El gobierno de Estados Unidos está presionando discretamente a México para que reciba a más migrantes de Cuba, Nicaragua y Venezuela sujetos a una orden de expulsión por Covid-19 —mediante el Título 42—, que la Casa Blanca ha estado tratando de remover públicamente, dijeron tres funcionarios mexicanos y siete estadounidenses, informa la agencia de noticias Reuter.
El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, expresó su preocupación por el número creciente de cruces de migrantes de los tres países durante una visita a México, dijeron a Reuters dos funcionarios estadounidenses y dos mexicanos. Pero el gobierno mexicano no ha prometido una acción específica.
Un funcionario estadounidense dijo que tratar de convencer a México para que acoja a los migrantes es “una batalla cuesta arriba”. Todas las fuentes solicitaron el anonimato debido a que se discutieron asuntos gubernamentales internos.
México ya acepta el regreso desde EE. UU. de migrantes originarios de Guatemala, Honduras y El Salvador. En lo que va de año fiscal, unas 299 mil personas de esas tres naciones han sido expulsadas de territorio estadounidense, frente a unos 9 mil retornados desde Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Las presiones de EE. UU. a México sobre estos tres países, en particular, ilustran la profunda preocupación del gobierno demócrata del presidente Joe Biden sobre los cruces fronterizos.
A la mayoría de los migrantes de Cuba, Nicaragua y Venezuela que pasan a EE. UU. se les permite quedarse en el país para presentar solicitudes de asilo, ya que son difíciles de deportar debido a las limitadas relaciones diplomáticas con sus gobiernos.
Agentes fronterizos estadounidenses han registrado un récord de 1.8 millones de arrestos de migrantes en lo que va del año fiscal 2022, y muchos intentaron cruzar varias veces, lo que genera desafíos humanitarios y responsabilidades políticas para Biden antes de las elecciones de mitad de período del 8 de noviembre.
Dos funcionarios mexicanos dijeron a Reuters que la nación no quiere recibir cubanos, nicaragüenses y venezolanos expulsados de EE. UU. porque esos países también se resisten a aceptar vuelos de deportación desde México.
En cambio, México apunta a elevar los vuelos internos de migrantes desde su frontera norte a su límite sur para aliviar las presiones en el área transfronteriza, dijo uno de los funcionarios.
A México le gustaría que Washington relaje las sanciones económicas contra Venezuela para ayudar a frenar el éxodo del país sudamericano y facilitar que los migrantes trabajen legalmente en EE. UU., dijeron los funcionarios mexicanos.
Mientras tanto, agentes fronterizos de EE. UU. en El Paso, Texas, dicen que se han visto obligados a liberar a cientos de migrantes detectados cerca de refugios y estaciones de autobuses de la ciudad para reducir el hacinamiento en sus instalaciones.
El gobierno de EE. UU. también está explorando formas de llevar la responsabilidad a otras naciones más allá de México, dijeron las fuentes.
Por ejemplo, la Casa Blanca quiere que Panamá acepte a los venezolanos deportados si pasaron por la nación centroamericana de camino a EE. UU., dijeron dos de los funcionarios estadounidenses.
Cerca de 70 mil venezolanos ingresaron a Panamá desde su frontera con Colombia este año hasta agosto, en comparación con mil 150 en el mismo período del año pasado, según datos oficiales.
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