Asocio al Palacio de Buckingham y sus alrededores más con las Pomp and Circumstance Marches de Edward Elgar que con God Save the Queen, el himno nacional o real de autor desconocido. Pero más allá del extraordinario Cello Concerto, hay una pieza breve de Elgar —apenas un Opus 12— que me resulta sumamente agradable, lo cual es —en primera y última instancia— uno de los mejores criterios para valorar la música: Salut d'Amour.
Hay una excelente interpretación de Salut d'Amour por la Berliner Philharmoniker, conducida por el director rumanoaustriaco Ion Marin. También otra notable al piano por Aldo Ciccolini. Aunque Ciccolini era un especialista en Franz Liszt y realizó cientos de grabaciones de sus composiciones, es mi interprete predilecto de las piezas de Erik Satie. El hecho de que Ciccolini terminó radicándose en Francia y convertido en ciudadano francés influyó en su preferencia, en la última etapa de su vida, por el repertorio pianístico de Satie y Claude Debussy, de los que grabó todas sus obras para piano.
Otra obra temprana, y singular dentro del repertorio y estilo de música de un compositor. Gershwin escribió Lullaby cuando estudiaba con Edward Kilenyi, como un ejercicio de composición, alrededor de 1919. La obra original fue realizada para piano, pero hoy se escucha en su versión para cuarteto de cuerda, hecha por Larry Adler (transcripción para armónica y cuarteto de cuerda). En 1967 el Julliard Quartet la estrenó en la Biblioteca del Congreso, en la forma que actualmente se le conoce, y apareció en un disco del cuarteto que aún conservo.
Cuando Gershwin escribió su Lullaby ya había compuesto Swanee. A simple vista —u oído— son dos obras de dos compositores diferentes, pero en su conjunto muestran esa dicotomía, más bien bipolaridad, que caracterizó buena parte del repertorio del más famoso compositor estadounidense.
Dos de las versiones más comentadas de los Three Preludes de Gershwin resumen en buena medida uno de los aspectos más significativos —y discutidos— de la música del compositor. La interpretación del propio Gershwin ha sido considerada por algunos demasiado brusca (briskly) y otros han destacado que el tiempo pudiera estar alterado y ser más rápido por razones del traslado de la grabación de 78 rpm a LP. Es posible, lo creo así, que se empleara un piano roll. Gershwin utilizó el método en sus grabaciones. En cualquier caso, prefiero la grabación de Gershwin porque creo da mejor el “espíritu de la época”. En la actualidad, y comenzando por la Rhapsody in Blue no escuchamos la música de Gershwin como la concibió Gershwin, pero este fenómeno tampoco es ajeno a otros compositores. Por lo general ocurre con las sinfonías de Beethoven, que se ejecutan en orquestas con mayor número de ejecutantes que el original, o en los Conciertos de Brandeburgo de Bach, que salvo en las versiones con instrumentos originales sustituyen instrumentos —por ejemplo las violas de gamba— por otros contemporáneos, También está el hecho de que los ejecutantes actuales tienen mayor destreza que los que integraban las orquestas que ejecutaron a Bach originalmente; algunas estaban integradas con “aficionados” o músicos sin la calidad profesional actual.
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