lunes, 16 de mayo de 2022

Los cubanos no pueden ser contradictorios, lo dice el nuevo Código Penal

 


Trágico y ridículo al mismo tiempo. El nuevo Código Penal de Cuba establece que el derecho de manifestación “sólo será permitido si es en un sentido de ‘confirmación’ de las políticas del Estado y nunca de forma ‘contradictoria’”.
Esto implica que en la isla sus ciudadanos pueden “manifestarse” para aprobar y alabar el régimen, nunca para criticarlo o “contradecirlo”.
Aquí va una opinión, que intenta ser no “contradictoria”. 
El código no contradice otros anteriores, vigentes por años o décadas en sistemas totalitarios. El código no contradice lo que hubieran hecho Stalin, Hitler, Fidel Castro, Mao, y la lista es larga, de haber estado vivos y haberles encomendado la confección de este o cualquier código.
Es de temer que, pese al intento, la opinión, aunque no resulte contradictoria, no es complaciente. Así que posible que sea necesario agregar que las manifestaciones no solo no pueden ser contradictorias, sino que además deben de ser complacientes.
Así que ahora que los cubanos tienen además el problema de no ser “contradictorios” —bueno, siempre lo han tenido, pero ahora está un código penal y ello es grave—, se les agregue que deben ser más complacientes.
Queda por decir que los cubanos se parecen un poco —o bastante— a los indios Chemehuevi, una tribu que vivió originalmente en el desierto oriental de Mojave y más tarde en la isla Cottonwood en Nevada y en el valle Chemehuevi, a lo largo del río Colorado en California.
La lingüista y etnógrafa Carobeth Laird hizo una descripción completa de la cultura y el idioma de los Chemehuevi: 
El personaje de Chemehuevi está formado por polaridades que son complementarias más que contradictorias. Son locuaces pero capaces de silenciar; gregario pero tan cerca de la tierra que las familias solteras o incluso los hombres solos pueden vivir y viajar durante largos períodos lejos de otros seres humanos; orgulloso, pero capaz de un gentil ridículo. Son conservadores hasta cierto punto, pero insaciablemente curiosos y listos para investigar e incluso adoptar nuevas formas: visitar todas las tribus, ya sean amigos o enemigos; hablar lenguas extrañas, cantar canciones extrañas y casarse con esposas extrañas.
El texto sirve también para describir el comportamiento actual de muchos que se ven obligados a vivir en la Cuba actual. Así que para ellos lo mejor es no buscarse problemas con el código. Mantener esas polaridades complementarias y no convertirlas en contradictorias, y sentarse a esperar tranquilos —si pueden— la hora del viaje a Miami.

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