Los índices bursátiles de Estados Unidos han caído de nuevo este jueves, con las acciones de las grandes tecnológicas a la cabeza, después de que la víspera la Reserva Federal (Fed) anunciara el mayor aumento del precio del dinero desde 1994 para combatir una inflación en máximos, un movimiento que suscita el temor a una recesión. Tanto el Dow Jones como el S&P 500 alcanzan sus niveles más bajos desde enero.
Entre los mayores perdedores, destacan representantes del índice compuesto Nasdaq, que perdió en conjunto 3,85%, como Apple, Microsoft y Tesla. El índice que reúne a estas empresas, el S&P 500, ha caído el 3,03% mientras que el industrial Dow ha moderado su caída al 2,24%.
Dentro de la cada vez mayor disfuncionalidad, tanto social y política como económica de Estados Unidos, nos hemos acostumbrado a escuchar como las noticias más maravillosas que las grandes empresas tecnológicas reciban dividendos fabulosos, al tiempo que son cada vez más explotadoras y más monopolistas. El problema es que, dentro de ese mismo panorama, la respuesta y el rechazo a esta situación cada vez más alimenta a una ultraderecha populista que a una acción progresista liberal. La situación no es nueva y existe el precedente de Europa, los regímenes totalitarios de izquierda y derecha y dos guerras mundiales.
Todo apunta a que, en un período de seis meses a un año se produzca una recesión, o lo que sería peor una estanflación. Si esta es moderada podría significar un amargo ajuste económico, pero inevitable. Lo malo es que esta se extiende, lo peor es que se profundice y tenga como consecuencia una consolidación de ese creciente peligro de un autoritarismo ultra reaccionario y populista que nos amenaza con fuerza.
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