sábado, 18 de febrero de 2023

Mitos neoconservadores y el fin de la Guerra Fría

 

El fin de la guerra fría como un triunfo de Ronald Reagan y su sucesor George Bush, la tesis que los neoconservadores continúan repitiendo, y con ellos y con beneplácito buena parte del exilio cubano de Miami, encierra no una exageración sino un mito. Ha servido para reafirmar una y otra vez que sin libertad económica (es decir, supuestamente permitir a las leyes del mercado actuar sin control) no era posible el desarrollo económico, el avance las naciones y las conquistas de los derechos civiles y humanos. También para una asociación de dictadura política y planificación económica; así como libre mercado y libertad individual, dictadura e ideas socialistas.
Toda esta mitología, que en la actualidad integra buena parte de la retórica neoliberal, viene de asumir sin limitaciones que los demás afirmaran que Reagan había ganado la Guerra Fría asumiendo la posición correcta: proponer el programa “Star Wars”  (“Guerra de las Galaxias”) y un aumento exorbitante en los gastos de guerra que incluía volver a sacar a flote viejos acorazados de la Segunda Guerra Mundial, lo cual llevó a la URSS a la bancarrota por la imposibilidad de mantener igual ritmo armamentista. 
En realidad la bancarrota venía en marcha desde décadas atrás y tuvo más que ver con la imposibilidad de aumentar su cosecha de trigo y desarrollar su industria ligera, no que gastando demasiado dinero en competir con la Star Wars Reagan. También esta caída de la URSS y el campo socialista tiene que ver con la labor de los grupos opositores pacíficos y una serie de funcionarios que comprendieron que no tenía futuro continuar apostando por el fracasado sistema socialista vigentes, que necesitaba ser puesto de cabeza, comenzando por Mijaíl Gorbachov, pero no limitándose a él. Basta contemplar con un mínimo de objetividad estos dos últimos factores para comprender el reiterado fracaso en cambiar el sistema vigente en Cuba.
Y luego hizo otras cosas que eran muy importantes. Cayó el Muro de Berlín, y una vez que perdieron sus satélites, era solo cuestión de tiempo. Así que creo eso muy profundamente y ese es un concepto que es muy importante para mí. Así que eso es parte de mi vacilación en aceptar su argumento.
Lo negativo de atribuir a Reagan el triunfo de la Guerra Fría es que, por lo general, dicha atribución adquiere un carácter dogmático, y al afirmar explícitamente que la victoria dependió de un conjunto específico de políticas económicas —entre las cuales se incluye el negativismo de Reagan hacia el concepto de gobierno y su función controladora—, en oposición a considerar más bien un grupo de ideas generales de libre mercado y libertad, se patrocina una concepción retrógrada (que no es sinónimo de conserva) y se desestima todo lo que de progresista tuvo el movimiento y los hechos ocurridos.
El resultado es que, a partir de entonces ha imperado una fuerte sensación —en el sentido emocional, mas que creencia—que todas las ideas socialistas estaban devaluadas y que no valía la pena entrar a considerarlas. Por supuesto que buena parte de la culpa, especialmente en Europa para también en Latinoamérica. la han tenido los partidos que por décadas se abrazaron a tales ideas, sin importarles la necesidad de modificarlas e incluso superar buena parte de ellas.

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