El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, asistió a la última jornada de la V Conferencia Internacional Por el Equilibrio del Mundo, que se celebra en La Habana, informa el diario oficialista Juventud Rebelde.
Asombra —¿asombra, puede asombrar?— que en Cuba aún se realice este tipo de reuniones. Bueno, al menos quisiera pensar que algo recaudarían cobrando habitaciones de hoteles y comida, que ya no es como antes que todo corría a cuenta del régimen y a disfrutar con la miseria ajena. De lo contrario, solo cabe esperar que ese ejercicio de retórica envejecida solo sirve para hacer creer que ellos aún cuentan en el mundo, que sirven para algo, que tienen opinión. Ilusión de ilusiones.
Así que más de lo mismo, que ha estado envenenando a los cubanos durante décadas y que quizá a ciertos visitantes de otros países le suene agradable y promisorio —sobre todo a la hora de la cena— porque ni lo sufren ni tienen interés en vivirlo.
Por lo que el mandatario cubano al parecer se entretuvo en hablar de Martí —el pobre Martí en boca de un analfabeto medular como él— a los delegados a un evento, que según el periódico oficialista agrupó a más de mil investigadores, políticos e intelectuales de cerca de 90 naciones. ¿Pero queda tanta imbecilidad en el mundo? Es como para preocuparse una vez más-
La reunión inició su agenda del sábado con la conferencia de David Choquehuanca, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, quien se refirió al regreso necesario para alcanzar el equilibrio. ¿Y por qué antes no alcanzamos un equilibrio en los nombres, e incluso en los apellidos? Digo, por esa tendencia a la chanza que tienen los cubanos, aunque creo que en la actualidad sus rumbos van por otras vías y desaprovecharon la oportunidad
A Díaz-Canel lo acompañó el inefable ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, siempre a la espera de la oportunidad —que no acaba por llegar— para coger el mando. Así que los mil 100 delegados tuvieron que dispararse la monserga de “un mundo de equidad e inclusión” —según publica Prensa Latina— forjado gracias al pensamiento martiano.
Y es que al menos uno podría intentar el aprecio mínimo de cierto coraje entre aquellos que nunca se han interesado por la equidad, ni la inclusión, ni la participación ni la opinión de otros, si estos declararan que lo único que les interesa es el poder total para ellos y nada más. Que hasta se podrían ganar la etiqueta de intransigentes, obcecados, lunáticos. Pero así no más, solo se quedan en el desprecio y uno no puede decirles otra cosa que descarados.
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