“La prensa es mentirosa, está ahí para manipular a la gente y a eso se dedican”, dijo Donald Trump en 1981 y acaba de repetirlo ahora. Uno de los problemas con tal declaración es que no es original, antes la usó el nazismo.
Los nazis utilizaron el término de “prensa mentirosa” para lanzarlo contra sus enemigos en la Alemania de entreguerras. Tacharon de mentirosos a todos los medios que disentían de sus premisas, acusándolos de estar en manos de judíos o bolcheviques. Cuando el nazismo llegó al poder, su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, utilizaba tal calificación para dirigirse a los medios noticiosos extranjeros con una cobertura crítica sobre lo que estaba sucediendo en Alemania.
Pero ellos tampoco fueron originales.
El término lügenpresse fue empleado por primera vez tras las fallidas revoluciones de 1848. Entonces los grupos conservadores católicos empezaron a denominar así a los medios impresos de corte burgués liberal que habían defendido las revueltas. Además de mentirosos, sus creadores insinuaban que esos periódicos estaban controlados por judíos y masones. Posteriormente la palabra se empleó contra la prensa gala por su cobertura de la guerra franco-prusiana y, en la I Guerra Mundial, para designar a la prensa aliada, especialmente a la británica, después de que esta hablase de “la violación de Bélgica” tras la invasión alemana de este país.
Hoy en Alemania ha renacido el empleo de la palabra lügenpresse, por parte del grupo Pegida (siglas en alemán para “Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente”). “Lügenpresse, Lügenpresse, Lügenpresse…!” (“¡Prensa mentirosa, prensa mentirosa...!”) es uno de los eslóganes del movimiento islamófobo y marcadamente nacionalista.
En 2014, lügenpresse fue elegida la no-palabra del año en Alemania, un dudoso título que concede un grupo de lingüistas del país. En 2016 le tocó dicho “honor” a
volksverräter, un concepto, si se quiere, mucho más cercano al nazismo: “traidores del pueblo”.
Tampoco el término lügenpresse está asociado solo al nazismo. En la República Democrática Alemana se utilizaba con frecuencia para referirse a la prensa “capitalista”. Y, por supuesto, también se ha empleado, y se emplea, en su variante en español, en Cuba bajo el régimen castrista.
Alternativa para Alemania (AfD) —el partido alemán de ultraderecha cuyo apoyo es mayor en los estados que conformaban la antigua RDA y en las elecciones federales de Alemania de 2021 obtuvo más del 10 % de los votos y 83 escaños— es un movimiento con fuerte similitud al estadounidense Alternative right, que ha adoptado el vocablo para referirse, de forma genérica, a todos los medios, públicos o privados, que en su opinión forman parte del establishment.
Junto al término lügenpresse, en Alemania se utiliza otro similar en pronunciación y significado cercano: lückenpresse, que puede traducirse como “prensa con vacío” y es también empleada por los miembros de Pegida para criticar a los medios de mayor difusión.
Los argumentos son conocidos con independencia del idioma: ciertas noticias significativas se silencian; algunas se promueven, mientras que otras se someten a la supresión; varias reciben una evaluación sesgada, al presentarse en un contexto determinado o desde cierta perspectiva impuesta, al tiempo que hay temas a los que se les aplica un doble rasero.
El problema con dichos planteamientos es que, con frecuencia quienes los utilizan se sirven de ellos como justificación para hacer precisamente lo que critican: amparándose en ellos intenta promover la censura y que se escuche y lea solo sus puntos de vista. En última instancia, todo se reduce a un ejercicio demagogo.
El empleo de lügenpresse se remonta a la época en que las naciones en guerra buscaban difamar, degradar o desacreditar las noticias del respectivo otro para crear o intensificar una imagen de enemigo y para quitarle su legitimación, mientras que instrumentalizaban el medio y justificaban de esta manera las propias decisiones. Hemos vuelto a tales tiempos, o estamos cercano a ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario