viernes, 25 de marzo de 2022

La vía Nicaragua: «Un Mariel silencioso»


La vía Nicaragua, que desde finales del pasado año han comenzado a utilizar los cubanos para llegar a Estados Unidos, se está convirtiendo en una bomba de tiempo para el actual gobierno estadounidense.
En primer lugar por sus dimensiones. De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU (CBP), casi 40.000 cubanos llegaron a la frontera sur entre noviembre de 2021 y febrero de 2022, informa la BBC.
Este dato brinda un fuerte contraste con el hecho de que, durante todo el año fiscal anterior, entre octubre de 2020 y octubre de 2021, la cifra fue de poco más de 38.000.
Se desconoce cuántos de estos migrantes utilizaron la vía Nicaragua, pero una cifra brinda al menos una idea: en octubre de 2021 —el mes previo a que Nicaragua eliminara el requisito de visa para los cubanos— el número de los que llegaron a la frontera de EEUU fue alrededor de 5.000, mientras que en febrero de este año superaba los 16.000.
“Es una especie de Mariel silencioso. Los números y los testimonios que llegan de la cantidad de gente que se está lanzando a través de Nicaragua es preocupante y lógicamente genera una situación de crisis migratoria, no solo en EEUU sino también en países de Centroamérica y México”, explica a BBC Mundo Jorge Duany, experto en tema migratorios de la Universidad Internacional de Florida.
En noviembre pasado, el gobierno de Daniel Ortega anunció que levantaba los requerimientos de visa para cubanos. Uno de los pocos países de la región en hacerlo.
Desde que se dio a conocer el 22 de noviembre de 2021 la entrada libre de cubanos a Nicaragua, miles llegan al aeropuerto de Managua semanalmente, pero no para permanecer en la ciudad —algunos lo hacen solo por horas— sino para seguir rumbo a EEUU. 
Varias aerolíneas ofrecen vuelos directos o con escalas, aunque se ha producido suspensiones, pero la demanda es cada vez mayor y los boletos se han encarecido sustancialmente (entre $3.000 y $5.000). Las salidas se producen desde La Habana, Santa Clara y Camagüey. Como el número de vuelos directos no es suficiente, muchos tienen que recurrir a viajes por terceros países, ya sea en el Caribe o Centroamérica. La situación ha generado que varias naciones del área comiencen a imponer restricciones para el paso de cubanos por sus aeropuertos.
Colombia anunció el mes pasado que requeriría una visa de tránsito para cubanos que quisieran hacer escala en su territorio y más recientemente, Panamá y Costa Rica también pusieron en práctica una regulación similar (lo que generó protestas en las embajadas de estos países en La Habana, sobre todo por aquellos que ya habían comprado sus vuelos con escalas en Bogotá o San José y Panamá retrasó hasta este martes la exigencia de visa).
Razones falsas y presiones reales
El gobierno nicaragüense ha ofrecido diversas razones para justificar la eliminación de la visa para cubanos, en las cuales el cinismo y la burla se mezclan, desde Ortega hablar de motivos “humanitarios” (precisamente él) hasta la Oficina de Turismo decir que a los cubanos les gustaban mucho los volcanes, y como no los tenían en la isla iban a verlos a Nicaragua.
En realidad, tanto Managua como La Habana buscan influir en Washington, que ha sancionado a la cúpula gobernante de ambas naciones y la actual administración mantenido una política similar a la establecida por su predecesora. El tema migratorio como factor de presión y hasta de chantaje, una política que por otra parte tampoco es ajena a otros vecinos del área.
Sin embargo, en el caso cubano está actuando con mayor fuerza la tradicional “válvula de escape”, que el régimen ha puesto en práctica una y otra vez como fórmula de sobrevivencia.
Con la invasión de Rusia a Ucrania, La Habana debe estar mirando con ilusión al ejemplo de Marruecos y España: solucionar políticamente una crisis migratoria como un remedio socorrido en tiempos de guerra. Solo que en el caso de EEUU y Cuba el asunto es más complejo.
Buscar incrementar la salida de Cuba del segmento más productivo y capacitado de la población es un disparate económico que desde hace décadas practica el régimen cubano. No se trata de una migración destinada a llevar a cabo tareas temporales agrícolas de recogidas de cosecha o a incrementar los servicios de corte de hierba en jardines residenciales y avenidas. Por las características del viaje y el costo, solo está permitido en su mayor parte a quienes cuentan con fondos para pagarlo (unos $10.000 o $15.000 en total) o capacidad para empeñarse a este fin. Pero el régimen de la isla parece empeñado en el parasitismo estatal como herramienta económica: que se vayan y después manden remesas.
¿Y el gobierno de Biden?
Con un exilio cubano que en las últimas elecciones revivió su fervor republicano y una situación nacional e internacional extremadamente complicadas —y potencialmente perjudiciales a su presidencia—, Joe Biden tiene poco interés en buscar soluciones y remedios a una situación migratoria que hasta el momento transcurre sin más alarma que la que brindan las cifras (¿y no es suficiente?).
De hecho el actual gobierno estadounidense “ha suavizado algunas de las restricciones migratorias de la era de Trump, por lo que gran parte de los migrantes son liberados a los pocos días, en lugar de ser retenido por largo tiempo o devueltos a México, como pasaba generalmente con el gobierno anterior”, explica Duany a la BBC.
En todo caso, hay que recordar que desde hace años los cubanos vienen entrado por la frontera sur, incluso atravesando selvas, y que para muchos de ellos el hecho de ahora poder vender sus viviendas y todas sus propiedades les permite disponer de mayores recursos que en décadas atrás, donde en la mayoría de los casos el tránsito de Cuba a EEUU dependía de la capacidad y disposición de los familiares.
Si la situación migratoria se complicara mucho, al gobierno de EEUU siempre le quedaría el recurso de acudir al de México, para ventaja de AMLO.
Precisamente el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, incluyó a Cuba en un recorrido a países centroamericanos (El Salvador, Honduras, Guatemala, y Belice) que llevará a cabo en mayor. Pero AMLO siembre ha usado a Cuba para justificar lo poco que le queda de izquierda, así que no hay que esperar mucho al respecto.
En noviembre de 2015, un año antes de que Donald Trump ganara la Casa Blanca, habían entrado en EEUU unos 100.000 cubanos en los dos últimos años, con documentos legales que autorizaban su entrada o sin ellos.
Cien mil cubanos en dos años, de una población de un poco más de 11 millones de habitantes, es una cifra que indica un fracaso colosal del sistema imperante en la isla. Aunque desde hace demasiado tiempo ello ha dejado de ser noticia.
Tanto el gobierno de Cuba como el de EEUU han mantenido siempre una política migratoria ajustada a la situación y los intereses políticos de cada cual. Trump limitó al máximo la entrada de cubanos durante su mandato y no por ello perdió el apoyo del exilio. Al llegar a la presidencia el republicano Ronald Reagan, Washington mantuvo la puerta casi cerrada. Y tampoco Reagan dejó de ser un ícono adorado en Miami. Con dificultades y dinero —mucho dinero— los cubanos seguirá buscando la vía de salir de aquello, como antes lo hicimos otros, ¿y siempre será así?

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