jueves, 7 de septiembre de 2023

Mitos y falsedades trumpistas


Los objetivos del análisis son, en cierto sentido, modestos, le dijo Sigmund Freud en una ocasión a un paciente. “Se ganará mucho si logramos transformar su miseria neurótica en una infelicidad ordinaria”.
Nada de ello se pretende en este texto. Ni como objetivo ni como sabiduría. En su lugar algo más sencillo: tratar de aportar datos a un debate político.
Sin embargo, la tarea no es fácil, porque dicha discusión —o simplemente intercambio para tratar de quitar énfasis al asunto— no funciona sobre bases racionales, que pueden ser modificadas mediante la exposición cognitiva, sino se exacerba emocionalmente. 
Por ello quizá esto no sea más que un ejercicio inútil y tedioso. La polarización extrema que vive actualmente Estados Unidos —y Europa también— tiende a excluir el raciocinio en favor del ataque rencoroso (emocional, por supuesto). No debería ser así, porque por encima de las preferencias políticas están las verdades, y tratar de reafirmarlas debe servir para un acercamiento y no lo contrario.
Confieso que el título del trabajo predispone, pero se intenta sustentarlo con hechos y no con opiniones. Y es que los partidarios de Trump llevan tiempo realizando afirmaciones, que al menos deben ser cotejadas, aunque con ellos se vaya a bolina la tranquilidad del intercambio.
Para leer el resto del trabajo haga clic aquí

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