miércoles, 16 de marzo de 2022

El régimen cubano siempre miente, con Checoslovaquia ayer y con Ucrania hoy

De embrollos y mentiras. El gobierno cubano coloca como agresor en Ucrania a Washington y no a Moscú. Tras la retórica torcida e hipócrita yace un viejo recurso, ya utilizado cuando Fidel Castro apoyó la invasión a Checoslovaquia: encubrir el servilismo más vil con una supuesta postura ética y “antiimperialista”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba persiste en responsabilizar al “empeño” de Estados Unidos y la OTAN, de continuar “la progresiva expansión” de la Alianza Atlántica hacia las fronteras de Rusia, de ser la causa de la invasión rusa a Ucrania, y abogar por una solución “diplomática seria, constructiva y realista de la actual crisis en Europa”.
“Defendemos la paz en todas las circunstancias y nos oponemos sin ambigüedades al uso de la fuerza contra cualquier Estado. Como país pequeño, lo entendemos mejor que nadie”, escribió el presidente cubano Miguel Díaz-Canel en su cuenta oficial de Twitter.
Difícil concebir que a estas alturas alguien se tome en serio al mandatario cuando dice oponerse “al uso de la fuerza”, mientras las bombas y los misiles caen en las ciudades de Ucrania y él no lo condena directamente. Todo lo contrario. Habla de que se “ha establecido un cerco militar ofensivo contra la Federación de Rusia”. Así que la culpa es —como siempre— del “imperialismo yanqui”.
Distanciarse de esta demagogia y este engaño fundamental, de este malabarismo repetido desde La Habana, es fundamental cuando se busca analizar las causas de lo que está ocurriendo en Rusia y Europa Oriental, sin dejarse manipular y asumir la posición equivocada en que ha caído buena parte del Podemos español (no así la vicepresidenta del Gobierno). Es evitar el error en que se encuentran el francés Jean-Luc Mélenchon y el exlíder del Partido Laborista británico Jeremy Corbyn: ese viejo amigo del régimen cubano,  al igual —o más— que Mélenchon; siempre fuera de tono, siempre atrasado.
Por favor, dejen de hablar de diplomacia con el agresor  de un pueblo que está bajo las balas. Ese “hablar de la paz” recuerda a los viejos comités de la paz y la coexistencia pacífica de los pueblos, que le hacían el juego a Stalin y luego a los que vinieron detrás. Sean serios y abandonen esa careta. 
Sin embargo, en el caso del gobierno cubano no solo hay hipocresía, sino interés económico.  La realidad es más burda y se limita al simple dinero. Si mayormente durante la época de Fidel Castro Cuba dependió de la amplia ayuda soviética, ahora ni siquiera puede librarse de las limosnas y los favores de Rusia.
Ejemplo de ello es que la Federación Rusa ha acordado aplazar el pago de la deuda que Cuba tiene con ella, lo que permitirá prolongar hasta 2027 el desembolso de $2.300 millones, producto de una anterior restructuración de deuda y de numerosos préstamos realizados por Rusia a favor de la generación de energía, metales e infraestructuras de transporte en Cuba.
Las nuevas condiciones de pago de la deuda, aprobadas por la Duma rusa, fueron redactadas originalmente por la legislatura cubana el año pasado.
Conociendo el historial de impagos por parte del gobierno cubano, no es de extrañar que en la actualidad el gobernante ruso Vladímir Putin se sienta más inclinado a comprar cipayismo, mediante el otorgamiento de un alivio económico. En última instancia, Putin sabe que cobrarle a los cubanos es muy difícil.
Así que el gobierno cubano ha expresado su apoyo al reconocimiento por parte de Putin de las regiones separatistas del Donbás en Ucrania y Cuba ha acusado a EEUU de librar una “guerra de propaganda” contra lo que percibe como la legítima anexión de los territorios étnicamente rusos de Luhansk y Donetsk.
No es la primera vez que Rusia se muestra indulgente con el pago de la deuda. En el verano de 2014, apenas unos meses después de la anexión rusa de Crimea —que el gobierno cubano reconoció como legítima— Putin visitó La Habana para ofrecer la condonación del 90 % de la deuda cubana de la época soviética.
En otra de las tantas repeticiones de la historia, desde hace años el gobierno cubano busca un acercamiento con Rusia que recuerda los años de la Guerra Fría. Si en ocasiones se cuida de intercalar un comentario en favor de la paz, o abstenerse en una votación en Naciones Unidas para no comprometerse demasiado, es por simple miedo; por un cambio mundial y no por una modificación en su servilismo hacia Moscú. Aunque, claro, Díaz-Canel se vende mucho, mucho más barato que Castro en sus buenos tiempos.

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