En una entrevista transmitida por la televisión cubana, la periodista paniaguada del régimen Arleen Rodríguez Derivet pasa por alto el hacerle preguntas concretas —pedirle ser incisiva sería un abuso a la naturaleza— al presidente Miguel Díaz-Canel y ambos se deslizan por una conversación tonta que deja poco espacio al interés.
Hay, sin embargo, un momento en que Díaz-Canel deja en claro la actual miseria en la isla, cuando dice que “las divisas prácticamente nos está dando para comprar un poco de combustible, que no alcanza, y fraccionadamente la canasta y otros insumos que son necesarios para mantener la vitalidad de lo fundamental de la población”.
Pese a lo plañidero del diálogo, por parte de ambos participantes, en muchas ocasiones —demasiadas para un gobernante— Díaz-Canel se muestra a la defensiva, lo que permite especular sobre una posible lucha por el poder en marcha, desde la cúpula del poder, y la existencia de un sector apegado a lo arcaico, no solo desde el punto de político —en eso hay coincidencias—, sino desde el punto de vista económico, y que rechaza la existencia de un sector empresarial privado y además se aprovecha de ello para desvirtuar al mandatario desde el punto de vista ideológico.
En este sentido Díaz-Canel se justifica apelando al pasado: “¿Que tenemos desigualdades, que se han generado algunas desigualdades? Están generadas desde el Periodo Especial, no son de ahora, están generadas de antes“. Aquí el ramalazo, nada sutil, llega hasta Fidel Castro.
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