¿Hay motivo de alarma? ¿O no? No hace mucho me parecía imposible pensar en ello. He cambiado de criterio, obligado por lo que escucho y veo últimamente. Y la culminación de ello —hasta este momento— es una nueva derrota de Erin O’Toole, esta vez propiciada por los miembros de su propia partido. Los diputados de su agrupación le negaron un voto de confianza al líder del Partido Conservador de Canadá.
Es cierto que los conservadores llevan perdiendo tres votaciones consecutivas, pero en la última elección O’Toole trató infructuosamente de imponer un conservadurismo más moderado, hacia el centro y salvaguardando los valores, la cordura y el racionalismo. Trató así de ganar a los votantes progresistas, pero no dio resultado. En cualquier caso, la cordura y la moderación de O’Toole es inherente a su persona y va más allá de una estrategia electoral.
Su derrota es una mala noticia, con independencia de las filiaciones partidistas, ya que lo más probable es que ahora dicho partido se incline más a la derecha, el populismo y la demagogia.
Canadá es —en buena medida— no un país sino varios unidos bajo un mismo Estado. Pero no sé si el frío o el carácter pausado de los canadienses me llevaron por años —décadas— a creerlo libre de extremismos (salvo en determinados momentos del nacionalismo quebequés).
Por supuesto que hay muchas diferencias entre la conservadora Alberta y la liberal British Columbia, pero el populismo de ultraderecha que cada vez más asola a Europa y Estados Unidos parecía ajeno a la nación.
Sin embargo, ahora hay indicadores preocupantes. La recién caravana de camioneros, que protestó en Ottawa durante varios días, bloqueando autopistas y calles, es uno de ellos.
Limitar el hecho a una manifestación de rechazo —por parte de los camioneros— a la vacunación obligatoria para quienes realizan recorridos transfronterizos, es reducir su alcance y organización.
Se ha señalado la participación de manifestantes no canadienses, la presencia de banderas confederadas y al menos una con una suástica dibujada, entre otros símbolos del supremacismo blanco, con el objetivo de buscar la división y el odio.
Lo que se busca con el llamado “Freedom Convoy” es crear el caos, interrumpir el necesario tráfico de mercancías entre Estados Unidos y Canadá e intimidar a la población. No por gusto Donald Trump se ha manifestados a favor de los camioneros y O’Toole les negó el apoyo.
El primer ministro Justin Trudeau ha declarado que las manifestaciones representaban una “pequeña minoría marginal”. Ojalá y así sea.
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