viernes, 22 de julio de 2022

Las diferencias entre DeSantis y Obama


DeSantis representa (casi) todo lo que detesto. Obama fue lo contrario. Pero con los años cada vez resulta más difícil establecer esta línea; no en cuanto a opinión y creencia: es en los resultados, la práctica cotidiana y la sinceridad —sí, la sinceridad— donde las cosas se me complican. 
DeSantis es sincero como político, no porque considere que él crea en todo lo que dice y que vaya un paso más allá de ser un simple muñeco de los multimillonarios que financian sus discursos, siempre elementales, y sus gestos y conductas, de tosquedad evidente. Es simplemente porque los políticos —por lo general y cada vez más— se dedican a perfeccionar el arte de la mentira y DeSantis da el mentir por descontado pero lo agrega —o aparenta agregarle— un fanatismo de feria; en ello, por supuesto, no hace más que imitar a Trump.
Lo que pronto comenzó a decepcionarme con Obama —preocuparse por cuánto hay de verdad en lo dice un político resulta casi siempre en la forma más simple de perder el tiempo— fue esa forma de mentir que aparentaba sutileza.
Obama fue el último de los salvadores de un capitalismo empresarial y monopolista y como tal lo acepté, aunque me tuviera que apretar —a estas alturas— no sé qué parte del cuerpo.
No solo cumplió el objetivo de salvar al miserable y multimillonario sistema bancario de Estados Unidos —que lo menos que merecía era hundirse—, sino que se convirtió en la salida con creces que necesitaban —esperada pero no agradecida por la banca y la empresa capitalista— y les brindó un presente de borrón y cuenta nueva.
Solo que el descontento real y justificado de una parte del electorado estadounidense fue manipulado por Donald Trump con fines espurios e intereses perversos. 
Con DeSantis no pasa ello. Ni es Obama ni es Trump. Desde el principio sabemos que mucho de lo que postula refiere a un fascismo primario que vuelve con fuerza en Europa y Estados Unidos. Pero no engaña en el enunciado —aunque encubre objetivos y desarrolla una práctica torva— y si lograra imponerse sería gracias a la circunstancias y no a su poca capacidad de liderazgo.
Obama fue todo lo contrario: nos deslumbró y decepcionó. A eso se limita su historia.

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