La guerra de Putin contra Ucrania también podría dificultar que EEUU se concentre en lo que la administración Biden todavía cree que es la mayor amenaza geopolítica a largo plazo: China.
A los funcionarios estadounidenses les gusta afirmar que pueden manejar Moscú y Beijing al mismo tiempo. Sin embargo, si la lucha en Ucrania se intensifica y atrae a otras partes de Europa, se necesitarán aún más recursos y tiempo para abordarla, ninguno de los cuales es infinito.
Es poco probable que la administración abandone la creencia de que China —con su poder económico, sus avances tecnológicos y sus ambiciones controladas por los comunistas— es la mayor amenaza para el poder estadounidense con el tiempo. Casi seguro que ese siga siendo el mensaje clave en la estrategia de seguridad nacional aún no hecha pública por la administración demócrata.
Sin embargo, es probable que las acciones de Rusia moldeen el pensamiento y los movimientos futuros de China también. China ha desconfiado de los planes de Rusia sobre Ucrania, en parte debido a su efecto en la economía global. Aún así, Moscú y Beijing habían estado reforzando su relación hasta el punto en que algunos asesores de Biden la vieron prácticamente como una alianza.
Al mismo tiempo, si la táctica de Putin en Ucrania tiene éxito, China podría aplicar algunas de sus lecciones a su antiguo deseo de poner a Taiwán bajo el control de Beijing. China ve a la isla administrada democráticamente como una provincia separatista y ha sido cada vez más agresiva con ella en los últimos años.
El jueves, Biden se negó a comentar si estaba instando a China a aislar a Rusia, incluso cuando China criticó las sanciones de EEUU contra Moscú.
Biden también reconoció que podría pasar algún tiempo antes de que las nuevas sanciones que está imponiendo a Rusia tengan un efecto serio, a pesar de su naturaleza particularmente severa.
“Tengamos una conversación dentro de un mes, para ver si están funcionando”, dijo Biden.
Los límites de Biden
A la acción del gobernante ruso Vladimir Putin, de trasladar tropas dentro del territorio ucraniano y lanzar una amplia invasión al país, el presidente estadounidense Joe Biden responde con palabras de condena, sanciones económicas y esfuerzos destinados a coordinar las acciones de los aliados de Estados Unidos contra el Kremlin.
Pero una opción que Biden no está dispuesto a realizar es enviar tropas estadounidenses para luchar contra las fuerzas rusas en Ucrania.
Biden está tan decidido a evitar la posibilidad de un encuentro militar entre EEUU y Rusia, que retiró de Ucrania a decenas de tropas estadounidenses que habían estado entrenando a los combatientes de ese país, informa Politico.
También advirtió recientemente que no enviará tropas estadounidenses para evacuar a los estadounidenses atrapados en Ucrania, citando el riesgo de un enfrentamiento.
“Es una guerra mundial cuando los estadounidenses y Rusia comienzan a dispararse unos a otros”, explicó Biden en una entrevista que se transmitió a principios de este mes con Lester Holt de NBC News. “Estamos en un mundo muy diferente de lo que hemos estado nunca”.
El martes, mientras presentaba el primer tramo importante de las sanciones de EEUU al Kremlin por su invasión, Biden enfatizó una vez más: “Estos son movimientos totalmente defensivos de nuestra parte. No tenemos intención de luchar contra Rusia”.
Las encuestas respaldan la sensación de que el público estadounidense es reacio a involucrarse en un conflicto bélico en Europa, por un país que pocos estadounidenses pueden encontrar en un mapa.
Rusia y Estados Unidos son potencias nucleares, lo que aumenta los temores de una escalada.
Sin embargo, la posición de Biden también deja abierta una pregunta: ¿Putin habría hecho cálculos diferentes en Ucrania esta semana si Biden hubiera planteado la posibilidad de que desplegaría tropas estadounidenses en caso de una invasión rusa? ¿O debería Biden haberse quedado callado sobre lo que haría, adoptando una posición estratégicamente ambigua que podría haber disuadido a Putin?
Los críticos de la postura de Biden dicen que es imposible evaluar exactamente qué historia alternativa podría haber ocurrido si Biden hubiera mantenido viva la opción militar. Después de todo, Putin ha tenido presencia dentro de Ucrania desde 2014, cuando invadió por primera vez, y parece tener la intención de apoderarse de más territorio del país o de su totalidad.
Pero la conclusión del líder ruso, de la falta de voluntad de Biden para desplegar tropas, es que puede salirse con la suya en muchas cosas, argumentan algunos críticos, y China podría estar pensando lo mismo mientras sopesa cómo tratar con Taiwán.
“El mensaje que estamos enviando a Rusia al sacar rápidamente a las tropas estadounidenses de [Ucrania y] cerrar la embajada es que tenemos miedo de entrar en conflicto con los rusos”, dijo Kori Schake, directora de estudios de política exterior y de defensa en el American Enterprise Institute, quien criticó la postura de Biden en un artículo de opinión en The New York Times.
Agregue a la reticencia de Biden sobre Ucrania su retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán, y los líderes comunistas de China creerán “que no estamos dispuestos a luchar por nada”, dijo Schake en una entrevista.
No hay indicios de que el envío de tropas estadounidenses a luchar en Ucrania haya sido un tema serio de discusión dentro de la administración de Biden, aunque hubo informes de que los funcionarios estadounidenses consideraron enviar asesores militares al país.
“Asesor militar” es un término flexible en el léxico del Pentágono que puede significar miembros en servicio activo o reservistas que ofrecen asistencia o entrenamiento en el campo de batalla. A menudo, los asesores son Boinas Verdes.
En noviembre, un alto funcionario del Departamento de Estado usó la frase clásica a la que recurren muchos líderes estadounidenses cuando insinúan que se está considerando una fuerza militar potencial.
“Como puede apreciar, todas las opciones están sobre la mesa y hay un conjunto de herramientas que incluye una amplia gama de opciones”, dijo Karen Donfried, subsecretaria de Estado para asuntos europeos y euroasiáticos.
En diciembre, sin embargo, Biden dijo rotundamente que “eso no está sobre la mesa” cuando se le preguntó si estaba considerando desplegar tropas estadounidenses en Ucrania, y sus asesores se han hecho eco de sus palabras en público en los días posteriores.
Aparte de las preocupaciones de una guerra nuclear, los funcionarios estadounidenses señalan en privado otras razones para evitar el despliegue de tropas en Ucrania. Entre ellas que EEUU no tiene responsabilidades de tratados con Ucrania ni intereses críticos de seguridad nacional en juego allí. Ucrania no está ubicada a lo largo de la frontera de EEUU, no alberga bases militares estadounidenses y no es un socio comercial importante, entre otras razones.
Esas explicaciones, sin embargo, no han impedido que EEUU use su poderío militar en nombre de otros en el pasado.
El gobierno de George H. W. Bush, EEUU reunió a otros países para expulsar a Sadam Husein de Kuwait, a pesar de no tener ninguna obligación de tratado con ese pequeño país. Los intereses de Washington en ese momento incluían proteger la producción de petróleo y gas en el Medio Oriente.
Durante la administración de Barack Obama, EEUU intervino militarmente en Libia para impedir que el dictador Moamar Gadafi atacara la ciudad de Bengasi, controlada por los rebeldes, una operación justificada principalmente por motivos de derechos humanos.
Las opiniones de Biden
Las opiniones de Biden sobre la intervención estadounidense han evolucionado hacia una mayor cautela durante sus muchas décadas a la vista del público.
En la década de 1990, como senador, apoyó el uso de la fuerza estadounidense para sofocar las luchas étnicas en los Balcanes. Pero, gracias en parte a la participación de EEUU en Afganistán e Irak, se ha vuelto mucho más cauteloso a la hora de desplegar el poderío militar estadounidense.
Como vicepresidente de Obama, por ejemplo, se opuso a la intervención en Libia y dijo que EEUU no tenía intereses estratégicos importantes allí. En los años siguientes, señaló que el caos en el país le daba la razón.
Biden también se opuso firmemente a la decisión de Obama de aumentar las tropas estadounidenses en Afganistán, y abogó por un esfuerzo antiterrorista más focalizado.
En ese conflicto de 20 años, heredó el papel de máximo responsable de la toma de decisiones, ordenando a las fuerzas estadounidenses que abandonaran Afganistán el año pasado.
Ha defendido la decisión a pesar del caos que siguió, incluido un bombardeo que mató a 13 militares estadounidenses y decenas de afganos en Kabul.
Lo que ha hecho Biden —señalan los funcionarios de la administración al defender su posición— es enviar o reposicionar miles de tropas adicionales a los países de la OTAN cerca de Ucrania. Esos despliegues de tropas están diseñados para disuadir a Putin de pensar que puede llevar su guerra más allá de Ucrania y hacia los países de la OTAN, que EEUU tiene la obligación de defender mediante tratado.
Biden también ha aumentado la ayuda económica y militar de EEUU a Ucrania, enviando misiles, municiones y equipos, con la esperanza de darle una oportunidad de luchar contra un ejército muy superior, como es el de Rusia.
Los esfuerzos diplomáticos de su administración en nombre de Ucrania incluso han llevado a algunos países asiáticos a expresar su desaprobación hacia Rusia. Japón dijo esta semana que impondría sanciones a Moscú.
Mientras tanto, China ha criticado las sanciones a Rusia y la idea de la expansión de la OTAN a pesar de que, por ahora, se ha mantenido alejado de respaldar el movimiento de Moscú hacia el este de Ucrania. Es probable que Beijing vea la reacción de la comunidad global a la invasión de Ucrania por parte de Rusia como un patrón potencial de lo que podría resultar si China intenta apoderarse de Taiwán.
EEUU ha mantenido durante mucho tiempo una política de “ambigüedad estratégica” hacia Taiwán, lo que significa que no dirá si intervendrá militarmente para ayudar a la isla a defenderse de un intento de toma de posesión por parte de China. Al mismo tiempo, EEUU es un importante proveedor de armas y otros equipos militares para los taiwaneses.
Biden pareció sugerir el año pasado que EEUU saldría en defensa de Taiwán si fuera atacado. La Casa Blanca insistió en que Biden no tenía la intención de señalar ningún cambio en la política de ambigüedad estratégica. Pero el alboroto dio lugar a llamados para que Washington adopte una posición más clara sobre lo que haría por Taiwán, especialmente a medida que China intensifica los movimientos agresivos hacia la isla.
La opinión de los estadounidenses
Cuando se trata de Ucrania, otro factor menos reconocido públicamente está impulsando la aversión de la administración a usar tropas: la política interna es arriesgada.
Las encuestas sugieren que los estadounidenses tienen poco apetito por entrar en otra guerra, especialmente después de la sangrienta experiencia de EEUU en Afganistán, que terminó con la toma del país por parte de militantes talibanes.
La posición de Biden sobre Ucrania se ha ganado la simpatía no solo de sus compañeros demócratas, sino incluso de los republicanos que conocen muy bien el estado de ánimo del público. Algunos elementos de la base republicana, impulsados por el presentador conservador de Fox News, Tucker Carlson, incluso se están poniendo del lado de Rusia contra Ucrania, lo que se suma a la naturaleza extraña que ha adquirido el debate político en este país.
El senador Marco Rubio (R-Fla.), quien generalmente mantiene una posición agresiva en política exterior, y a menudo critica al equipo de Biden, descartó el martes la idea de enviar tropas estadounidenses a Ucrania y dijo que “la guerra entre Estados Unidos y Rusia no resultaría buena para nadie”.
“Estas son las dos potencias nucleares más grandes del mundo, y esa es una de las cosas, aunque somos firmes en nuestra respuesta, [que] tenemos que hacer todo lo posible por evitar, porque puede escalar muy rápidamente”, dijo Rubio en CBS. “No somos los policías del mundo. No enviaremos tropas a Ucrania”.
Si bien la opinión de Rubio es común entre partidarios de la izquierda y la derecha, hay algunos legisladores preocupados por la inflexibilidad de Biden en el tema de las tropas.
“Los presidentes fuertes nunca eliminan opciones de la mesa, y no podemos sorprendernos si Putin ahora duda si realmente nos importa lo que le haga a Ucrania”, escribió el senador republicano Roger Wicker de Mississippi en National Review la semana pasada.
En una señal de lo tensa que puede resultar la política, más de 40 legisladores que representan a ambos partidos le escribieron a Biden esta semana insistiendo en que, si decide que quiere enviar tropas a Ucrania, primero lleve el asunto al Congreso.
“El pueblo estadounidense, a través de sus representantes en el Congreso, merece tener voz y voto antes de que las tropas estadounidenses se pongan en peligro o de que Estados Unidos se involucre en otro conflicto extranjero”, escribieron los legisladores.
Un funcionario estadounidense familiarizado con el tema dijo que dentro de la administración existe una preocupación constante sobre la posibilidad de que el enfrentamiento entre EEUU y Rusia pueda escalar incluso si las tropas estadounidenses no están en Ucrania.
Eso podría suceder si mueren ciudadanos estadounidenses en Ucrania, si Rusia usa ataques cibernéticos para tomar represalias contra las sanciones de EEUU o si las tropas rusas incluso disparan accidentalmente a través de la frontera hacia un país de la OTAN, dijo el funcionario.
El nivel de participación estadounidense en Ucrania podría variar según la duración del conflicto y quién esté a cargo en la Casa Blanca.
Muchos funcionarios y analistas sospechan que Putin planea ir a lo grande, tratando de apoderarse de la mayor parte del país posible. Eso ha llevado a la clara posibilidad de que Washington pueda ayudar a una insurgencia ucraniana, especialmente si el ejército de Rusia toma todo o gran parte de Ucrania.
Estados Unidos tiene un largo historial al respecto, y en especial en Afganistán.
Durante la década de 1980, Washington armó y financió a los rebeldes afganos que intentaban expulsar a la Unión Soviética de su país. Los soviéticos finalmente se fueron, pero la violencia en el país no se detuvo cuando las milicias afganas se enfrentaron entre sí, lo que eventualmente dio lugar a los talibanes.
Financiar y armar a los insurgentes ucranianos es el tipo de plan que podría obtener un apoyo significativo en el Congreso, pero también es un esfuerzo que requiere paciencia y consideraciones a largo plazo.
Un nuevo presidente también podría alterar los planes.
El predecesor de Biden en la Casa Blanca, el republicano Donald Trump, intentó en repetidas ocasiones ganarse el favor de Putin, a pesar de que su administración —gracias en parte a la legislación del Congreso— impuso duras sanciones a Rusia por una variedad de situaciones.
Trump también trató de presionar al gobierno ucraniano para que investigara a Biden, un esfuerzo que condujo a su primer juicio político y posterior absolución. En varias declaraciones esta semana, Trump ha dicho que Rusia no habría invadido Ucrania si él fuera presidente, al tiempo que describió los movimientos de Putin como “inteligentes” y “geniales”.
Sin embargo, ya sea que Trump, Biden u otra persona esté a cargo en Washington en 2025, alguien con una visión a largo plazo es Putin, quien planea permanecer en el poder por muchos años más.
Biden en tiempos de crisis internacional
Cuando se postuló para presidente en 2020, Joe Biden estructuró sus principios de política exterior sobre dos temas fundamentales: que las democracias deben triunfar sobre las autocracias y que restauraría el orden mundial puesto patas arriba por Donald Trump.
Más de un año después, estos dos pilares están bajo el asalto más intenso hasta la fecha en medio de la invasión de Rusia a su vecina Ucrania, informa Politico.
Es un momento precario para Biden, quien será juzgado por cómo dirige al país a través de la remilitarización de Europa, que recuerda escalofriantemente a la Guerra Fría. Y es uno que podría cambiar aún más o comenzar a ayudar a estabilizar su posición política en la esfera nacional.
Los ataques de Rusia se producen cuando se prepara para pronunciar su primer discurso sobre el Estado de la Unión la próxima semana, así como para presentar a la primera mujer negra nominada a la Corte Suprema en los próximos días. Pero antes de que pueda recurrir a cualquiera de estos temas obligatorios, Biden primero debe mostrar la forma en que piensa manejar una crisis en el otro lado del mundo, que se está desarrollando en tiempo real.
Su administración se ha comprometido a unir a la comunidad internacional e imponer un castigo más estricto a Rusia por su conducta, probablemente la batería completa de sanciones, por su “ataque no provocado e injustificado” contra Ucrania.
“El mundo responsabilizará a Rusia”, dijo en un comunicado el miércoles por la noche, prometiendo durante una llamada con el presidente ucraniano generar una condena internacional a Rusia.
Dentro de la Casa Blanca y entre los aliados políticos externos cercanos, existe la sensación de que Biden, a diferencia de la caótica retirada de Afganistán el verano pasado, tiene cierto espacio político para maniobrar.
Los demócratas se han sentido alentados por la aclamación bipartidista por el enfoque del presidente hasta el momento, incluso por parte de algunos de sus rivales políticos más destacados.
El líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell (R-Ky.), elogió al presidente por reforzar a los aliados del flanco oriental, mientras que el senador Ted Cruz (R-Tex.) dijo que levantaría su control sobre los nominados al Departamento de Estado después de que el presidente avanzara en volver a imponer sanciones a Nord Stream 2, el gasoducto que lleva gas natural de Rusia a Europa.
Los asesores y aliados de Biden también reconocen que, en contraste con el coro casi uniforme de críticas que encontraron sobre el fin de la guerra afgana, los republicanos están muy divididos sobre cómo abordar el conflicto que se desarrolla en Ucrania y las posibles críticas a Putin.
No se espera que una nueva era de confrontaciones con Rusia restaurará repentinamente el centro político del país o quitará fuerza a la fiera rivalidad bipartidista actual.
Sin embargo, los republicanos que han estado alabando a Putin, desde Donald Trump hasta Tucker Carlson de Fox News, están apostando a una minoría ideológica y se encontrarán cada vez más fuera de sintonía con la mayoría de los estadounidenses.
Si bien muchos republicanos se han mantenido implacables en sus críticas a Biden, a menudo argumentando que su manejo de Afganistán y la falta de un régimen de sanciones contra Rusia ayudaron antes a causar la crisis actual, sus divisiones sobre qué hacer ahora han desviado parte del enfoque de la casa Blanca.
Trump, por su parte, ha elogiado repetidamente a Putin como “inteligente” y ha calificado la totalidad de las sanciones que enfrenta como una tontería, en lugar del alto precio que Biden y sus aliados europeos ven en ellas.
miércoles, 23 de febrero de 2022
La agenda de Scott
El senador republicano por Florida está diseñando un plan conservador para que los republicanos lo apoyen en caso de que ganen las mayorías en el Senado y la Cámara de Representantes este otoño, informa Politico.
Entre las prioridades de Scott: completar el muro fronterizo y nombrarlo en honor al expresidente Donald Trump, declarar que “hay dos géneros”, poner fin a cualquier referencia a la etnicidad en los formularios del gobierno y limitar a la mayoría de los trabajadores del gobierno federal, incluidos los miembros del Congreso, a 12 años de servicio.
Es un movimiento audaz para el primer mandato del senador y presidente del Comité Senatorial Republicano Nacional. Pero Scott dijo que la agenda republicana de 31 páginas que elaboró está separada de su trabajo como presidente del brazo de campaña del partido, y agregó que es “importante decirle a la gente lo que vamos a hacer”.
Es una clara ruptura con el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, quien se ha negado a publicar una agenda republicana de cara a las elecciones intermedias.
“Con suerte, al hacer esto, tendremos más conversación sobre lo que van a hacer los republicanos. Porque cuando obtengamos la mayoría, quiero hacer algo”, dijo Scott en una entrevista. “Hay cosas de las que la gente preferiría no hablar. Estoy dispuesto a decir exactamente lo que voy a hacer. Creo que es justo para el votante”.
El plan de 11 puntos es una combinación de posiciones republicanas con un largo historial, como la promulgación de una ley nacional de identificación de votantes y la reducción del gobierno federal, combinadas con políticas de guerra cultural que definen a muchos votantes republicanos en el ala favorable a Trump del partido. Scott dijo que nadie debería sorprenderse de que esté ideando sus propios planes, dado su historial.
El historial de Scott tiene algunos momentos memorables. Solo que con la corta memoria que caracteriza al electorado estadounidense algunos tienden a olvidarse.
Cuando era gobernador de Florida, Scott declaró que no aceptaría la ampliación del Medicaid en el estado, según estaba contemplado en la ley de seguro de salud para los estadounidenses conocida como “Obamacare”.
La razón de Scott para esa negativa era muy simple, ya que iba contra su propio negocio.
El negocio de los seguros y los servicios médicos privados sirvió para enriquecer al entonces gobernador y ahora senador, y hay muchas dudas de que utilizara para ello medios legales. Para decir lo menos.
Antes de ser elegido gobernador de Florida, en una elección donde los candidatos se caracterizaron por su mediocridad y en la cual gastó millones de dólares,
Scott estuvo involucrado en una de las mayores estafas al Medicaid de la que se tiene memoria en el estado. Scott presidía un conglomerado de servicios médicos que fue acusado de estafar al Medicaid más de $600 millones.
Debido al escándalo, tuvo que renunciar a la presidencia del negocio, aunque al final todo se resolvió con una multa de $600 millones.
Aunque, como solo ocurrir en este estado, el luego gobernador no solo quedó libre de cargos sino que recibió una indemnización de $10 millones por su despido.
En Estados Unidos, y especial en Florida, unos buenos abogados pueden hacer milagros, siempre que existan billetes de por medio.
También hacen milagros las campañas electorales, la inercia de los votantes y la ignorancia o el prejuicio de muchos electores. Ah, y dinero, dinero y dinero. Es seguro que Napoleón también habría sido gobernador de Florida.
Lo curioso es que Scott, tras llegar a la gobernación de Florida, no cambió en lo que respecta a los servicios médicos privados, y desde la venta de vitaminas hasta las clínica privadas rurales siguió en el negocio.
Sin embargo, en la actualidad Scott es uno de los paladines de las causas republicanas y no hay que desechar que tenga aspiraciones presidenciales o de estar al frente del Senado. Lo peor es que no hay que descartar la posibilidad de que ello ocurra.
Aumenta el peligro que significa Vox para España
La cada vez mayor influencia de Vox en el panorama político español es una mala noticia para esa nación.
Ello lo acaba de demostrar una encuesta realizada por el diario español El País.
El espacio ideológico que comparte el votante de Vox con el del PP discurre por franjas amplias que podrían propiciar un trasvase de voto. De hecho, cerca del 50% del electorado del PP se sentiría satisfecho o tranquilo con ministros de Vox en el Gobierno de España, y por encima del 30% del electorado del PP simpatiza con la posición de Vox en inmigración, ilegalización de partidos separatistas y recentralización del Estado.
El contraste más radical está en la distancia de esas posiciones con la población general, que no duda en situar a Vox en la extrema derecha o muy cerca de ella (lo cree más del 70%), y un 30% los identifica como fascistas. Otro dato relevante es que el 42% de los españoles (y el 70% de los votantes del PP) creen que Vox debe ser tratado “como un partido más”. Un 21% es partidario de impedir que forme Gobierno, es decir, que se le aplique el cordón sanitario o cordón democrático que excluye a los ultras de los gobiernos en países como Alemania, pero llega hasta el 47% sumando a quienes lo quieren ilegalizar o lo descartan de cualquier acuerdo.
Si la debacle actual que sufre el PP se acentúa, y Vox sigue ganando fuerza en el panorama político español, el futuro de la nación está en peligro.
Ello lo acaba de demostrar una encuesta realizada por el diario español El País.
El espacio ideológico que comparte el votante de Vox con el del PP discurre por franjas amplias que podrían propiciar un trasvase de voto. De hecho, cerca del 50% del electorado del PP se sentiría satisfecho o tranquilo con ministros de Vox en el Gobierno de España, y por encima del 30% del electorado del PP simpatiza con la posición de Vox en inmigración, ilegalización de partidos separatistas y recentralización del Estado.
El contraste más radical está en la distancia de esas posiciones con la población general, que no duda en situar a Vox en la extrema derecha o muy cerca de ella (lo cree más del 70%), y un 30% los identifica como fascistas. Otro dato relevante es que el 42% de los españoles (y el 70% de los votantes del PP) creen que Vox debe ser tratado “como un partido más”. Un 21% es partidario de impedir que forme Gobierno, es decir, que se le aplique el cordón sanitario o cordón democrático que excluye a los ultras de los gobiernos en países como Alemania, pero llega hasta el 47% sumando a quienes lo quieren ilegalizar o lo descartan de cualquier acuerdo.
Si la debacle actual que sufre el PP se acentúa, y Vox sigue ganando fuerza en el panorama político español, el futuro de la nación está en peligro.
lunes, 21 de febrero de 2022
Cuba sin encanto
P.J. O’Rourke falleció el 15 de febrero de este año. Un texto de Glenn Garvin sobre el periodista y escritor, publicado en Politico, me llevó a recordar la visita de O’Rourke a Cuba en 1996, la crónica al respecto que apareció en Rolling Stone, que leí y comenté en El Nuevo Herald.
Cuba sin encanto
Cuando un pueblo es tan musical como el cubano, surgen extrañas coincidencias: el mejor escrito sobre la realidad de la isla que he leído en las últimas semanas no aparece en The New York Times ni en The Washington Post, sino en una revista dedicada a la música, Rolling Stone, y casualmente casi no alude a los ritmos cubanos. La crónica “Cubanomics”, escrito por P. J. O'Rourke, no solo muestra una visión sin afeites de la realidad del país, sino que señala una esperanza de salvación para sus habitantes. Que un extranjero —un norteamericano, para ser mas precisos— nos enseñe a los que vivimos en el exilio una realidad que nos está vedada por diversos motivos, es digno de elogio.
O'Rourke comienza la narración de su estancia en Cuba desde un piso superior del Hotel Nacional, y a su vista todo se presenta de un color gris: el mar, las nubes, el Malecón y las viejas casas despintadas. Esa grisura no lo abandonará. No hay el regocijo del turista despiadado en busca de ofertas en el trópico; no existe la ofuscación o el desdén ante el subdesarrollo caribeño; no aparece por ninguna parte el deslumbramiento ante la decadencia, que sufren los que vienen de la abundancia y la modernidad. Todo lo que encuentra a su paso el viajero es fruto del fracaso, desde el caos económico hasta los pésimos servicios turísticos. Solo hay una palabra amable para señalar la belleza de La Habana Vieja. Es por ello que varias veces el autor hace referencia en burla a la guía Fodor's sobre Cuba. O'Rourke es todo lo contrario al visitante incauto que pisa el suelo cubano, y su crónica es demoledora para la industria turística de la isla, tanto que los cubanos deberíamos reproducirlo y distribuirlo en masa para terror de inversionistas españoles y canadienses.
Para cada una de las “maravillas” que el viajero puede encontrar en Cuba, hay un comentario irónico: “La Habana luce como Cleveland en 1960, luego de una huelga de 35 años de pintores y mucamas”. Las artesanías dan la impresión de estar hechas con herramientas melladas, por contadores, abogados y profesores universitarios desesperados por obtener algunos dólares. Las tostadas tienen gusto a virutas de madera y el te “el mismo sabor exacto que si un perro pequeño hubiera sido sumergido en agua caliente”. Los tabacos Corona Montecristo, comprados en tiendas del gobierno, tienen el mismo aroma y se aspiran con igual encanto que si “el punto de fieltro de una pluma marcador fuera consumido por un fuego lento sin llama”. Hasta los músicos parecen perseguir a los turistas repitiendo incansables una tonada única: "Guan-tan-a-meeeeeera".
Para O'Rourke, Cuba es un país que parece sumergido dentro de una chapucera maquina del tiempo creada por los rusos, “donde el reloj se ha detenido pero todo envejece”. Solo hay una cosa que despierta simpatía en el periodista: los cubanos. Los prefiere a los turistas, y solo le aburren los funcionarios y académicos con sus respuestas trilladas. En un viaje a Trinidad, su automóvil se detiene. Al principio siente la hostilidad de quienes le rodean, pero cuando estos se dan cuenta de que el vehículo está descompuesto, comienzan a ayudarlo. Es en ese momento que la multitud entera se pone a trabajar: un niño busca herramientas, un hombre de edad similar a la del periodista revisa el filtro de aire, otro limpia el sistema de encendido, un anciano trae agua para la batería, un vecino limpia la tapa del distribuidor, todavía hay otro que desconecta el conducto de la gasolina y comienza a succionar, y el que dice ser mecánico le quita la bomba de la gasolina al motor para inspeccionarla. Al darse cuenta de que no pueden arreglar el automóvil, se niegan a recibir dinero, porque no han podido solucionar el problema. El tiempo empleado no cuenta para los residentes de la isla: es su única riqueza y lo regalan gustosos. Al final el viajero logra que cada uno acepte 50 centavos de dólar.
Pese a lo triste de la anécdota, 50 centavos es lo que en el peor de los casos se da con pena al desamparado que se acerca a limpiar o ensuciar con un trapo el parabrisas del auto en una esquina del centro de Miami, hay una esperanza en ella. Durante casi 37 años Fidel Castro ha impedido que los cubanos trabajen. En el paraíso de los trabajadores, el trabajo nunca sirvió de nada: no implicaba una mejora en el status de vida, no servía para adquirir una vivienda, ropas, un automóvil, viajar. Como señala O'Rourke, el gobierno cubano no solo eliminó el concepto de desempleo, sino también el del trabajo.
Sin embargo, los cubanos, casi por capricho —nuestra herencia, nuestra idiosincrasia, nuestro clima y hasta nuestra religión católica conspiran contra ello—, somos un pueblo trabajador. Los balseros llegados en los últimos años lo han demostrado. Mientras este espíritu no muera, habrá esperanzas para Cuba.
Alejandro Armengol, escritor y periodista cubano, es editor de El Nuevo Herald.
Publicado el viernes 30 de agosto de 1996 en la sección Opiniones de El Nuevo Herald.
sábado, 19 de febrero de 2022
Juez falla que Trump enfrente demandas civiles por ataque al Capitolio
Es un fallo legal muy importante, aunque por supuesto cabe esperar que Donald Trump lo apele y el asunto se dilate.
El expresidente Trump debe enfrentar las múltiples demandas civiles que buscan responsabilizarlo por el ataque del 6 de enero al Capitolio, dictaminó el viernes un juez federal, rechazando los esfuerzos de Trump para desestimar los casos, informa The Hill.
El juez federal de distrito Amit Mehta emitió una opinión de 112 páginas en la que rechaza la afirmación del expresidente de que tiene inmunidad absoluta frente a las demandas porque se refieren a su conducta mientras estuvo en el cargo.
Mehta, designado por Obama, dijo que estaba tratando de lograr un cuidadoso equilibrio al respetar el escudo legal otorgado a los actos oficiales de los presidentes en funciones.
“Negarle a un presidente la inmunidad por daños civiles no es un paso pequeño”, escribió Mehta. “El tribunal entiende bien la gravedad de su decisión. Pero los hechos alegados en este caso no tienen precedentes, y el tribunal cree que su decisión es consistente con los propósitos detrás de tal inmunidad”.
Mehta dictaminó que Trump podría ser demandado por ayudar a incitar los disturbios en el Capitolio el año pasado, porque sus esfuerzos para socavar los resultados de las elecciones de 2020, incluido su discurso en la manifestación “Stop the Steal”, justo antes de que se invadiera el Capitolio, no podían ser considerados actos oficiales.
“Después de todo, las acciones del presidente aquí no se relacionan con sus deberes de ejecutar fielmente las leyes, dirigir los asuntos exteriores, comandar las fuerzas armadas o administrar el Poder Ejecutivo”, escribió Mehta. “Se refieren por completo a sus esfuerzos por permanecer en el cargo por un segundo mandato. Estos son actos no oficiales, por lo que las preocupaciones sobre la separación de poderes que justifican la amplia inmunidad del presidente no están presentes aquí”.
El fallo de Mehta se produjo en una serie de casos presentados por agentes de la policía del Capitolio de EEUU y miembros demócratas de la Cámara. Uno fue presentado por el representante Bennie Thompson (demócrata por Mississippi), presidente del Comité Selecto del 6 de enero de la Cámara, y otro por el representante Eric Swalwell demócrata por California).
Todas las demandas civiles presentaron reclamos contra Trump en virtud de la Ley Ku Klux Klan de 1871, una ley de derechos civiles que prohíbe las conspiraciones contra el gobierno federal o para privar a las personas de sus derechos.
En su dictamen, Mehta desestimó los casos contra Rudy Giuliani, una de las figuras que los demandantes alegaron que había participado en la conspiración. También redujo los reclamos contra Trump, pero confirmó el recuento presentado en virtud de la Ley Ku Klux Klan.
Si se mantiene la decisión de Mehta, Trump y sus aliados podrían ser llamados a declarar por los demandantes y sujetos a demandas civiles.
Un abogado que representa a Trump no respondió de inmediato cuando se le pidió un comentario.
La decisión del juez del viernes analizó de cerca el discurso de Trump del 6 de enero ante sus partidarios fuera del Capitolio, en el que repitió sus afirmaciones infundadas de una elección robada e instó a sus seguidores a “luchar como el demonio” contra el Congreso encargado de certificar la victoria del presidente Biden.
Mehta rechazó el argumento legal de Trump de que los comentarios estaban protegidos por la Primera Enmienda de las demandas civiles y encontró que hay evidencia razonable que sugiere que el entonces presidente incitó a una multitud ese día.
“El discurso de mitin del presidente Trump del 6 de enero fue como decirle a una multitud emocionada que los comerciantes de maíz matan de hambre a los pobres frente a la casa del comerciante de maíz”, escribió Mehta.
“Invitó a sus seguidores a Washington, DC, después de decirles durante meses que los políticos corruptos y cobardes tenían la culpa de robarles una elección; volvió a contar esa narrativa cuando miles de ellos se reunieron; y les ordenó que marcharan hacia el edificio del Capitolio —la metafórica casa del granero— donde esos mismos políticos estaban trabajando para certificar unas elecciones que él había perdido”.
Los corruptos del PP igual que siempre
Ellos no ven nada, ellos no oyen nada, ellos no saben nada. Las explicaciones de Ayuso fueron suficientes, todo está claro, todo fue legal. Bendita ella entre todas las mujeres, y bendita también su madrina. Qué maravilla son. Ahora lo único que falta es el artículo de Vargas Llosa. Ya vendrá.
viernes, 18 de febrero de 2022
Los demócratas debe imitar a los republicanos, no en sus políticas sino en sus tácticas
Los veo avanzar día tras día. Estoy a punto de envidiarlos. La derecha y la ultraderecha adoptan cada vez con mayor éxito tácticas y estrategias que en una época caracterizaron a la izquierda. Mientras tanto, esa izquierda cada vez más timorata y torpe retrocede atrapada por escrúpulos antiguos y convicciones vetustas.
Un simple ejemplo, la representante Liz Cheney es crucificada a diario por su partido, al punto de hacerle casi imposible su reelección. Sin embargo, su único “pecado” ha sido declararse en contra de las idioteces de Donald Trump, el candidato republicano perdedor en las últimas elecciones. No más, no menos. Cheney no está en contra de la agenda republicana, todo lo contrario. Por vocación propia y tradición familiar es una conservadora agresiva en política exterior y agenda nacional. Solo que piensa que Trump es un desastre para su propio partido. Por otra parte, el senador Joe Manchin ha hecho todo lo posible y por haber para torpedear la agenda demócrata desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Manchin ha hecho más daño a los demócratas que cualquier político republicano o cavernícola en cualquier pueblo estadounidense. Sin embargo, el Partido Demócrata lo trata con guantes de seda. A este paso, dicho se hunde sin remedio
La lección que los demócratas no han aprendido se desprende del observar a los dos presidentes republicanos, Donald Trump y George W. Bush, quienes asumieron el cargo en circunstancias controvertidas con una minoría del voto popular. Ambos adoptaron la estrategia de que las realidades políticas pueden moldearse mediante proclamaciones presidenciales, seguros de que estas podrían no durar en su totalidad si resultaba electo un contrincante del otro partido, pero que no solo sobreviran en parte sino que mantendrían vivo un espíritu partidista en la derrota. A diferencia de ello, Barack Obama debe la permanencia de su única ley importante
Mientras tanto, los dos últimos presidentes demócratas —Obama y Bill Clinton— desperdiciaron sus oportunidades y decepcionaron a sus partidarios por aferrarse a la búsqueda constante de acuerdos y concesiones mutuas, pretendiendo que aún estamos en la década de 1970, y que el juego político tal como lo juega el sistema sigue siendo de alguna manera en lograr una nivelación.
El modelo Bush-Trump se basa en la movilización de aliados naturales. El modelo Clinton-Obama se fundamenta en un esfuerzo desesperado por persuadir a un grupo cada vez más reducido de personas atraídas por una política cautelosa e intermedia.
La línea divisoria de persuasión versus movilización es probablemente la división más importante entre los dos partidos, tantos republicanos como demócratas avanzan por vías opuestas no solo en agendas y objetivos, sino en modos de actuar. Y cada vez más los demócratas ven deteriorarse su mayoría en el voto popular, no por su plataforma política sino por su incapacidad a la hora de ponerla en práctica.
La guerra contra las ideas en Cuba
Controlar a los intelectuales siempre ha sido uno de los mayores esfuerzos del régimen cubano. También uno de sus fracasos más manifiestos.
El gobierno de La Habana siembre se ha mostrado preocupado frente a quienes piensan y crean. Una y otra vez resurge el temor de que escritores, pintores, periodistas, economistas, ingenieros, profesores y hasta bibliotecarios, en algún momento cuestionen el sistema.
Bajo su punto de vista, no le falta razón. La oposición en Cuba, en estos momentos, no se define en la lucha armada, sino en la confrontación política. No hay simplemente una batalla ideológica: hay una lucha contra las ideas.
Esta confrontación no se limita a no perder el control de la calle. Va mucho más allá: se dirige al control de las ideas. No importa que no se compartan, basta que se acaten.
Por décadas esta premisa ha sido uno de los pocos dogmas mantenidos sin variación, mientras se ha ido desarrollando un ajiaco ideológico que permite asimilarlo todo, siempre y tanto esté previamente autorizado.
Este dogma siempre se ejemplificó en manifestaciones burdas, como las famosas reuniones laborales y estudiantiles para “discutir el último discurso de Fidel”, pero también tuvo momentos canónicos, como las tristemente célebres “Palabras a los intelectuales”:
“¿Sentimos el temor de la existencia de un organismo nacional, que es un deber de la Revolución y del Gobierno Revolucionario contar con un órgano altamente calificado que estimule, fomente, desarrolle y oriente, sí, oriente ese espíritu creador? ¡Lo consideramos un deber!”, escribió Fidel Castro en dicho folleto.
“Si nosotros impugnamos ese derecho del Gobierno Revolucionario estaríamos incurriendo en un problema de principios, porque negar esa facultad al Gobierno Revolucionario sería negarle al gobierno su función y su responsabilidad, sobre todo en medio de una lucha revolucionaria, de dirigir al pueblo y de dirigir a la Revolución”, añade.
El entonces gobernante estableció muy claro lo que consideraba los derechos de la revolución. Es decir, sus derechos. Y por supuesto, no todos los derechos eran iguales: unos estaban apoyados con cañones, policías y cárceles y otros dependían simplemente del individuo.
Así que a partir de ese momento todo el mundo debía saber a qué atenerse. Y el principio no ha cambiado hasta hoy. Podrá haber desaparecido físicamente su autor, pero su obra continúa.
Lo que nunca admitirá el régimen es una renuncia a sus “derechos”. Lo que nunca estará dispuesto a ceder es en poder de decisión.
Cambios se han visto. Por años estuvo prohibida la exhibición de la mayor parte del cine norteamericano y perseguidos los homosexuales, para citar dos ejemplos siempre repetidos. Ya no, pero la naturaleza del sistema no ha cambiado.
Lo anterior lleva a reconocer —aunque nunca a compadecer— el triste papel de los represores de todo tipo, que por miedo llevan a cabo tareas que pueden resultarles desagradables —o gustosas, porque para todo siempre hay alguien dispuesto— y que saben, ya que a estas alturas no queda la posibilidad de duda al respecto, que en el futuro enfrentan la posibilidad de ser criticados, separados o incluso sancionados.
Los escritores y artistas de la isla no deben olvidar que, a los ojos del régimen, es igualmente sospechoso un disidente que se cuestiona el curso del proceso social que un creador interesado en difundir su punto de vista.
La única diferencia aceptada es el grado de encubrimiento a la hora de exponer una opinión.
En ambos casos, el grado de distanciamiento del punto de vista oficial lo establece el sistema. No son solo las circunstancias las que hacen más o menos permisible una crítica. El régimen se reserva el derecho de dictaminar sobre qué protestar, cómo y cuándo hacerlo.
Todo escritor y artista honesto que vive en la isla está ante una situación sumamente difícil. Guardar un silencio culpable ante cualquier acción represiva compromete la dignidad intelectual. Manifestarse abiertamente implica no solo un peligro personal, sino también la posibilidad de ver interrumpida la labor creativa. Queda a cada cual determinar qué es más importante.
Como nación, Cuba atraviesa una crisis cultural sin salida. Por décadas el país se ha caracterizado por la existencia de un gran número de intelectuales silenciados o silenciosos. No se puede arengar desde el exterior el asumir un compromiso que se negó al abandonar el país. Sí se puede sugerir que, al menos, se practique un retraimiento decente.
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