Un personaje de un cuento de Jorge Luis Borges explica que viene de un mundo donde existe la superstición de que, entre cada tarde y cada mañana, ocurren hechos que son una vergüenza ignorar. Esta creencia extraña no ha ido más que en aumento: pegados a las pantallas, aspiramos a ser sorprendidos por una novedad noticiosa cada minuto.
Este vendedor de periódicos habanero enciende un tabaco mientras pasa frente a un mural en una calle de la capital de la isla. Sobre su cabeza, un fardo con la edición diaria. Otro en el brazo izquierdo. El hombre marcha seguro y distraído, sin preocuparle las noticias que carga. Concentrado solo en encender su tabaco, perdido en el placer y el humo.
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