Diversos expertos consideran que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se encuentra en una “encrucijada”. Por un lado le presionan la calle y la oposición. Por otro las facciones de extrema derecha de su coalición que le piden “no rendirse ante la anarquía”.
Este lunes, Netanyahu anunció que se va a retrasar el debate de la reforma judicial para buscar consensos, aunque advirtió que el país se encuentra en una “encrucijada peligrosa”.
La solución se avista difícil. Estas tres claves explican la crisis, según la BBC.
Reforma judicial
La reforma judicial es la “piedra angular de la política de la nueva coalición nacionalista-religiosa de Israel dirigida por Netanyahu” que se formó en diciembre, según reportó Yolanda Knell, corresponsal de la BBC en Jerusalén.
“El objetivo de las reformas es dar al gobierno una influencia decisiva sobre la elección de los jueces y limitar la capacidad de la Corte Suprema para fallar contra el Ejecutivo o anular la legislación”, agregó.
Según las propuestas, los políticos desempeñarían un papel dominante en la selección de jueces y permitirían que el Knesset, el Parlamento de Israel, anule los fallos de la Corte Suprema con una mayoría simple y elimine algunas leyes de la revisión judicial por completo.
Netanyahu defiende que la reforma está diseñada para limitar que los tribunales excedan sus poderes y que ésta fue votada por el público general en las últimas elecciones.
Los críticos dicen que esto pone en peligro el sistema político de controles y equilibrios, ya que Israel no cuenta con una Constitución y tiene solo una cámara parlamentaria controlada por la coalición gobernante.
La reforma ha sido el detonante de las protestas más masivas en la historia de Israel desde el comienzo de este año. En un país de 10 millones de habitantes, cientos de miles han tomado las calles en las jornadas más intensas.
Netanyahu
Benjamin Netanyahu, quien ha dominado la política israelí en los últimos 20 años, se encuentra en el centro de esta polémica.
A pesar de que enfrenta un juicio por cargos de soborno, fraude y abuso de confianza, que él niega, fue reelecto en noviembre de 2022 tras 18 meses en la oposición.
Este es su sexto mandato como primer ministro y tiene ahora una mayoría en el Knesset (Parlamento) encabezando un gobierno de coalición de partidos religiosos y de extrema derecha.
La postura de sus socios de gobierno y la furia en las calles ponen ahora a Netanyahu en una encrucijada de difícil salida.
“Es obvio que ahora es una cuestión de supervivencia política”, opina para la BBC el profesor Yuval Shany, investigador del Instituto de la Democracia de Israel.
Shany explica que el problema real para el primer ministro es que “estará condenado si detiene la reforma, pero también si sigue adelante”.
La presión sobre Netanyahu es tal que “realmente no tiene opción política más que detener o al menos pausar la legislación”, algo que anunció este lunes.
El especialista añade que esto puede causar “que algunas facciones de extrema derecha abandonen la coalición y que el ministro de Justicia renuncie”.
Inestabilidad política
Los cargos contra Netanyahu han provocado una división sobre su capacidad para estar al frente en el país.
En noviembre de 2022, un bloque de partidos religiosos extremistas liderados por Likud, el partido de Netanyahu, ganó una clara mayoría en las elecciones. Es el gobierno más religioso y de más línea dura en la historia del país.
Aquella elección, según el periodista Anshel Pfeffer del periódico Haaretz, expuso una tendencia clara.
“La identidad interna o guerra cultural en Israel entre lo que algunos ven como el lado más liberal y abierto de la sociedad israelí contra el sector más religioso y extremo de Israel y la sociedad judía”, dijo.
Dentro de la agenda política de esta coalición se encuentran debates polémicos como la promesa de anexar Cisjordania.
Los socios de Netanyahu rechazan la solución de dos Estados para el conflicto entre Israel y los palestinos, la fórmula internacional que propone un Estado palestino independiente en Cisjordania junto a Israel, compartiendo Jerusalén como capital.
También ha habido preocupaciones sobre las posturas rígidas de algunos ministros sobre la aplicación de la ley judía y el respeto de los derechos LGTB.
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